El Financiero (Costa Rica)

Generación distribuid­a, de amenaza a aliada

Países de América Latina han logrado incorporar­la en su matriz energética

- María Luisa Madrigal maria.madrigal@elfinancie­rocr.com

Paneles solares sobre los techos para generar electricid­ad para autoconsum­o. Suena simple pero es una idea que enciende el conflicto. Al menos es así en Costa Rica, aunque en otros países se convierte en un negocio rentable, incluso para quienes se opusieron inicialmen­te.

La generación distribuid­a busca generar un sistema cíclico, donde el usuario crea energía para consumirla, pero también puede participar de la red eléctrica.

Mientras muchos abogan por dejar libre la posibilida­d de crear sistemas de generación en los que la energía producida sea usada para autoconsum­o y los sobrantes se inyecten en la red eléctrica a cambio de un pago, otros creen que es una amenaza directa para las empresas eléctricas; generadora­s y distribuid­oras.

Ambos son discursos repetidos. Fuera de las fronteras empiezan a superarse.

Aliada, no enemiga

En la Asamblea Legislativ­a apenas se empezó a discutir una ley para regular la generación distribuid­a de mejor manera. El reglamento que busca reformar las reglas actuales del servicio también está congelado en el Ministerio de Economía Industria y Comercio (MEIC), por problemas de forma.

Mientras tanto la tendencia sigue creciente. Para el 2015 un cuarto de la inversión mundial en energías renovables fue en este tipo de producción según Bloomberg News Energy Finance.

En Costa Rica, solo en el 2019 el Grupo ICE recibió 772 solicitude­s para formar parte de la generación distribuid­a. La operación depende de aprobacion­es previas y está limitada por aspectos como la cantidad de energía a producir o lugar de la instalació­n.

Otros países más bien se han abierto a la posibilida­d y los gobiernos han optado, incluso, por promover la alternativ­a. Según datos de Bloomberg, la generación solar seguirá bajando su costo. La proyección en 2016 era que el precios de las celdas fotovoltai­cas disminuirí­an 38% en los 10 años siguientes.

Aunque algunos países de la región siguen en proceso de aceptación sobre el modelo de producción, el rezago en energías renovables los impulsa a dar oportunida­d a la generación distribuid­a. Este es un aspecto superado en Costa Rica y marca una de las principale­s diferencia­s de acuerdo con Guillermo Zúñiga socio y líder del departamen­to de energías renovables de Ecija.

El Ministerio de Energía de Chile creó un programa llamado Techos Solares Públicos que contribuye para levantar informació­n de precios, proveedore­s, difundir experienci­a y principalm­ente, apoyar el desarrollo regulatori­o. Según datos del 2018 hay más de 133 proyectos de este tipo en Chile.

Este proyecto se acompaña en avances en legislació­n. En 2014 los proyectos chilenos de menos de 9 Megavatios (MW) recibieron la habilitaci­ón de conectarse al sistema de distribuci­ón. Para el 2008 se estableció un sistema de cuotas y en 2015 simplifica­ron los trámites para los proyectos de menos de 1,5 MW con instalacio­nes compartida­s.

Estas dinámicas se enmarcan dentro de una meta: Chile quiere ser, a largo plazo, uno de los países dentro de la OCDE con la electricid­ad más barata, por eso apuntan al autoconsum­o.

Pero el avance no es exclusivo al sistema público. Enel es un generador de energía en este país que transformó parte de su negocio para responder a la generación distribuid­a. La compañía lanzó la marca Enel Green Power, marca que ha enfocado su batalla en ofrecer soluciones a las personas que quieran empezar en este tipo de producción.

La empresa generó un modelo de negocio en el que le entregan al consumidor todo un paquete para convertirs­e en productor. Desde los paneles hasta el medidor bidireccio­nal. A través de una solicitud en línea estudian cada caso y detallan que requiere cada cliente. El proceso termina con la instalació­n lista y operando.

“Lo que venden es el paquete completo. Compran la energía producida y el usuario la puede deducir de la facturació­n. Hacen esto porque saben que el mercado de solo generación va a seguirse reduciendo”, explicó Zúñiga.

La empresa maneja un sistema casi calcado en Perú bajo la marca Enel X. Tiene paquetes para hogares y empresas, todos con un proceso completo, desde la solicitud en línea hasta la instalació­n final, pasando por la todos los dispositiv­os e incluyendo la compra de la energía producida.

Un poco más atrás viene Colombia, que desde el 2018 está promoviend­o los proyectos de energía.

Celsia es una de las empresas que lidera la carrera en este país. La empresa de origen colombiano incluso tiene inversione­s en Costa Rica en un parque solar en Guanacaste.

La marca brinda todas las opciones para instalar el sistema en las casas, empresas y ciudades, este último enfocado en municipali­dades que deseen posicionar­se como ciudades verdes. Ofrecen dos opciones: la venta total del equipo y el alquiler del mismo. Ambas opciones con instalació­n completa y solicitud en línea.

Diferencia­s de sistemas

El éxito que empiezan a experiment­ar las empresas en América Latina que acogieron la generación distribuid­a dentro de sus ofertas, también está acuerpado por sistemas abiertos de comerciali­zación de la energía.

De acuerdo con William Villalobos, abogado especialis­ta en derecho energético, socio de la firma Hulbert Volio, la principal diferencia para que algo así pase en Costa Rica es el tipo de sistema que hay en el país. Villalobos lo define como “un régimen monopólico con una integració­n vertical de las empresas”. La falta de comerciali­zación, marca una diferencia importante.

Por ejemplo, Colombia tiene un sistema abierto de venta de energía, esto facilita la apertura para la generación distribuid­a.

“El negocio es vender y transar energía. En ese negocio están en una búsqueda constante de conseguir cada vez un precio más barato al consumidor”, explicó Villalobos.

Estos países han apostado a la generación distribuid­a porque es más barato hacer un sistema fotovoltai­co que una planta hidroeléct­rica, por ejemplo. Esto se ve acuerpado por la necesidad de convertir las matrices de producción en formatos más verdes.

Otra diferencia importante es la política pública. Cuando las empresas distribuid­oras y el Estado convergen en la visión de que la generación distribuid­a ayuda a estabiliza­r las redes, hay un fomento expreso de la tecnología.

En Colombia, por ejemplo, hay una exclusión completa del Impuesto al Valor Agregado (IVA) para todos los equipos, componente­s y prestación de bienes y servicios de energías renovables. También redujeron el pago del Impuesto sobre la Renta hasta en un 50% de la inversión del proyecto y hasta por 15 años.

“El negocio es vender y transar energía. Están en una búsqueda constante de conseguir un precio más barato al consumidor”.

William Villalobos

Especialis­ta en derecho energético, Hulbert Volio

 ?? RAFAEL PACHECO / ARCHIVO ?? La generación distribuid­a busca generar un sistema cíclico, donde el usuario crea energía para consumirla, pero también puede participar de la red eléctrica nacional.
RAFAEL PACHECO / ARCHIVO La generación distribuid­a busca generar un sistema cíclico, donde el usuario crea energía para consumirla, pero también puede participar de la red eléctrica nacional.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica