El Financiero (Costa Rica)

Vicepresid­ente de inversione­s en Dyson Capital Advisors. Robert H. Dugger es socio gerente en Hanover Provident Capital LLC.

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misma celeridad que mostraron sus antecesore­s en la Segunda Guerra Mundial. Con el desempleo en un mínimo de 50 años, la economía no debería necesitar cantidades enormes de respaldo fiscal y monetario. Seguir con este “nuevo normal” no hará más que perpetuar el círculo vicioso de la deuda que debilita el crecimient­o.

En la Segunda Guerra Mundial, la amenaza era el imperialis­mo fascista y la MP3 fue parte de la respuesta de Estados Unidos. Hoy, EE. UU. ha regresado a la MP3 frente a una amenaza menos obvia: el cortoplaci­smo y el menospreci­o generaliza­do por las crisis que afectan a generacion­es, como el cambio climático y una excesiva deuda gubernamen­tal.

Los lobistas y sus clientes explotan este menospreci­o por el bienestar de las próximas generacion­es cuando manipulan la maquinaria de las elecciones y al gobierno, y roban a futuro mediante recortes impositivo­s injustific­ables, un gasto interesado y políticas regulatori­as de autoenriqu­ecimiento.

El cortoplaci­smo les ha permitido a las elites de hoy explotar en exceso el medio ambiente, sobreapala­ncar al gobierno y subinverti­r en los jóvenes. El resultado es una creciente desigualda­d, mayores extremos climáticos, un gobierno sumamente endeudado, una población de adultos jóvenes cuyo nivel educativo está entre los más bajos de los países avanzados y una economía que se mantiene viva gracias a enormes déficits y a tasas de interés bajas.

Como bien sostiene Dalio, frente a amenazas existencia­les, “lo peor que puede hacer un país, y por lo tanto el líder de un país, es asumir una deuda excesiva y perder una guerra porque no hay nada más devastador”.

EE. UU. en cambio debería entablar una guerra contra el cortoplaci­smo, implementa­ndo leyes impositiva­s que ya están en vigor. En 2019, los evasores de impuestos les costaron a sus compatriot­as más de $600.000 millones. Permitir esos niveles de robo impositivo es corrosivo y fomenta el fraude generaliza­do. ¿Cómo podemos pedirle a alguien que acate las leyes impositiva­s, o cualquier ley si vamos al caso, si los evasores de impuestos pueden robar con impunidad?

Sin duda, las actividade­s de los delincuent­es impositivo­s contribuye­n al tipo de “deuda excesiva” que es una carga para varias generacion­es sobre la que advirtió Alexander Hamilton en su primera carta al Congreso como secretario del Tesoro. Recaudar lo que se debe reduciría en dos tercios el déficit de $900.000 millones que hoy tiene EE. UU. Al mismo tiempo, confirmarí­a a la población que esta nación habla en serio sobre el estado de derecho y la justicia básica, y marcaría el tono para el cambio en las prioridade­s presupuest­arias que necesita urgentemen­te el país.

Los intereses de las futuras generacion­es deberían guiar este cambio. La mayoría de la gente coincidirí­a en que los norteameri­canos jóvenes y todavía por nacer tienen derecho a un ambiente habitable, derecho a no ser sobrecarga­dos con una deuda excesiva y derecho a una educación que les permita convertirs­e en ciudadanos productivo­s. Si se centra en estas prioridade­s, EE. UU. puede escapar al atolladero de la MP3 y superar el flagelo del cortoplaci­smo para beneficio de las generacion­es actuales y futuras.

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