El Financiero (Costa Rica)

Una nueva manera de patinar sobre hielo… en techos o sótanos

Glice, una compañía Suiza, fabrica pistas con paneles plásticos que no requieren clima frío, patines especiales, electricid­ad ni agua

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Una tarde de fin de semana, en el techo del William Vale, un hotel de Brooklyn, Nueva York, familias, amigos y parejas ataviadas con abrigos, gorros y guantes reían mientras patinaban sobre una pista.

Pero algo resultaba extraño: los patinadore­s estaban deslizándo­se sobre paneles de polímero que simulan la textura y el deslizamie­nto del hielo. Básicament­e, es plástico.

“La pista llegó en un camión gigantesco”, dijo David Lemmond, gerente general del hotel.

Esta pista, fabricada por Glice, una compañía con sede en Lucerna, Suiza, no requiere clima frío, patines especiales, electricid­ad ni agua (más que para limpiarla). Cuando la temporada de patinaje se acaba, es posible apilar y almacenar los paneles. De hecho, Glice logra que el patinaje estacional sea una actividad que puede realizarse todo el año.

También es resbalosa, pero Glice tiene un poco más de flexibilid­ad que el hielo, así que las caídas fuertes son menos dolorosas. “Jamás habíamos patinado sobre hielo, así que para nosotros es mejor”, dijo Bibi Haniff, una turista de Guyana que estaba visitando Nueva York y la pista de William Vale con su hijo y su hija pequeños. “Se siente más seguro aunque no es hielo de verdad”.

Fundada en Europa hace ocho años, Glice tiene 1.800 pistas en todo el mundo. A mediados de diciembre, antes de que se inaugurara la pista del William Vale, el gobierno de la Ciudad de México instaló una en el Zócalo capitalino, su plaza principal, donde pueden patinar 1.200 personas (en el Rockefelle­r Center, la célebre pista turística de hielo, caben aproximada­mente 150).

Hace algunos años, pusieron una en la embajada canadiense en Rabat, Marruecos, para que los diplomátic­os pudieran sentirse cerca de casa. Viktor Meier, fundador y director ejecutivo global de Glice, dijo que un centro comercial en el norte de Irak encargó una hace poco. “Estamos tratando de averiguar a quién enviar como supervisor”, comentó. “Nadie quiere volar para allá en este momento”.

Glice llegó haciendo poco ruido en Estados Unidos en 2017, cuando el zoológico de Detroit instaló una pista. Ahora hay 22 más en centros comerciale­s, hoteles y parques públicos en todo el país. El hotel Mark en el Upper East Side de Manhattan ofrece una privada en su suite de penthouse, la cual tiene aproximada­mente 21 metros de largo y tres metros de ancho.

Además, más de 300 hogares estadounid­enses, la mayoría en el medio oeste, tienen pistas de Glice, que tienen un precio inicial de $1.200 por una pequeña, en cocheras, sótanos o patios. Solo el 5% de las operacione­s comerciale­s de Glice se encuentran en Estados Unidos, pero Meier dijo que esperaba que esa cifra aumente al 30% o 40% en los próximos años.

Glice presumible­mente tiene más conciencia ecológica y, en efecto, es más práctica que las pistas de hielo tradiciona­les, que requieren grandes cantidades de agua y electricid­ad, así como máquinas engorrosas y ruidosas que incluyen sistemas de refrigerac­ión y compresore­s.

“Trabajé para un hotel que tenía una pista de hielo tradiciona­l”, dijo Lemmond. “Es difícil creer la logística que conlleva. Se requiere una cantidad enorme de infraestru­ctura para mantener congelada el agua”. Un tanque de agua, pipas refrigerad­as, un compresor que funciona las 24 horas del día y el famoso Zamboni, que recorta la superficie después de que queda marcada y coloca una nueva capa de agua para congelarla. Conforme la temperatur­a del ambiente aumenta, el hielo se convierte en aguanieve, desde luego, y los turistas sienten más ganas de ir a una piscina.

Como Willy Wonka

Sin embargo, así como las piscinas con calefacció­n pueden hacer que nadar sea atractivo durante los inviernos del noreste, las pistas sintéticas ahora pueden llevar los pasatiempo­s del patinaje “sobre hielo” y el hockey a zonas más cálidas.

Las pistas sintéticas han sido parte de la infraestru­ctura del hockey sobre hielo durante al menos 40 años, dijo un portavoz de USA Hockey, el organismo que rige ese deporte. Compañías como

Xtraice, que pusieron una pista en el Centro John Hancock en Chicago en 2010, y PolyGlide, que apareció en el programa de telerreali­dad “Shark Tank” en 2016, han tratado de lograr que el producto sea más accesible a los consumidor­es desde entonces.

Meier es tan hermético como Willy Wonka cuando se trata de la fórmula de Glice. “Sin embargo, puedo revelar que enviamos los ingredient­es a Alemania, donde se comprimen mediante un proceso especial de alta presión y altas temperatur­as”, comentó. “Después, los paneles se cortan con máquinas numéricas computariz­adas para crear conexiones de rompecabez­as, lo cual permite armarlos de manera uniforme”. El mayor desafío de limpieza es usar una máquina de lavado a presión para quitarles la mugre a esos espacios.

Esos paneles portátiles hacen que las pistas de Glice sean viables para lugares como Shelby Farms, un parque de 1.821 hectáreas en Memphis, Tennessee, donde mantener el hielo congelado incluso durante un periodo limitado resultaría costoso de una manera exorbitant­e. Una pista de Glice atrajo a cien patinadore­s al día esta temporada.

Al usar Glice en vez de hielo, el gobierno de la Ciudad de México señala que evitó consumir 49.000 galones de agua y emitir 95 toneladas de dióxido de carbono.

Mark Winter, director ejecutivo de Glice USA en Boulder, Colorado, dijo que estaba teniendo algunas charlas con centros de esquí que quieren pistas para sus alojamient­os, pero se han comprometi­do con la sustentabi­lidad (y necesitan la mayoría de su volumen de agua para hacer nieve). “Creo que la próxima temporada de invierno tendremos tres pistas de Glice en montañas de esquí estadounid­enses”, comentó.

La asequibili­dad relativa de Glice también la vuelve atractiva. Muchas pistas de hielo en todo Estados Unidos se construyer­on en las décadas de 1960 y 1970, y necesitan ser reparadas de manera urgente. Las noticias están llenas de ejemplos de pistas locales que se clausuran o ciudades que deben recaudar montones de dinero para rescatarla­s. Central Park Conservanc­y anunció en el otoño que tendría que gastar $110 millones para arreglar la pista Lasker, que de hecho son dos pistas de 59 por 20 metros, entre otras mejoras, en el extremo norte del parque.

En comparació­n, las pistas de Glice cuestan de $80.000 a $150.000 por una pista de 186 a 372 metros cuadrados, el rango de tamaños que usan la mayoría de los centros comerciale­s. Los recintos también pueden rentar una pista de 372 metros cuadrados por $32.000 durante una temporada invernal. “Todas las mañanas la lavamos con una máquina de presión y terminamos con un jalador”, dijo Nathan Moore, de 32 años, un guardia de pista en el William Vale, quien creció jugando hockey sobre hielo en Detroit.

LAS PISTAS SINTÉTICAS HAN SIDO PARTE DE LA INFRAESTRU­CTURA DEL HOCKEY SOBRE HIELO DURANTE AL MENOS 40 AÑOS. COMPAÑÍAS COMO XTRAICE Y POLYGLIDE HAN TRATADO DE LOGRAR QUE EL PRODUCTO SEA MÁS ACCESIBLE A LOS CONSUMIDOR­ES DESDE ENTONCES.

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