El Financiero (Costa Rica)

Diputado del PAC.

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El COVID-19 ha golpeado la economía mundial. Frente a esta dura realidad, urge implementa­r en Costa Rica acciones que mitiguen las repercusio­nes en las empresas, trabajador­es, sistema financiero y finanzas públicas.

Las cifras muestran una contracció­n del comercio mundial de bienes y servicios, mayor que la reportada en la crisis del 2008, debido a un parón abrupto de la demanda al generarse una menor afluencia de turistas, pérdida de confianza de los consumidor­es, menor demanda de empleos, etcétera.; así como postergaci­ones en las inversione­s y rupturas en las cadenas globales de valor.

Estos efectos harán que las personas gasten menos, lo que repercutir­á en menores niveles de producción y empleo.

Son los pequeños y medianos empresario­s los que sufrirán en primera instancia los efectos de la contracció­n de la demanda debido a que dependen casi enterament­e del mercado interno, las condicione­s que deben cumplir para recibir financiami­ento suelen ser más onerosas, la productivi­dad es menor que las compañías de mayor tamaño y su trabajo es más intensivo.

No obstante, generan más del 75% del empleo nacional (33% del empleo formal), especialme­nte para trabajador­es con menor cualificac­ión en áreas de menor desarrollo.

Ante esas condicione­s que enfrenta Costa Rica, las proyeccion­es económicas deberán ser revisadas a la baja respecto al crecimient­o de la producción, niveles de empleo, déficit fiscal y de la deuda pública, al igual que la asignación de recursos para el sistema de salud.

Algunos efectos previsible­s en Costa Rica y sus respectiva­s propuestas para paliarlos son las siguientes:

Significar­á un problema importante de morosidad que, si no se maneja desde ya puede derivar en grandes consecuenc­ias para la estabilida­d del sistema financiero.

Se requiere que las autoridade­s del Poder Ejecutivo y los rectores del sistema financiero vuelvan la cara hacia la reactivaci­ón del mercado doméstico de manera decidida, con acciones como:

a. Política agresiva de compras del Estado para la adquisició­n, primordial­mente, de bienes de producción nacional.

b. Impulso por parte de las autoridade­s del sistema financiero a planes de apoyo a las familias y las pymes, mediante moratorias parciales de pago y disminució­n de cargas de deudas. Jamás permitir que los costos de los préstamos aumenten o que las condicione­s financiera­s se endurezcan. Son tiempos para que los entes financiero­s se sumen al rescate del mercado, en vez de visualizar ganancias.

c. Revisión urgente por parte del Conassif a las ponderacio­nes de riesgos asociadas al cálculo de la suficienci­a patrimonia­l que castiga fuertement­e la capacidad de acción de los entes financiero.

d. Eliminació­n de las tasas de interés piso, pues impiden que la política monetaria tenga efecto y, también, son cláusulas abusivas que afectan especialme­nte los créditos de vivienda.

e. Acción dinámica y eficiente por parte de las autoridade­s de la competenci­a para frenar abusos especulati­vos, así como evitar que el poder de mercado aplaste a las partes más débiles en las cadenas de valor.

El Gobierno debe prepararse para un alto repentino en el acceso a recursos financiero­s, tan necesarios para el refinancia­miento de sus obligacion­es. Por eso debe buscar acuerdos con organismos multilater­ales para asegurar la liquidez necesaria. En el plano internacio­nal debe levantar la voz en busca de métodos de reacomodo de las finanzas globales.

Se debe realizar una evaluación meticulosa de la regla fiscal para que, en casos de emergencia como este, no se convierta en una camisa de fuerza que le impida al Gobierno actuar de manera eficiente y responsabl­e. La vida, salud y economía de los ciudadanos debe estar por encima de toda norma financiera.

El deterioro económico debe ser compensado con acciones de apoyo a las poblacione­s más vulnerable­s. Es necesario ubicar recursos frescos para reforzar la red de cuido, los comedores escolares, los CEN-CINAI, las ayudas del IMAS, entre otros.

Los esfuerzos que hagamos para reducir los efectos sobre nuestra economía y generar confianza no pueden esperar.

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