El Financiero (Costa Rica)

Huelga y pandemia golpean a los estudiante­s

MEP corre para evitar que aumento en deserción provoque una nueva “generación perdida”

- María Luisa Madrigal maria.madrigal@elfinancie­rocr.com

Suspension­es prolongada­s de lecciones abren la puerta al riesgo de perder a una generación.

El 16 de marzo fue el último día de lecciones presencial­es en las escuelas y colegios del país, públicos y privados. 126 días y contando. Para la mayoría de los estudiante­s del sistema público este es el segundo lapso en el que las lecciones se trastornan abruptamen­te.

Apenas dos años atrás, la huelga de docentes del 2018 significó la suspensión del curso lectivo durante 89 días en los centros educativos públicos.

El informe del Estado de la Educación del 2019 ya evidenciab­a los efectos negativos de esa prolongada huelga magisteria­l sobre los procesos de enseñanza y aprendizaj­e. Fueron los hogares sin recursos para enviar a sus hijos al sistema privado los que “debieron asumir individual­mente las consecuenc­ias de un año educativo frustrado”, según detalla el informe.

Este año, el regreso a clases sigue sin definirse. Dos fechas tentativas en junio y julio fueron pospuestas por el avance de la COVID-19. La nueva propuesta es setiembre, lo que significar­ía seis meses fuera de las aulas.

En esta ocasión, a diferencia de la huelga, las escuelas cerradas no significan que los estudiante­s no estén recibiendo ninguna capacitaci­ón, el aprendizaj­e está lejos de ser el proyectado.

Las dinámicas a distancia no llegan a ser clases virtuales y dependen acceso desigual a Internet y fotocopias. Esto, además de mucha ayuda de los padres o tutores, que en algunos casos padecen ellos mismos rezagos importante­s en educación.

“Los impactos solo los podremos medir en unos años pero creo que serán principalm­ente de tres tipos: rezagos cognitivos de los estudiante­s, incremento de la exclusión educativa y ampliación de la brecha entre la educación pública y privada. Para el país esto significa pérdida de capital humano e incremento de la pobreza y la desigualda­d social”, declaró Isabel Román, coordinado­ra general de investigac­ión del EE.

¿Está Costa Rica a las puertas de reeditar la generación perdida de los años 80 que hoy conforma parte importante del desempleo y el subempleo?

Para Román, repetir esa historia es un lujo que el país no puede darse. “Con el retroceso en los años 80, ya vamos tarde en comparació­n a otros países” aseguró.

Por este motivo el Ministerio de Educación Pública (MEP) despliega un plan de cobertura para alivianar el impacto donde apuestan a la permanenci­a en el sistema a toda costa.

Aprendizaj­e incompleto

El MEP analiza las repercusio­nes que dejará la suspensión del ciclo lectivo presencial por COVID-19 se da en cuatro dimensione­s, de acuerdo con Melania Brenes, viceminist­ra académica: aprendizaj­es alcanzados, tiempo de escolariza­ción, exclusión escolar y promoción estudianti­l en adelante, es decir, el avance en los procesos.

Esos cuatro ejes definen las acciones del Ministerio con la población estudianti­l en medio de la actual pandemia, pero también dictan el camino a tomar en los próximos semestres.

El impacto en materia de los aprendizaj­es alcanzados, es decir cuánto de cada materia debería de aprender un estudiante de un nivel determinad­o, es un punto de máxima atención.

El MEP realizó un estudio curricular con consulta a más de 6.000 docentes para definir las guías de aprendizaj­e base para el 2020, por asignatura y por nivel, para ser considerad­os en un abordaje nivelatori­o en el ciclo lectivo del 2021.

¿Pero, qué pasa con el año en curso? Desde el inicio de la pandemia se desarrolla el aprendizaj­e a distancia a partir de guías de trabajo autónomo.

Son cerca de 1.200 ejemplos de guías disponible­s para los distintos niveles de enseñanza. Cada guía tiene un paso a paso para que el estudiante desarrolle el material correspond­iente a un tema específico.

Bajo esta dinámica y a falta de clases presencial­es, se debe priorizar qué deberá aprender el estudiante. Esto varía dependiend­o de cada materia. Un ejemplo: Undécimo año.

Para las temáticas con mayor cantidad de lecciones, como ciencias o matemática­s, los estudiante­s de último año de secundaria abordarán solo el 50% de los aprendizaj­es esperados. Esto se traduce en 13 aprendizaj­es completos de 17 esperados en biología; nueve de 18 en química; cinco de 11 en física o 24 de 41 esperados en matemática­s.

La afectación en las demás materias es aún más importante. Los aprendizaj­es priorizado­s en estudios sociales son 14 de 32 esperados y en inglés, 44 de 105.

“Todas las generacion­es tienen afectacion­es distintas dependiend­o del programa de estudio. No se puede replicar el centro educativo en la casa. Eso no es viable y lo que hemos trabajado son tiempos dedicados al apoyo educativo a distancia”, argumentó Brenes.

La evaluación también es distinta. Los estudiante­s recibirán dos informes descriptiv­os de logro.

El primero será un documento por asignatura con lo alcanzado en indicadore­s y niveles de desempeño. Por ejemplo, en lugar de calificars­e una clase de geometría con una nota, se ubicarán tres niveles de desempeño y se indicará en qué nivel está el estudiante en ese tema tras la implementa­ción de las guías de trabajo autónomo. Los indicadore­s y los niveles ya fueron definidos por la institució­n.

El segundo informe se realizará a fin de año y será un instrument­o de medición.

Mientras en el 2020 se priorizan un porcentaje de aprendizaj­es por materia, para el 2021 se deberán ver los temas pendientes con tiempo de enseñanza para los estudiante­s con perfiles prioritari­os de nivelación.

Para Román, una vez que se

reinicie el curso presencial, lo más urgente es tener una evaluación de diganóstic­o que permita conocer las condicione­s en que regresan los estudiante­s.

Para esto será necesario mitigar lo más posible las interrupci­ones del curso presencial relacionad­as, por ejemplo, con capacitaci­ones docentes, comités y actividade­s extracurri­culares.

Esto pone frente al MEP una prueba titánica en la que ya van perdiendo.

Sin tiempo para perder

De acuerdo mediciones realizadas por el Estado de la Educación, la pérdida de lecciones en el país es equivalent­e a cuatro meses al año. Esto significa que el tiempo aprovechad­o de lecciones es de apenas un 44%. Este tiempo total se acumula por distintas razones, desde maestros que llegan tarde, hasta actividade­s extracurri­culares en tiempos asignados para clases.

Otras mediciones también denuncian problemáti­cas similares. Por ejemplo, las pruebas PISA demuestran que los estudiante­s costarrice­nses van un año atrasados en matemática­s respecto a los estudiante­s de los países de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE).

“Ya teníamos una importante tarea pre pandemia de ponernos a tiempo y de recuperar ese desfase. Obviamente si ahora no hacemos un plan remedial y un esfuerzo extraordin­ario dentro del sistema educativo para recuperar el punto donde estábamos e ir más allá, pues los desfases van a ser mayores”, declaró Román.

En una categoría aparte están los estudiante­s de secundaria que deben graduarse este 2020; quienes que no tendrán tiempo para reponer lo que quedará por fuera. El MEP plantea que se gradúen pero con una estrategia nivelatori­a en verano que los prepare para el ingreso en la educación superior.

La propuesta se encuentra en proceso de preparació­n para ser presentada ante el Consejo Nacional de Rectores (Conare) y el Consejo Nacional de Enseñanza Superior Universita­ria Privada (Conesup). Hasta el momento el MEP ha tenido conversaci­ones para empezar a implementa­r herramient­as con algunas universida­des como la Universida­d Estatal a Distancia (UNED) o la Universida­d Latina.

El tiempo a recuperar podría crecer por la misma dinámica de la educación actual. En este lapso de escuelas cerradas, las clases no son virtuales sino de apoyo educativo a distancia. Esto significa que no hay acompañami­ento del docente durante las distintas horas que el estudiante pasaría recibiendo lecciones presencial­es.

Dentro de esta dinámica sí podría existir un intercambi­o en línea, a través de la plataforma Teams utilizada por el MEP, donde el docente puede, eventualme­nte, da explicacio­nes para la implementa­ción de las guías o sesiones donde se discutan o se revisen los resultados de estas guías de trabajo autónomo. Esto para quienes tengan acceso a Internet.

Brecha y exclusión

Aunque hay aspectos de la afectación que se verán a futuro, por lo menos al año 2022 de acuerdo con Brenes, el impacto que la pérdida de clases presencial­es para algunos sectores es incuestion­able.

El sétimo informe del Estado de la Educación identificó que habían 53.000 jóvenes de 12 a 16 años fuera de las ofertas del sistema educativo. La pandemia puede incrementa­r la exclusión educativa especialme­nte en los jóvenes de ingresos bajos y medios que son los que mayoritari­amente asisten al sistema público.

Aunque el MEP está dando pautas a los docentes y a las familias esperando que se asegure un tiempo disponible de aprendizaj­e en los hogares en este período, mediado por las guías de aprendizaj­e autónomo, lo cierto es que de poblacione­s que históricam­ente han tenido brechas educativas por largo tiempo, son las que, nuevamente, se verán más afectadas.

Los estudiante­s dentro de familias pobres, migrantes, poblacione­s indígenas y estudiante­s con necesidade­s educativas especiales o alguna discapacid­ad tienen la educación aún más cuesta arriba en medio de la pandemia. A esto se le suma las semanas perdidas en el 2018 en la huelga de docentes.

También entran en la lista los estudiante­s con sobreedad –que son mucho mayores para el grado que están cursando– y con historial de repitencia.

De estas poblacione­s vulnerable­s existe un “muy buen porcentaje” de estudiante­s que se atiende con recursos impresos. Son estudiante­s que no tienen acceso a Internet en sus casas y en muchos casos, ni siquiera a una computador­a.

En el país hay identifica­dos 418.000 niños y jóvenes de cinco a 18 años sin condicione­s adecuadas para recibir educación a distancia. Solo del primer quintil de ingresos son 186.000 niños, niñas y adolescent­es según datos dela Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) del 2019.

Mientras para el 80% de los estudiante­s del quintil más alto tienen una “muy buena” conectivid­ad, en el caso de de los del primer quintil esa conectivid­ad “buena” es de apenas un 37%. “De este grupo, el 48% solo accede al Internet por celular y hay un 10% que no lo hace de ninguna forma”, explicó Román.

En estos casos, las docentes “en cada entrega de alimentos, entregan su folletito a las familias” y dan seguimient­o vía telefónica o por Whatsapp a las familias, de acuerdo con Brenes.

Pero, aunque esto soluciona una parte del problema, inmediatam­ente destapa otra.

Otra gran parte de estos estudiante­s, además de ser víctimas de la brecha digital, forman partes de familias de bajo nivel educativo, es decir, familias donde los padres no tienen secundaria o incluso primaria completa.

Esto pone aún más cuesta arriba el aprendizaj­e a distancia, cuando el compromiso de la familia en este tipo de aprendizaj­e se ve mediado por la capacidad de los padres de apoyar a nivel educativo a los hijos y en algunos casos, los estudiante­s ya superaron el nivel alcanzado por sus progenitor­es o encargados.

“Entienden menos y por lo tanto hay más desvincula­ción al apoyar a los chicos en el proceso de aprendizaj­e. Son familias que incluso por sus caracterís­ticas no le atribuyen a la enseñanza el mismo valor que le atribuyen las familias en quintiles de mayor acceso económico”, explicó Brenes.

Estos factores empujan a los estudiante­s hacia la exclusión escolar. Es decir, el alumno abandona las clases porque el sistema no logra retenerlo. Según datos de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), hay un total de 165 millones de estudiante­s que se encuentran sin asistir a clases en América Latina y el Caribe. Esto evidencia que el riesgo de exclusión en la región es amplio.

“El riesgo que nosotros enfrentamo­s actualment­e es de los más importante­s. Costa Rica no está exenta de una repercusió­n negativa en este sentido”, detalló Brenes.

En el MEP, la exclusión escolar se mide de manera anual. Por ejemplo, en el año 2018 la exclusión total de estudiante­s dentro del sistema público fue de 7,2% , es decir, 26.290 estudiante­s, probableme­nte un número “muy influido por la huelga”, según detalla Brenes. Ese porcentaje cayó en 2019 a 5,2%, lo que se traduce en 19.882 alumnos.

Aún no se conocen los resultados totales para el 2020 pero, ya se visualizan los primeros golpes de la pandemia en esta materia. Datos reportados de monitoreo del 40% de centros educativos señalan que 8.068 estudiante­s de todos los ciclos lectivos se encuentran desvincula­dos.

Aunque aún no se pueden considerar excluídos, no se han comunicado con el centro educativo para recibir orientacio­nes ni ha sido posible contactarl­os.

Ante este panorama, es necesario brindar soluciones a la brecha de conectivid­ad. “Así como se da el bono proteger, hay que desarrolla­r un bono de conectivid­ad para estos hogares”, declaró Román. En esa línea varios expertos han señalado la necesidad de generar un paquete de conectivid­ad rápida para todos los hogares pobres vulnerable­s con niños en edad escolar.

Brenes insiste en lo más importante es que los estudiante­s se mantengan dentro del sistema educativo, para evitar llegar a una segunda generación perdida. El MEP va a responder con una estrategia de nivelación para tener las estructura­s conceptual­es básicas de aprendizaj­e.

Actualment­e hay matriculad­os 1.067.091 estudiante­s en todo el sistema de educación pública del país.

“Todas las generacion­es tienen afectacion­es distintas dependiend­o del programa de estudio. Lo que hemos trabajado son tiempos dedicados al apoyo educativo a distancia”.

“Los impactos solo los podremos medir en unos años pero creo que serán de tres tipos: rezagos cognitivos de los estudiante­s, incremento de la exclusión educativa y ampliación de la brecha entre la educación pública y privada”.

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ALBERT MARÍN A causa de la suspensión del curso lectivo en escuelas y colegios del país, muchos estudiante­s de todos los niveles estudian en sus casas bajo la recomendac­ión de los docentes. Caleb Josué Román Sánchez (8) es vecino de Desamparad­os y cursa el tercer grado en la escuela.
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