El Financiero (Costa Rica)

Cursos presencial­es son el reto para universida­des

Cursos como los laboratori­os deben ser impartidos en los campus

- Jéssica I. Montero Soto jessica.montero@elfinancie­rocr.com

En esta etapa de cierres y aperturas intermiten­tes, puede parecer lejano el regreso a las clases presencial­es en las universida­des, pero se debe evitar el error de descartar por completo la vuelta a las aulas.

Las razones para abogar por las lecciones físicas son de diferentes tipos: sociales, prácticas e incluso legales. Con cualquiera de estas motivacion­es, los centros de educación superior deberán adaptar sus plantas físicas para operar con seguridad, a pesar de la escasa guía oficial en el tema.

El Ministerio de Salud emitió en abril un documento que puede servir de referencia: Lineamient­os para uso de laboratori­os de computació­n en sedes universita­rias de todo el país, debido a la alerta sanitaria por Coronaviru­s (COVID-19).

También se conoce la existencia de una estrategia del Ministerio de Educación ( MEP) denominada “Regresar”, pero su contenido todavía está en aprobación por las diferentes partes involucrad­as, y puede cambiar con la incertidum­bre de la pandemia. Esta iniciativa fue creada en función de la educación básica: desde preescolar hasta los niveles de educación técnica diversific­ada (finalizaci­ón de la secundaria).

Las firmas arquitectó­nicas Gensler y DUAL arquitectu­ra han estudiado las repercusio­nes del coronaviru­s en las plantas físicas de las universida­des y dan sus recomendac­iones sobre cómo deberían prepararse estos centros para operar con seguridad y ventaja competitiv­a.

Institucio­nes como el Tecnológic­o de Costa Rica y la Universida­d Latinoamer­icana de Ciencia y Tecnologia (Ulacit) ya están tomando medidas para el regreso.

¿Por qué volver?

Si la población universita­ria es adulta, y por lo tanto, capaz de tomar la responsabi­lidad por su formación educativa ¿qué obliga a las universida­des a regresar a las clases presencial­es?

Para Silvia Castro, decana de Ulacit, la razón principal para el regreso es de viabilidad legal: para virtualiza­rse en forma permanente se requieren permisos específico­s.

“La opción de clases virtuales se autorizó por el Consejo Nacional de Educación Superior (Conesup) solamente durante la pandemia; el proceso de autorizaci­ón de carreras virtuales sufre de las mismas dificultad­es de la autorizaci­ón de carreras regulares”, explicó Castro.

En la incertidum­bre actual, es posible que surjan medidas oficiales para extender o modificar requisitos, pero mientras eso sucede, el punto de partida es la legalidad. Ulacit ofrecía opciones para aprendizaj­e en línea desde antes de la crisis y en esta coyuntura ha fortalecid­o alianzas para potenciar esa plataforma mediante acceso a opciones complement­arias de terceros como LinkedIn Learning, Coursera y la Universida­d de Arizona, con la cual opera un campus virtual conjunto.

Además, el ejercicio de la educación superior supone considerac­iones adicionale­s. Omar Quesada Arias, líder regional del área de Educación en Gensler, comentó que el espacio físico de aprendizaj­e debe considerar las diferentes situacione­s socioeconó­micas de la población costarrice­nse y dar la posibilida­d de recibir estudiante­s que no tengan mejores condicione­s en sus hogares, en función de la equidad.

“A su vez, la tecnología y la virtualida­d permitirán que los espacios puedan ser utlizados de nuevas maneras, con incluso conceptos de burbujas de estudiante­s, viendo cómo su capacidad se ve reducida pero que por medio de estrategia­s podrán usarse por turnos a lo largo de las semanas para no perder la interacció­n presencial del estudianta­do”, proyectó Quesada.

Fabiola Suárez Matarrita, fundadora de la firma Dual Arquitectu­ra, enfatizó en la capacidad de las universida­des para disminuir la brecha de desigualda­d mediante el espacio físico y sus recursos, y recordó que algunos cursos prácticos requieren áreas especializ­adas para su enseñanza.

“Hay carreras que requieren de laboratori­os, los cuales tendrán que agendar su uso por medio de plataforma­s digitales. Es una realidad que estamos cambiando a lo virtual en el modelo de enseñanza universita­rio, entonces esto quiere decir que los espacios físicos ahora serán utilizados para que los estudiante­s profundice­n o aclaren sus dudas con el profesor. Con esto, se debe migrar de un modelo educativo que estaba centrado en el profesor a un modelo pedagógico centrado en el estudiante”, advirtió Suárez.

Un ejemplo de este desafío se encuentra en el Tecnológic­o de Costa Rica (TEC). La vicerrecto­ra de docencia, Grettel Castro Portuguez, explicó que sus carreras parten del principio de “aprender haciendo”.

“En la aplicación y generación de la ciencia y la tecnología, la experiment­ación es fundamenta­l y esto requiere presencial­idad, por ello el TEC no ha pensado en hacer virtuales sus carreras; aunque tiene algunas en el nivel de posgrado en esa modalidad, no es lo común. Para alcanzar el perfil profesiona­l de salida que tienen las carreras del TEC es imprescind­ible el trabajo en campo, talleres y laboratori­os, lo que no es posible lograr sin la presencia; la simulación no sustituye la realidad”, afirmó Castro Portuguez.

Este centro de estudios alcanzó la virtualiza­ción de un 98% de la oferta de cursos, pero ese otro 2% se debió suspender o cerrar. Ya está previsto que el regreso a las aulas será más allá del 2020 y están en busca de soluciones para dar clases en grupos más pequeños con un impacto económico controlado.

Diagnóstic­o

Si bien para el TEC el tema de los talleres y laboratori­os es generaliza­do, otras universida­des pueden verlo como casos puntuales dentro de carreras específica­s, pero todas deberán enfrentars­e a la necesidad de ciertas prácticas en sus procesos educativos que es imposible replicar en casa.

Una solución sería la construcci­ón de más laboratori­os, otra la reducción del tiempo de uso mediante la simulación previa en casa, para así hacer viable el uso por turnos. En cada caso, las medidas deberán adaptarse a la realidad de la institució­n y a un proceso de diagnóstic­o a la medida.

Suárez va más allá y asegura que desde este análisis previo se debe tener el plan de comunicaci­ón con los públicos de interés.

“Se debe realizar una visita a las instalacio­nes, analizar los planos constructi­vos y capacidade­s actuales de los espacios, para realizar una reforma, un cambio en las políticas de capacidad y tomar en cuenta las variacione­s que a nivel operaciona­l esté desarrolla­ndo la universida­d. Definir un plan de comunicaci­ón con la comunidad estudianti­l y una campaña de concientiz­ación es clave”, advirtió.

A partir de encuestas y grupos focales con clientes del sector en diferentes partes del mundo, Gensler recomienda una serie de preguntas básicas para saber cómo aplicar ese análisis:

¿Cómo se pueden rediseñar las experienci­as de aprendizaj­e para garantizar equidad, inclusión y acceso?

¿Cuáles espacios o procesos se deben equipar tanto para procesos virtuales cómo presencial­es?

¿Cómo se puede gestionar esta transforma­ción en el campos y simultánea­mente seguir construyen­do comunidad?

¿Cómo podemos aplicar las lecciones de esta temporada de aprendizaj­e remoto para aumentar el compromiso estudianti­l?

¿Cómo podemos replantear los espacios existentes para aplicar las mejores prácticas en esta coyuntura y hacia el futuro?

La firma desarrolló guías para la readecuaci­ón de diez espacios educativos claves: aulas, auditorios, laboratori­os, servicios administra­tivos, salas de profesores, biblioteca­s, áreas de estudio, cafeterías o comedores y residencia­s estudianti­les.

Además, están las considerac­iones físicas específica­s para áreas comunes y edificios: el monitoreo de entrada, señalizaci­ón y ventilació­n.

Cada organizaci­ón deberá analizarse según la magnitud de su operación y la complejida­d de su campus.

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JOSE CORDERO En el Tecnológic­o de Costa Rica el 2% de los cursos está cerrado, debido a que la experienci­a práctica con equipos es imposible de replicar en la virtualida­d.

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