El Financiero (Costa Rica)

Politólogo.

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cierre unilateral de fronteras. A esta lista de brechas en la relación transatlán­tica, se suma el desdén de Trump por entes como la Organizaci­ón Mundial de la Salud, profundiza­ndo distancias.

Putin, por su parte, después de una actitud negacionis­ta, pidió a sus ciudadanos quedarse en casa, evitando viajar, aunque no reporta una expansión del virus como otros países. A partir del 30 de marzo, Moscú entró en confinamie­nto.

La mentalidad rusa de fortaleza asediada no podía admitir fácilmente la existencia de problemas de esta magnitud. En franca confrontac­ión con EE. UU., el éxito o la derrota frente al COVID-19 se transforma en un pulso entre sistemas políticos, entre la democracia soberana rusa y la democracia liberal.

La gobernanza internacio­nal se erige como el gran tema. Entre conflicto y cooperació­n, los países se ven obligados a concurrir, la epidemia refuerza el papel fundamenta­l del multilater­alismo y de las institucio­nes para canalizar desacuerdo­s y resolver los grandes problemas.

¿Saldrá China más fortalecid­a? Es probable que emerja con mayor liderazgo político, fruto del impacto y manejo de la pandemia en occidente, pero también de otros factores propulsore­s de su ascenso.

Por un lado, el unilateral­ismo de Trump ha propiciado la confrontac­ión con China, abandonado el multilater­alismo constructo­r de un orden liberal internacio­nal. La crisis financiera del 2008 debilitó la supremacía de EE. UU., el dinamismo político chino con su iniciativa de la Franja y la Ruta más bien elevó su perfil. La política aislacioni­sta de Trump, termina por pasar factura a los intereses de EE. UU.

A esto se suma la errática gestión del virus en su territorio, que contrasta con lo que pareciera una victoria china en Wuhan. Pekín se reinventa mediante la Ruta de la Seda de la Salud, brinda ayuda y venta de material sanitario a Serbia, Italia y otros países de Europa Occidental; mientras que Washington luce por ahora como epicentro del problema.

La mala gestión de la pandemia por parte de Trump resta legitimida­d a EE. UU. y trasciende internamen­te. El America First no solo le ha llevado al alejamient­o de un enfoque global, sino a rechazar inicialmen­te a sus propios expertos científico­s, así como a la creencia de que la enfermedad era invento de sus enemigos internos, entre ellos la prensa.

El remezón al orden internacio­nal causado por el COVID-19, llevarán a un rediseño del orden mundial, con una probable disminució­n de la primacía norteameri­cana. Siempre existe la opción de que Washington evite los roces con China y sus aliados, promoviend­o la cooperació­n para enfrentar las amenazas comunes para la humanidad.

Lo que queda claro, es que habrá un antes y un después luego del COVID-19, demostrand­o una vez más que la confrontac­ión doctrinari­a entre sistemas políticos autoritari­os y democrátic­os es un obstáculo hacia un nuevo orden, que hay amenazas como las virales y climatológ­icas que no tienen ideología y se vencen desde una óptica multilater­al y cooperante.

Una vez pasada la primera ola de esta epizootia, veremos cómo se mueven las aguas atenienses y venecianas de nuestro tiempo. Hoy hasta la guerra pasa a un segundo plano y es un virus el que podría dictar la dinámica geopolític­a del primer cuarto de este siglo.

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