¿Cuál debe ser nuestro norte ahora?
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la mitad de la fuerza laboral del planeta está en riesgo, pero particularmente los dos billones de empleados informales que han visto en unos pocos meses reducidos sus ingresos en más de un 60%.
En el caso de Costa Rica, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) reveló una tasa de desempleo del 20,1% pero si se considera el subempleo, este índice es mayor al 30%.
En nuestro país es una realidad que, en los primeros meses de la pandemia el foco fue “salud”.
En los próximos meses el enfoque del país debería ser un verdadero binomio: “salud + empleo” ya que sin ingresos no hay comida, no hay salud integral (física y emocional) y mucho menos bienestar.
Ante la imperiosa necesidad de generar empleo, tenemos dos caminos: esperar a que las empresas restituyan puestos de trabajo que están congelados o crear nuevos empleos a través del emprendimiento.
No me refiero a emprender “por mientras tanto” (subsistencia), sino a crear emprendimientos transformacionales.
Aquellos que nacen de emprendedores que saben anticipar cambios en los patrones de consumo y de vida, que entienden los retos a los que se está enfrentando el planeta y a partir de ellos, pueden diseñar soluciones para un futuro más seguro y con mayor calidad de vida.
La velocidad y la agilidad de un emprendedor para ver oportunidades y diseñar soluciones, es hoy más importante que nunca.
Afortunadamente tenemos en Costa Rica organizaciones como “Yo Emprendedor” que no solo conocen bien qué es lo que nos falta para fortalecer el ecosistema de emprendimiento, sino que además están llevando la formación y el acompañamiento a la gente que quiere emprender.
Al igual que países como Suiza, Suecia, Holanda, Israel y Corea del Sur, Costa Rica debería adelantarse a los tiempos y usar la COVID-19 como un trampolín que nos permita de una vez por todas, lanzar una estrategia robusta e integral para promover la innovación y los emprendimientos.