Coach de liderazgo y asesora en alineamiento estratégico. antonieta@antonietachaverri.com
Es decir, hay un movimiento del péndulo a alta velocidad enfocado en la interdependencia que va desde las necesidades básicas individuales hasta el bien común global, dejando en segundo plano -con algunas excepciones de liderazgo tóxico que caerán por su propio peso-, el ego, los intereses particulares, la sed de poder y reconocimiento y las relaciones sin sentido.
Es difícil estimar cuánto de esto va a quedar en el inconsciente colectivo, dependerá de la profundidad de la crisis, pero sin duda el sentimiento de vivir desde lo esencial permanecerá en el aire por un buen tiempo y, ojalá marque un hito positivo en la evolución.
Todo eso, debe estar en la mesa de discusión del futuro de las empresas, desde el más alto nivel, pero, ¿cómo? Con preguntas como estas: ¿Cuál es y cuál debe ser el propósito y el impacto de la empresa en la “nueva” sociedad? ¿Cuál es la propuesta de valor que la organización ofrece al mundo? ¿Cuáles ventajas y habilidades competitivas tiene para enfrentar
Esta conversación del nuevo modelo de negocio basada en las posibles nuevas realidades ayudará a capitalizar más rápidamente los aprendizajes organizacionales durante la crisis (y los anteriores), facilitará adaptación oportuna, establecerá las bases para la nueva cultura organizacional requerida, mantendrá un espíritu de lucha y dará un sentido superior a la organización en momentos en que hay sobrecarga de desesperanza y tragedia.
Todo ello tendrá impacto positivo, aún durante la crisis, en la productividad de los líderes y todos los colaboradores y la lealtad de los públicos de interés, y en un futuro, que esperamos más cercano que lejano, un impacto real en la sociedad.
De lo contrario, ¿qué sentido tendría sobrevivir?
Recuerde, hablar del futuro balancea el pesimismo y la tensión con esperanza, actitud proactiva y una capacidad de respuesta superior.