“No tenemos claro qué es esa nueva normalidad”
Empresario debe velar por negocios en varios países de Latinoamérica con diferentes impactos de la crisis
Su filosofía es clara: la empresa es una pieza de un rompecabezas más grande llamado país. En ese rol, los negocios deben ayudar a sus trabajadores, sus comunidades y sus socios. El propósito es lo más importante y cobra relevancia en medio de una crisis como la del coronavirus.
Luis Javier Castro es presidente de Mesoamérica, una compañía con negocios en Costa Rica, Chile, México y Colombia. En 2019 recibió el galardón Empresario del Año que otorga este medio de comunicación.
En esta entrevista decidió compartir sus consejos para que otras empresas −sin importar si son grandes, pequeñas o emprendimientos− puedan nutrirse de una visión basada en la experiencia y el éxito en el manejo de los negocios.
Sus cuatro tips están orientados a diferentes áreas de la compañía, pero interconectados con el objetivo que le da vida a una empresa: el propósito.
En esta conversación, Castro también analiza el contexto actual de Costa Rica y lo compara con las realidades de otros países de la región donde operan algunas de sus compañías.
Reflexiona con una mirada crítica sobre la compleja situación fiscal del Estado costarricense que debe soltar trabas para ser más eficiente y para obstruir menos el camino del sector privado.
– ¿Qué ha aprendido durante estos meses de crisis?
–Una de las grandes revelaciones de la pandemia es comprender cuán sistémico es el mundo. Cómo estamos viviendo en sistemas y no en silos, y qué tan interconectados estamos con un concepto de interdependencia.
El coronavirus es un problema que nos afecta a todos al mismo tiempo y en todos los lugares. Eso es muy complejo, entonces para un empresario, como en mi caso, que estamos en diferentes industrias y en diferentes países, enfrentamos el mismo problema en todos los frentes.
– ¿Cómo ha enfrentado esos retos en los países donde operan?
–Es un tema de cabeza fría. Ahora más que nunca es importante entender que los equipos de trabajo son los que realmente hacen que el proceso sea exitoso, es cuando uno se da cuenta de la importancia de haber invertido en la mejor gente posible, en la mejor estrategia y en la mejor gobernanza.
– ¿Cuál es el principal reto hasta ahora en medio de la “nueva normalidad”?
–Creo que todavía no tenemos claro qué es esa “nueva normalidad”. Una de las razones por las cuales es muy importante desarrollar una estrategia es que permite saber qué es cada empresa, cuál es su razón de ser y eso ayuda a tomar decisiones un poco más rápido.
– ¿Qué recomienda para tomar decisiones hacia el futuro cercano?
–Cuesta mucho entender qué sigue y creo que hay muchas especulaciones, pero la palabra más importante de todas es que estamos frente a un momento de impredecibilidad enorme.
– ¿Y cuál es la alternativa entonces?
–Ser adaptativos es fundamental. A nivel latinoamericano la situación es muy compleja, nosotros estamos en México, Chile, Colombia y Costa Rica; y en cada país se tienen situaciones muy diferentes, siendo Chile quizás el peor con 5.000 casos al día y 200 muertos diarios, eso es muy duro porque es una nación que tomó decisiones con cuarentenas menos fuertes al principio, más por zonas, y la situación se salió de control.
Panorama latinoamericano
– ¿Cómo ha sido la situación en Chile?
–Chile tiene un Gobierno que se había preparado bien para la parte económica, que tiene su fondo del cobre, con una disciplina fiscal muy fuerte y con políticas para respaldar a los sectores. Existen modelos para apoyar a las empresas con el 70% del salario de los empleados si la compañía no hace despidos.
– ¿Y en México?
–En México tenemos un negocio de energía renovable, es grande, se trata de 800 megavatios (MW) en alianza con nuestro socio Actis de Inglaterra. Desde el punto de vista de la pandemia no se ve mayormente afectado porque tiene contratos de largo plazo, 70% en dólares.
En México los problemas son otros. Hay un tema de credibilidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, una visión de un mandatario que quiere regresar a una economía más de fósiles y de petróleo.
– ¿Cómo van los restaurantes OMA y Presto en Colombia?
–En Colombia van mal. Tenemos un 20% de la cadena de cafeterías OMA y de los restaurantes de comida rápida Presto. El problema es qué hace uno con los empleados, cómo uno puede mantener el máximo posible de los trabajadores sin que la empresa pierda sostenbilidad, es casi cómo entrar en un congelador de la mejor manera posible para después regresar.
Presto es líder en delivery en Colombia y entregamos más de 300.000 hamburguesas por mes, eso nos ha ayudado, pero sí es una industria muy afectada.
– ¿Cuál es la condición de Alquería en Colombia?
–Este negocio va muy bien, la leche y sus derivados son artículos de primera necesidad, entonces realmente hemos podido mantener las ventas del año pasado y las utilidades andan parecidas. El trabajo más bien tiene que ver con cómo mantener inocuidad, cómo asegurarnos de que los 5.000 empleados no se enfermen. Hasta ahora solo cinco de los colaboradores se han contagiado.
– ¿Cuál es la situación de Mesoamérica en Costa Rica?
–Acá nosotros habíamos vendido nuestro negocio de energía hace un par de años, pero estábamos con la inauguración de la universidad que trajimos de Dinamarca, el Copenhagen Institute of Interaction Design (CIID), arrancando con la primer maestría, de hecho ya hay 27 estudiantes en el país, tenemos personas de Japón e India que están en Costa Rica. Ha sido complejo porque obviamente tienen que estar en cuarentena, los profesores que vienen del exterior a dar las clases no pudieron viajar y tuvieron que hacerlo en línea y es una maestría en diseño interactivo entonces la experiencia se complica.
– ¿Cuál es su lectura en el área económica?
–En esa parte creo que estábamos pésimamente mal preparados para recibir una pandemia, es un país que tiene muchos años de una gran irresponsabilidad fiscal sobre todo. Un Estado anquilosado, que no cumple sus funciones principales, un déficit fiscal que rondaba el 7% de la producción nacional, un desempleo del 13%, con una situación institucional complicada, difícil para hacer negocios, cargas sociales más de doble que países como Chile, cargas impositivas que cuando se suman todos los impuestos llegan al 58%.
La mezcla de estas cosas, en donde ya los que pagan impuestos destinan mucho dinero para ese fin, y aun así el Estado tiene un déficit fiscal alto, con un Gobierno que tiene poca voluntad de hacer cambios (...), todo esto se agravó con la pandemia.
¿Qué debería hacer el Gobierno en esta coyuntura?
El Estado debería entrar muy fuerte a pensar fuera de la caja, hay que valorar cuáles instituciones se deben vender, cuáles deben cerrarse, cómo se hace un sector público bastante más eficiente. En este punto la disyuntiva está en que no se quiere contribuir con más desempleo, pero sí se debe solucionar esa tensión entre el desempleo y un sector público absolutamente ineficiente. Debe pasar por eliminar pluses, pensiones de lujo y bajar los costos de producción.