Expresidente de la República (gobernó en el período 19982002).
en esta área.
Al mismo tiempo, bien sabemos que los ingresos del Gobierno van a disminuir por la no operación de algunas empresas y por los menores ingresos y consumo de las personas. Ello debe ser compensado en la medida de lo posible con la supresión de gastos convenientes del Gobierno, pero no indispensables, y también con una participación temporal en el esfuerzo ante esta emergencia nacional de pensionados y empleados públicos.
Focalizar el apoyo a quienes de verdad lo requieren es costoso. El Gobierno ya ha aprobado no interrumpir la prestación de los servicios de agua y electricidad a quienes no los puedan pagar. Podría darse un apoyo generalizado a las familias con muy bajo consumo de agua y electricidad suspendiendo su cobro por tres meses a las familias con muy bajos consumos.
En esta misma dirección de apoyo a familias y también a microempresarios van las medidas que ya adoptó la CCSS respecto al cobro de las cuotas de la seguridad social. Respecto al aparato productivo lo más importante es crear condiciones para evitar quiebras comerciales o personales que no se justifican porque son negocios que podrán seguir operando después de la crisis. En este campo es muy importante la conducta que los bancos sigan en adecuar los créditos de las empresas que temporalmente vean muy afectados sus flujos de caja, tal como lo determina la directriz del gobierno a los bancos del estado, que la banca privada ha acordado voluntariamente seguir.
Es importante que todas las medidas en favor de familias pobres y empresas ilíquidas sean muy focalizadas a quienes de verdad lo necesiten. No se justifican de ninguna manera medidas generalizadas de reducción de impuestos.
Se debe evitar la demagogia y es muy nocivo que políticos, periodistas y formadores de opinión caigan en la trampa de creer que es asunto de buena voluntad, y de incluso criticar acremente a quienes llamamos a la mesura y la previsión.
Defendamos la vida, la salud de todos y el bienestar de quienes se encuentren en condiciones que de verdad lo requieran. Participemos todos solidariamente del esfuerzo. Hagámoslo racionalmente, utilizando lo mejor del conocimiento y la experiencia del siglo XXI.
A esa tasa la deuda sería impagable en poco tiempo, y entraríamos en una crisis financiera de incalculables sufrimiento humano y duración. Recordemos la solución costarricense, unámonos y actuemos previsoramente.