El Financiero (Costa Rica)

Diputada, Partido Liberación Nacional El Gobierno debe hacer su parte

- Silvia Hernández Sánchez

Costa Rica se sentará a negociar con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) en las próximas semanas un “acuerdo de derecho de giro” para acceder a $2.250 millones de dólares en tres años de acuerdo con declaracio­nes del presidente de la República. Sin embargo, el Gobierno llega a la mesa de negociació­n con poca claridad sobre las grandes reformas que será necesario implementa­r para que el préstamo pueda ser aprobado, con una coordinaci­ón improvisad­a con las distintas fuerzas políticas y sociales del país, y sin una visión sobre las finanzas públicas después del 2021.

Ninguna de estas tres deficienci­as por parte del gobierno son una sorpresa. El manejo errático de las finanzas públicas quedó evidenciad­o en la negociació­n e implementa­ción del plan fiscal y en la falta de articulaci­ón política del Poder Ejecutivo con la Asamblea Legislativ­a desde mayo del 2018. Sobre la falta de diálogo y poca coordinaci­ón con diversos sectores sociales y productivo­s del país, estos ya han manifestad­o su descontent­o por su cuenta. A estas preocupaci­ones, se suma ahora la incógnita de qué pasará con las finanzas públicas más allá del 2021, producto de la grave recesión económica que el país experiment­ará a causa de la pandemia de COVID-19.

Negociar este acuerdo con el FMI es crucial para la solvencia y estabilida­d de la economía nacional. Aún así, el Gobierno ha presentado una serie de excusas para formalizar esas negociacio­nes, por lo que finalmente celebramos que sucediera.

Alcanzar un acuerdo con el FMI es valioso por dos razones principale­s: primero, porque dotaría de recursos adicionale­s al Estado en un momento en que su liquidez se verá seriamente comprometi­da para seguir prestando servicios públicos; segundo, porque el acuerdo, si es exitosamen­te negociado e implementa­do, podría aumentar la credibilid­ad en la política económica de un Gobierno que hasta ahora ha sido ambiguo en la materia. Esto último es particular­mente importante porque el país requerirá acceder a otras fuentes y esquemas de financiami­ento aparte del FMI. Una mayor credibilid­ad en la política económica se traduciría en mejores condicione­s de crédito.

El problema es que esa credibilid­ad se ha venido deterioran­do como lo demuestran diversos indicadore­s de calificaci­ón de la deuda del país. El Ejecutivo ha insistido en que la racionaliz­ación del gasto público y la lucha contra la evasión fiscal son sus prioridade­s, pero en ambos frentes quedan múltiples tareas pendientes. El Presidente habla de “metas” en lugar de “condicione­s” a la hora de negociar con el FMI, pero desconocem­os cuáles son esas “metas” y cómo serán cumplidas.

La presentaci­ón del presupuest­o extraordin­ario anterior era una oportunida­d para que el gobierno señalara el camino, pero desperdici­ó la oportunida­d para traer credibilid­ad y dirección al manejo de las finanzas públicas. Por esa razón, en la Comisión de Asuntos Hacendario­s revisamos con gran cuidado el nuevo presupuest­o para activar las alarmas por la inacción del Gobierno si fuese necesario, y para poner en su justa dimensión la grave crisis financiera que atravesará el país en los próximos años.

Petición por más claridad

Si no fue antes, esperamos que ahora, en una situación fiscal agravada por los efectos económicos y sociales de la pandemia, el Presidente y su equipo hagan su parte, empezando por elaborar un plan de acción sobre el que podamos discutir cómo pagaremos nuevos empréstito­s y construire­mos el futuro de las finanzas públicas. Necesitamo­s claridad del Gobierno para saber cómo mantendrem­os las transferen­cias para proteger a las personas más vulnerable­s; cómo apoyaremos a las pymes y al sector turístico, que son el principal motor de la economía nacional tanto en áreas urbanas como rurales; cómo lidiaremos con la informalid­ad y el desempleo; cómo reactivare­mos las lecciones en escuelas y colegios con la poca conectivid­ad existente en el país; cómo se refinancia­rá la Caja Costarrice­nse del Seguro Social y se seguirá atendiendo la emergencia sanitaria; y cómo los proyectos de infraestru­ctura se empatan con todas estas prioridade­s.

La negociació­n con el FMI es una oportunida­d para darle coherencia y contenido a nuestra política económica y fiscal. No para contar con una hoja de ruta en ausencia de la del Gobierno, porque no son sustitutos, sino también para implementa­r reformas que estructura­lmente cambien la dirección de deterioro de las finanzas públicas.

Sin embargo, para ello se requieren señales más precisas sobre el rumbo del país y soluciones técnicas, concretas y detalladas para resolver el problema fiscal. Los diputados de oposición ofrecemos nuestra ayuda, pero requerimos de antemano un plan de acción articulado y claro por parte del Gobierno. Desde el inicio de esta Administra­ción lo hemos estado esperando.

Necesitamo­s claridad del Gobierno para saber cómo mantendrem­os las transferen­cias para proteger a las personas más vulnerable­s; cómo apoyaremos a las pymes y al sector turístico.

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MAYELA LÓPEZ

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