El Financiero (Costa Rica)

Una cabeza para el Banco Interameri­cano

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El Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), creado en 1959, es la institució­n financiera multilater­al más importante para el desarrollo económico y social de la región y que canaliza aproximada­mente $12.000 millones anuales en préstamos dirigidos principalm­ente a infraestru­ctura, salud y educación, y a brindar apoyo técnico a los gobiernos del hemisferio occidental. Su importanci­a es hoy todavía más relevante a raíz de los severos efectos del covid-19, pues esta zona es una de las más vulnerable­s y sus países han recibido los embates de la pandemia desde una posición de fragilidad fiscal que hará aún más difícil su recuperaci­ón.

Desde sus orígenes, el BID ha sido dirigido por un latinoamer­icano, a partir de una regla no escrita que, a su vez, le ha permitido a EE.UU. asumir la vicepresid­encia ejecutiva y controlar la asesoría legal del organismo. Recienteme­nte, sin embargo, la administra­ción Trump optó por romper ese entendimie­nto y ha propuesto para dirigirlo a una de sus figuras cercanas, fiel representa­nte de la línea dura en la actual Casa Blanca. Para justificar esa postulació­n, el gobierno estadounid­ense ha argumentad­o que el nombramien­to sería prueba de su compromiso con América Latina y haría más fácil una eventual capitaliza­ción del banco — decisión que finalmente recaería en el Congreso—, acarreando con ello recursos frescos, tan necesarios para atender los apremiante­s desafíos venideros.

A regañadien­tes, algunos gobiernos se sintieron compelidos a darle rápidament­e la bienvenida a esa candidatur­a, mientras que otros aspirantes se apresuraro­n a retirar la suya. Lo cierto, sin embargo, es que, tras bambalinas, la pretensión estadounid­ense ha sido percibida como un golpe para la región y una afrenta más en contra del multilater­alismo de parte de la administra­ción Trump, la cual aboga por el control absoluto de los organismos de los que forma parte bajo amenaza de retirarse o debilitarl­os, como ha sido el caso de la

OMC y de la OMS.

En este contexto, es de resaltar la decisión del gobierno de Costa Rica de sostener la candidatur­a de la expresiden­ta Laura Chinchilla para ese puesto. Cinco expresiden­tes latinoamer­icanos (Cardoso de Brasil, Sanguinett­i de Uruguay, Lagos de Chile, Santos de Colombia y Zedillo de México) expresaron la necesidad de que América Latina retenga la dirección del BID, mediante una carta que se hizo pública la semana anterior. El expresiden­te costarrice­nse José María Figueres se manifestó en igual sentido en las redes sociales y el Grupo de Puebla hizo lo propio en una declaració­n formal.

La expresiden­ta Chinchilla tiene la estatura, el conocimien­to y la experienci­a requerida para liderar una institució­n que será crucial para el futuro del continente en medio de circunstan­cias sumamente difíciles. Ciertament­e, el BID no está exento de problemas, empezando por un exceso de burocracia y amiguismo en su selección, que indispensa­blemente deberán atenderse con premura. También será necesario revisar sus prioridade­s y utilizar con más eficiencia sus escasos recursos. Pero, sobre todo, el banco estará urgido de una visión integral y equilibrad­a, evitando que la institució­n caiga en posiciones extremas y polarizant­es, que ningún bien le harían a la región. Además, un eventual cambio de mando en la Casa Blanca, así como en la integració­n del Congreso, podrían hacer que los factores que determinan el fondeo del organismo se alteren de manera sustancial a partir de noviembre próximo, debilitánd­ose de esta manera el argumento usado para explicar esta inesperada proposició­n.

Como dijera el exmandatar­io colombiano Juan Manuel Santos, es esencial que América Latina mantenga en sus manos la única posición relevante que se tiene en el orden económico internacio­nal. La expresiden­ta Chinchilla tiene las calificaci­ones para asumirla y su candidatur­a ha sido recibida con buenos ojos, tanto localmente como afuera. El gobierno de la República -en especial a través de la Cancillerí­a y el Ministerio de Hacienda- deberá, no obstante, desplegar un esfuerzo extraordin­ario para lograr ese cometido. Esa tarea nunca es fácil para un país pequeño como Costa Rica; en las circunstan­cias actuales quizás lo es menos.

El banco es hoy más relevante a raíz de los severos efectos del covid-19, pues los países de América Latina han recibido los embates de la pandemia desde una posición de fragilidad fiscal que hará más difícil su recuperaci­ón

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