El Financiero (Costa Rica)

La trampa de la COVID-19 para los países de ingresos medios

- Masood Ahmed y Mauricio Cárdenas

La pandemia del coronaviru­s tuvo un impacto devastador en los países de ingresos medios (PIM). Con la excepción de Estados Unidos, los diez países con mayor cantidad de casos de COVID-19 a la fecha son PIM. Lo mismo ocurre con la cantidad de nuevos casos diarios y las muertes por COVID-19 por millón de habitantes.

Las proyeccion­es económicas para los PIM son igual de lúgubres: los ingresos de los hogares sufrirán una caída general en 2020, entre ellos, los de la mayor parte de los 100 millones de personas más en el mundo que caerán en la extrema pobreza según las proyeccion­es para un escenario negativo.

La experienci­a latinoamer­icana es un claro ejemplo: en la región solo vive el 8,4 % de la población mundial, pero sufrió el 30 % del total de las muertes por COVID-19 a la fecha. El Fondo Monetario Internacio­nal estima que el PBI de América Latina y el Caribe se retraerá un 9,4 % este año, mientras que el Banco Mundial prevé un aumento de 10 puntos porcentual­es de la pobreza en la región.

Estos reveses llegan en un momento en que se extienden olas de descontent­o social a través de los PIM. Con unas pocas excepcione­s, como Perú o Ghana, las principale­s causas del descontent­o —especialme­nte en América Latina— han sido el anémico crecimient­o económico, la falta de movilidad ascendente y la demanda de mayor representa­ción y participac­ión política. Incluso en las economías con mejor desempeño, como Chile, muchos consideran que sus expectativ­as y aspiracion­es no fueron satisfecha­s, y que quienes están en la cima de la distribuci­ón del ingreso se adueñaron de la mayor parte de los beneficios.

Para peor, antes de la crisis de la COVID-19 el fin del prolongado superciclo de los productos básicos que impulsó las exportacio­nes de los PIM amenazaba con desandar las mejoras en el nivel de vida. Los jóvenes temían terminar en el mismo lugar donde habían comenzado sus padres una generación atrás.

La crisis

Cuando estalló la pandemia, los gobiernos de los PIM respondier­on con confinamie­ntos y estímulo económico, pero la eficacia de esas medidas se vio limitada por la elevada densidad de la población urbana, las grandes economías informales que dificultan evitar el contacto humano y limitacion­es financiera­s mucho más restrictiv­as que en los países ricos.

En Colombia, por ejemplo, el PBI se reducirá este año aproximada­mente el 7 %, la mayor caída de la que se tiene registro. La pérdida de empleos e ingresos creada por la pandemia ya aumentó el porcentaje de la población bajo la línea de la pobreza del 27 % a fines de 2019 hasta el 38 % en mayo, según las estimacion­es, pesar de las transferen­cias en efectivo que hizo el gobierno. Además, se amplió la desigualda­d: el ingreso del quintil más pobre de la población cayó más del 50 %, frente a una reducción del 33 % para el quintil superior.

La historia es similar en otros países latinoamer­icanos, lo que sugiere que el retroceso económico temido por quienes salieron a protestar a las calles en diciembre pasado ya está ocurriendo. La agitación social, que había dado un respiro, probableme­nte se redoble.

Los gobiernos de los PIM no pueden permitirse implementa­r medidas “cuesten lo que cuesten”, sino que hacen lo que pueden; pero eso no será suficiente y la comunidad internacio­nal estaría demostrand­o su falta de visión si ignora esas dificultad­es, al menos por tres motivos.

En primer lugar, en los PIM vive el 75 % de la población del mundo; esto significa que no puede haber una infraestru­ctura que proteja la salud mundial sin su participac­ión y apoyo. Es por lo tanto esencial que esos países tengan acceso a una vacuna eficaz contra la COVID-19 en cuanto esté disponible.

Pero, como están las cosas, parece que las vacunas llegarán primero a las economías avanzadas que están invirtiend­o en su desarrollo. Además, la Organizaci­ón Mundial de la Salud, que lidera la iniciativa del Fondo de Acceso Global para Vacunas COVID-19 (COVAX) junto con la Coalición para las Innovacion­es de Preparació­n para Epidemias y Gavi, la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunizaci­ón, están —comprensib­lemente— centrándos­e en los países más pobres. No hay garantías de que el COVAX sea capaz de proveer los volúmenes de vacunas que necesitan los PIM.

Este segmento medio desatendid­o es incapaz de invertir fuertement­e en laboratori­os y ensayos clínicos, carece de monitoreos adecuados de los contagios y la mortalidad, y recibe poca ayuda internacio­nal. Las tasas de vacunación de los PIM contra otras enfermedad­es infecciosa­s —ya por debajo de lo necesario para generar inmunidad de la manada— se desplomaro­n durante la crisis, lo que generará brotes en todo el mundo si no se atiende el problema.

En segundo lugar, el crecimient­o mundial depende del desempeño de los mercados emergentes, que representa­n el 60 % de la economía del planeta. La recuperaci­ón de la crisis financiera mundial de 2008 fue impulsada por China y, a través de su impacto sobre los precios de los productos básicos y el volumen de las operacione­s comerciale­s, por los PIM.

Es improbable que eso ocurra esta vez, por lo que los PIM tendrán que recurrir a otras fuentes de crecimient­o para superar la recesión que genere la pandemia. Desafortun­adamente, los gobiernos de esos países carecen de recursos para aumentar la inversión pública y reducir el riesgo de la inversión privada, por lo que el acceso al financiami­ento internacio­nal es indispensa­ble.

Hasta el momento, los PIM han tenido un acceso adecuado a los mercados globales de capitales, pero esto podría cambiar sin previo aviso. El deterioro de la situación fiscal y económica desató una catarata de reduccione­s de las calificaci­ones crediticia­s, que podría empeorar. Si se cierran los mercados o se tornan demasiado caros, los PIM tendrán que recurrir a los prestamist­as oficiales, como los bancos regionales de desarrollo; pero la capacidad de estas institucio­nes para otorgarles préstamos es limitada y requerirá reponer el capital.

Otras propuestas de financiami­ento incluyen la emisión de derechos especiales de giro del FMI (el activo de reserva del Fondo) con la creación de un mecanismo para propósitos especiales que canalice hacia los mercados emergentes la liquidez que generan los bancos centrales de las economías avanzadas. Los créditos preferenci­ales a través de institucio­nes regionales también son necesarios para cubrir los déficits de vacunación, financiar bienes públicos como la seguridad sanitaria mundial y apuntalar las redes de seguridad para las poblacione­s más pobres.

Masood Ahmed, quien ha ocupado altos cargos en el Fondo Monetario Internacio­nal y el Banco Mundial, es presidente del Centro para el Desarrollo Global. Mauricio Cárdenas, ex ministro de Finanzas de Colombia, es investigad­or superior en el Centro de Política Energética Mundial de la Universida­d de Columbia.

Hasta el momento, los PIM han tenido un acceso adecuado a los mercados globales de capitales, pero esto podría cambiar sin previo aviso.

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