Marcha atrás en apertura de la economía
El aumento mundial en casos de covid-19, un millón en ocho días, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha obligado a volver a medidas restrictivas anteriores.
Alemania, Portugal, Corea del Sur, Uruguay, países que habían enfrentado bien la primera ola de la pandemia han tenido que retroceder, después de aperturas graduales. Países no tan exitosos en el control del virus como EE. UU., Rusia, Brasil, han visto incrementarse el número de casos y no salen de la primera ola.
En Costa Rica el gobierno pospuso la fase tres acudiendo al principio de precaución, entendido este como un conjunto de medidas de protección adoptadas ante una situación en la que existe un riesgo, científicamente posible pero incierto, de infligir un daño a la salud pública.
Hizo bien el gobierno en posponer, ante el aumento de los casos en la zona norte y las barriadas populares en San José, frente al riesgo, la responsabilidad era proteger. Las airadas reacciones de algunos se explican por sufrimiento social, pérdida de empleo y las empresas arruinadas, particularmente las micro, pequeñas y medianas empresas.
El equilibrio
El gobierno debe buscar aminorar el daño, pero este no es excusa para las vías de hecho y ruptura con la legalidad. El estado costarricense ha mostrado la fortaleza de sus instituciones, tenemos una de las tasas más bajas de mortalidad por covid19 0,56 y superamos a países desarrollados con 44 casos por 100.000 habitantes, mientras que Dinamarca, Noruega, California e Inglaterra tienen 220,161,467 y 284,6.
El reto es mantener un adecuado equilibrio entre proteger vidas y aminorar las consecuencias sobre la producción. El ritmo de la pandemia no lo marca ni el Ministro de Salud, ni el Presidente, sino la dinámica del virus que solo puede ser abordada desde la epidemiología, asistida por otras disciplinas y el compromiso personal.