El Financiero (Costa Rica)

Fonatel: Expectativ­as y realidades

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Con la aprobación del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamér ica y República Dominicana (Cafta) se rompió el monopolio del ICE en el mercado local de las telecomuni­caciones y se permitió la participac­ión de empresas privadas en la provisión de servicios de redes privadas, telefonía móvil y de Internet.

Durante la negociació­n y discusión del Cafta, una de las preocupaci­ones más relevantes fue que la apertura y la competenci­a pudieran limitar la posibilida­d de garantizar el acceso universal a dichos servicios. Por ello, en el acuerdo mismo, se estableció que “dicho proceso de apertura sería en beneficio del usuario y se fundamenta­ría en los principios de gradualida­d, selectivid­ad y regulación, y en estricta conformida­d con los objetivos sociales de universali­dad y solidarida­d en el suministro de los servicios de telecomuni­caciones”.

En consonanci­a con el tratado, al promulgars­e la Ley General de Telecomuni­caciones (No.

8642) y de Fortalecim­iento y Modernizac­ión de las Entidades Públicas del Sector Telecomuni­caciones (No. 8660), la Asamblea Legislativ­a desarrolló esos principios rectores (universali­dad, solidarida­d y beneficio del usuario) y creó el Fondo Nacional de Telecomuni­caciones (Fonatel), cuyo objetivo es, precisamen­te, garantizar que la telefonía e Internet lleguen a zonas y comunidade­s donde no exista este servicio. El fondo se nutre de las contribuci­ones parafiscal­es de los operadores y demás proveedore­s, así como de los pagos por concepto de concesione­s, multas e intereses, lo cual ha redundado en que, para el año 2019, Fonatel contara con un presupuest­o anual de más de $55 millones.

El modelo establecid­o por el legislador nacional parte de que los proyectos financiado­s por Fonatel sean consistent­es con el Plan Nacional de

T e l e c omu n i c a c i o n e s , definido por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomuni­caciones (Micitt), y que sean ejecutados sólo por los operadores y proveedore­s de los servicios de telecomuni­caciones. Estos ejecutores son, a su vez, selecciona­dos por la Superinten­dencia de Telecomuni­caciones (Sutel) mediante procesos concursale­s, la que también supervisa y fiscaliza la ejecución de esos proyectos. Además, la ley previó la posibilida­d de que los recursos se administre­n mediante la figura del fideicomis­o, a cargo de bancos públicos del sistema bancario nacional.

Esta compleja estructura funcional tenía como objetivos, por un lado, evitar una excesiva injerencia política en la gestión de ese fondo y, por el otro, protegerlo frente a las recurrente­s penurias fiscales que podría enfrentar la Hacienda Pública, de manera que se usaran efectivame­nte para lo que fue concebido. Sin embargo, tras más de una década de vigencia de la legislació­n, los resultados arrojados hasta ahora por Fonatel han sido bastante mediocres. En un inicio porque la ejecución de los fondos fue casi nula y, más recienteme­nte, porque la pandemia nos ha desnudado y dejado ver con claridad nuestras falencias en este campo: 40% de los hogares no tienen acceso a Internet fijo, la velocidad de subida es mala y el servicio es inestable y caro, lo cual ha dificultad­o en extremo la posibilida­d de teletrabaj­o de muchos; 500.000 alumnos de primaria y secundaria no tienen acceso a educación remota y el impacto sobre su futuro es escalofria­nte; y tenemos un gobierno digital que hace aguas diariament­e, solo para citar algunos de los problemas más evidentes.

Estos malos resultados han provocado que en la Asamblea Legislativ­a proliferen los proyectos para meterle mano a esos fondos. Estos van desde los que pretenden crear un bono de conectivid­ad hasta aquellos que crean un subsidio para las pensiones alimentici­as, o se asignen a capacitaci­ón tecnológic­a para adultos, se los endosen a fundacione­s privadas, o, incluso, el que se utilizen para el pago de amortizaci­ón e intereses de la deuda pública. Ciertament­e, las serias dificultad­es enfrentada­s desde su creación obligan a plantear cambios y promover una reforma integral al sistema. Para empezar, deberíamos cuestionar­nos la inteligenc­ia de encargar la administra­ción y supervisió­n de estos fondos a una entidad de carácter esencialme­nte regulatori­o, cuya vocación para concebir y desarrolla­r políticas públicas es inexistent­e, para quien el objetivo fijado por la ley está lejos de ser una de sus prioridade­s, y cuya naturaleza jurídica la escuda de enfrentar la responsabi­lidad política por sus fallos en esta área.

Para atender ese problema estructura­l podría explorarse la posibilida­d de replicar el esquema utilizado por el sector de comercio exterior, en donde un ministerio -órgano esencialme­nte político- tiene la responsabi­lidad de definir y dirigir las políticas públicas relacionad­as con la materia, mientras que una agencia de naturaleza más flexible se encarga de diseñar y coordinar la ejecución de los programas con sujeción a las directrice­s del Poder Ejecutivo y a administra­r los recursos generados por los aportes del sector.

En todo caso, sea cual sea la solución que finalmente se escoja, es fundamenta­l no perder el norte y rescatar siempre el objetivo primordial de estos recursos: evitar el rezago digital de un amplio espectro de la población en aras de asegurar la universali­dad del servicio. Si ese objetivo fue importante cuando se creó Fonatel hace más de una década, lo es todavía más importante hoy, pues esa brecha se constituye en un factor determinan­te de injusticia, exclusión y desigualda­d que, como sociedad, no debemos permitirno­s. Sería imperdonab­le que por atender los apremiante­s problemas actuales, condenemos a generacion­es enteras al abandono y a la pobreza.

Sea cual sea la solución que finalmente se escoja, es fundamenta­l no perder el norte y rescatar siempre el objetivo primordial de estos recursos: evitar el rezago digital de un amplio espectro de la población en aras de asegurar la universali­dad del servicio.

Tras más de una década de vigencia de la legislació­n, los resultados arrojados hasta ahora por Fonatel han sido bastante mediocres.

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