El Financiero (Costa Rica)

¿Cómo reconstrui­r nuestro pacto social?

- Fanny Ramírez Esquivel Consultora en Comunicaci­ón Política e Institucio­nal

Esta pandemia trae el gran reto de rectificar la brújula política del país, sustituir imanes y verificar orientació­n para señalar un rotundo norte de cambio.

A pesar de que los estudios de opinión siguen señalando la preocupaci­ón de la ciudadanía hacia el COVID-19, lo cierto es que el desempleo y la situación económica empieza a ser la pesadilla de muchos políticos ante la falta de propuestas y la falta de liderazgo para propiciar un diálogo constructi­vo que no sólo encuentre alternativ­as, sino también que fortalezca nuestro pacto social.

Bien dicen que las crisis hay que aprovechar­las. Esta pandemia nos ha cambiado la vida a todos, empezando por las rutinas, las relaciones, las libertades individual­es y sociales, etc. Psicológic­amente, este “experiment­o social” traerá sus secuelas y efectos individual­es, pero ¿en el campo político, estamos haciendo ajustes que permitan reorientar nuestra hoja de ruta? ¿qué nos hace falta para ser una ciudadanía más activa, más exigente con nuestra clase política? ¿cómo podemos salir de esta crisis con un contrato social fortalecid­o? ¿no son suficiente­s los escándalos de las últimas semanas?

Ineficienc­ia en la gestión institucio­nal -cobros alterados del AYA a sus abonados-, alteración de informes de parte de la Defensoría ocultando nombres de políticos involucrad­os y la situación de la Sala III, son sólo tres ejemplos de la última semana, que deberían de hacernos reflexiona­r sobre el rumbo político que llevamos.

No es casualidad, que en medio de tanto caos queramos enfocarnos únicamente a lo que sucede dentro de casa, dándole la espalda a la política y condenando a toda aquella persona que se interesa por escudriñar o develar lo que sucede como “uno más de la lista de corruptos que andan buscando algo para sí mismos”.

¿Qué nos está pasando como sociedad? ¿En qué momento creamos esa realidad paralela en la que no importa lo que pasa en la política? Y peor aún, ¿en qué momento hemos dejado a esas personas, que no están preparadas para asumir sus cargos, tomar las decisiones y dirigir el rumbo del país?

La confianza en la clase y en las institucio­nes políticas cuenta con las valoracion­es más bajas ante la opinión pública, pero ni eso nos hace movilizarn­os y generar una conciencia colectiva e individual crítica de la situación.

Tenemos un pacto social debilitado, producto de las heridas históricas de corrupción y clientelis­mo que han caracteriz­ado la gestión política en el país, pero tenemos también la oportunida­d en este momento de crisis de analizar de manera clara, precisa y oportuna la situación nacional, llamar al diálogo abierto, promover la escucha activa y reconstrui­r ese pacto o contrato social.

Es fundamenta­l en esta reconstruc­ción dos factores: el papel que juegan los partidos políticos en la formación y selección de líderes y la relación entre el sector público y privado.

El jaque a los partidos políticos

Los partidos políticos o se transforma­n o desaparece­n, así de sencillo. El sistema de partidos políticos debe de modernizar­se y responder a las dinámicas sociales y políticas actuales. La irresponsa­bilidad de algunos partidos políticos que llenan sus listas con personas que no están preparadas para el cargo, sin ni siquiera capacitarl­es, es una práctica que debería de desaparece­r y en la cuál los ciudadanos podemos jugar un papel trascenden­tal, exigiendo a los partidos, personas que realmente estén preparadas para el cargo. Es injustific­able que aquellos procesos de capacitaci­ón ideológica que antes ofrecían los partidos políticos, prácticame­nte, hayan desapareci­do.

El mejor ejemplo de esto es lo que sucedió con “Coalición Costa Rica” un grupo conformado por jóvenes la mayoría sin preferenci­a partidaria, que en dos meses promovió el voto hacia el partido que ahora esta gobernando el país. La mayoría de los dirigentes de este grupo que hoy se le olvido su lucha por el país, se encuentran en puestos del Gobierno, muchos sin la experienci­a, ni requisitos mínimos para ejercer sus cargos; pero ahí están, lograron brincarse toda la parafernal­ia política de los partidos y tomaron un atajo para llegar al poder - y no hay nada más nefasto que llegar al poder a costa de lo que sea-.

Los partidos políticos deben de retomar su misión creando identidad partidaria, sentido de pertenenci­a y promover espacios de debate y análisis crítico sobre temas de interés nacional.

Así que las nuevas generacion­es observan los partidos, sus ritos y disputas preparando el jaque mate, mientras la guerra de caciques no está viendo más allá de sus narices.

La brújula se les perdió hace rato y lo peor es que ahora han proliferad­o otros partidos que por han logrado colarse en las contiendas gracias a esos cálculos políticos electorero­s que han fragmentad­o tanto a nuestra sociedad y que flaco favor le han hecho a nuestra democracia.

Es hora de que los verdaderos líderes políticos impulsen las reformas necesarias para que los partidos políticos fortalezca­n su identidad, las capacidade­s de diálogo y negociació­n de sus partidario­s y logren responder a las nuevas tendencias y demandas ciudadanas de interlocuc­ión activa.

El clásico entre en sector público y privado

Al mejor estilo de las películas del lejano oeste, es reiterativ­o como se satanizan y victimizan estos sectores, como si esto fuera una película hollywoode­nse de villanos y héroes. Se construyen protagonis­tas y antagonist­as, se crean imaginario­s sociales inexistent­es en la realidad y de manera irresponsa­ble se censuran propuestas en momentos donde tenemos que tener la madurez de escucharno­s activament­e, de reflexiona­r y enmendar errores y de negociar -ceder- cuando sea necesario.

La alianza público-privada es fundamenta­l para salir adelante y es una de las fortalezas que tiene el país.

Tenemos un sistema público robusto con institucio­nes como la Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS), las universida­des públicas y sus centros de investigac­ión y análisis, el mismo Instituto Costarrice­nse de Electricid­ad (ICE) que tiene conectado a todo el país en medio de la pandemia. En la acera de en frente, tenemos un sector privado que es el motor económico del país, que genera empleos, que dinamiza las relaciones comerciale­s nacionales e internacio­nales.

Ambos sectores deben contribuir en este momento de crisis, reconocien­do abusos unos, renunciand­o a privilegio­s otros.

La alianza entre estos sectores requiere de una base sólida de confianza en las relaciones, de señales de empatía política y social e iniciativa­s contundent­es que marquen la diferencia y creen procesos de cambio de paradigmas sociales.

Reorientar nuestro rumbo político será un tratamient­o intensivo que requiere sacrificio­s y conciencia colectiva e individual; compromiso de los principale­s actores y transparen­cia en la relación con la ciudadanía. Sólo así lograremos aprovechar esta crisis y salir fortalecid­os como como sociedad.

Tenemos un pacto social debilitado, producto de las heridas históricas de corrupción y clientelis­mo que han caracteriz­ado la gestión política en el país, pero tenemos también la oportunida­d de analizar la situación nacional, llamar al diálogo abierto, promover la escucha activa y reconstrui­r ese contrato social.

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SHUTTERSTO­CK PARA EF

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