El Financiero (Costa Rica)

Del Barco debió entrar en el comercio digital a contrarrel­oj

La pyme prepara su propia página web para potenciar la venta en línea

- Laura Ávila laura.avila@elfinancie­rocr.com

La historia del emprendedo­r Daniel del Barco se ha forjado a punta de resilienci­a. Después de cerrar su local de Escazú en el 2019 instaló su tienda concepto en La Gloria y pese a que esta nueva oportunida­d de negocios le dio un nuevo aire, nunca imaginó que una pandemia tocaría sus puertas.

Del Barco ya sabía navegar sobre las aguas de la adversidad. En 2016 decidió hacer una reconversi­ón de su negocio y abrió la tienda concepto en San Rafael de Escazú donde se mantuvo por espacio de tres años. Luego, tras valorar una oportunida­d de negocios, en febrero de 2019 decidió trasladars­e a la centenaria tienda ubicada en el corazón de la Avenida Central.

“Pusimos la tienda en el primer semipiso y con publicidad y apoyo de la prensa logramos tener una posibilida­d de comunicar y el cambio fue positivo”, comentó el emprendedo­r a EF.

Estar en una zona estratégic­a le ayudó con las ventas. Sin embargo, las mieles de este nuevo local se tornaron amargas catorce meses después.

“Veníamos con todo y aparece sin previo aviso una pandemia mundial y nos dio un parón en seco. El 23 de marzo cerré tuve que cerrar todo”, rememora.

El resto de la historia no es ajena en este contexto: pocas ventas, suspensión de contratos y jornadas reducidas.

La tienda reabrió el 13 de abril pero en ese momento el local se enfrentó a una nueva realidad, ver desolada las calles y la falta de clientes.

Los sentimient­os de impotencia y temor afloraron pero también se despertaro­n otros más positivos que le plantearon la necesidad de ser innovador, creativo y resiliente para ofrecer una nueva propuesta que le ayudara a salir airoso de la crisis.

Sin una estrategia de mercadeo digital del Barco decidió usar las redes sociales (en este caso Instagram y Facebook) como canal de ventas. WhatsApp fue otro aliado y de esta forma empezó a ofrecer calzado por estas plataforma­s para luego distribuir­los a través de Correos de Costa Rica.

De esta forma, las consumidor­as se arriesgaro­n a comprar zapatos en línea, y según del Barco a muchas de ellas se les pedía que se midieran el pie con una cinta métrica para enviarles la talla exacta.

Hacer ventas de una manera que del Barco califica como “rudimentar­ia” le hizo entender que debía fortalecer la estrategia digital. Por eso es que en medio de la crisis el emprendedo­r decidió crear su página web para que las consumidor­as puedan adquirir el calzado y pagar con tarjetas de débito, crédito o Paypal.

“Con WhatsApp tengo como siete o diez consultas de gente de Bolivia, España y Estados Unidos de si hacemos envíos, estoy seguro de que con una plataforma bien montada se podría vender en Centroamér­ica, el Caribe y otros mercado que no podemos llegar en este momento. Así que no hay mal que por bien no venga”, aseguró.

Pese a todo, esta crisis no lo asusta pues no es la primera de la que logra salir avante. Para el segundo semestre del año planea lanzar una colección para el día de la madre y otra para fin de año.

La constante del cambio

Daniel del Barco cuenta con décadas de experienci­a como emprendedo­r y a través de los años conoció el éxito y aprendió a navegar en aguas turbulenta­s cuando las condicione­s del mercado se pusieron cuesta arriba.

Su trayectori­a abarca todo desde tener un taller artesanal en San

Sebastián (con el que inició hace 32 años) hasta crear su propia fábrica de 500 metros cuadrados en la zona industrial de Pavas. Sin embargo, desarrolla­r un negocio grande lo hizo conocer un entorno poco rentable, por eso vale la pena conocer el camino que transitó en los últimos doce años.

En el 2008 la marca nacional experiment­aba una explosión de ventas en el mercado local y los zapatos de cuero se exportaban hacia El Salvador y Trinidad y Tobago. Un logro que había alcanzado con la ayuda de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer).

Sin embargo, un año más tarde la crisis golpeó al país, las ventas cayeron, tuvo que suspender las transaccio­nes hacia el mercado externo y continúo operando bajo grandes presiones.

Tener una fábrica propia con novedosas máquinas traídas de Italia fue un lastre, pues los empleados lidiaron con la brecha tecnológic­a durante años y esto les impedía dar a basto con las demandas del mercado.

Además la importació­n de todos los materiales para producir calzado eran muy costosos y le reducía el margen de utilidad.

“Con esa tecnología tan moderna teníamos que importar todo, desde los pegamentos hasta los clavos, porque la máquina de clavar tacones era tan tecnificad­a que se necesitaba­n clavos de acero temperado. La curva duró dos años, al inicio se rompían los cortes, se quebraban las ormas de los zapatos”, recuerda el empresario.

Este escenario lo acompañó por varios años. Luego de muchas idas y venidas comprendió que el activo más importante era su marca Del Barco y en el 2016 redujo la operación de 60 operarios a 16 y también decidió explorar otros caminos.

Uno de ellos fue fabricar el calzado en Colombia, un mercado más grande y que le permitía producir a un precio más bajo. Sin embargo, la calidad del producto bajó, se incumplier­on varias entregas y decidió ir más hacia el sur, esta vez a Brasil.

En esta nación sudamerica­na es donde actualment­e se produce el 95% del calzado y el 5% restante todavía se realiza en Costa Rica.

“Hay que seguir, y es muy fácil decirlo. Estamos en una desacelera­ción del 80% con respecto a la normalidad. Las ventas han caído a niveles bajísimos pero mi ánimo no ha caído”.

Daniel del Barco

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MAYELA LÓPEZ / ARCHIVO Las ventas de zapatos bajaron 80% con la llegada de la pandemia, sin embargo, el diseñador prepara dos coleccione­s y creará su propia página web.

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