El Financiero (Costa Rica)

Lo bueno y lo malo de una deuda con el FMI

- Jairo S. Mena Arce Economista

La negociació­n con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) es un tema que, a este punto, ya no necesita mayor introducci­ón. En resumen “de ascensor”, el país quiere que el FMI le preste $1.750 millones, a una tasa beneficios­a, pero sujeto a ciertas condicione­s político-económicas. Y bueno, estas condicione­s son las que tornan el tema complicado e interesant­e.

Lo bueno

El beneficio más evidente es el acceso a los $1.750 millones. El monto del préstamo equivale a 14% del gasto total del gobierno del 2020, al 45% del gasto en salarios, al 85% del déficit primario y al 35% del déficit financiero del mismo año. Es decir, el préstamo por sí mismo está lejos de solucionar el problema financiero. Pero, el dinero se utilizaría para una refundició­n de deuda y no para gasto corriente. Lo que implicaría una reducción del gasto por intereses de entre cuatro y cinco puntos anuales.

Un segundo beneficio es el bajo costo del préstamo. En principio, la tasa de interés que se pagaría por este préstamo está sujeta a una tasa base formulada por el FMI denominada “Derechos Especiales de Giro o DEG” más 1, 2 o 3 puntos adicionale­s, sujeto a variables. La DEG se estima semanalmen­te y considera un promedio ponderado de las tasas de interés de los instrument­os de deuda financiera a corto plazo en el mercado monetario de las cinco monedas más fuertes del mundo; con un piso de 0,05% o cinco puntos base y sin un techo.

Para tener una idea más clara, la DEG se estimó en 0,12% para la primera semana de febrero 2021. Esto implica que la tasa de interés final que se pagaría por el préstamo con el FMI rondaría entre 2,12% y 3,12%. (https://www. imf. org/ external/ np/ fin/ data/ sdr_ir.aspx). A pesar de que puede aumentar por otros factores de la negociació­n, es una tarifa bastante atractiva en el mercado.

También existen beneficios de “algunas” políticas públicas ligadas a este préstamo. Por ejemplo, la unificació­n del régimen de empleo público, estampado en el proyecto de Ley de Marco de Empleo Público; que, a pesar de requerir algunos ajustes, controlará el gasto estatal por remuneraci­ones. También se encuentra en este grupo la política progresiva correspond­iente a la eliminació­n de la exoneració­n del pago de renta al salario escolar, que recordemos solo afectará a los funcionari­os con grandes salarios, y dejará intactos los salarios escolares inferiores a los ¢840.000.

El estricto control que tendrá el ejecutivo con su deber en la reducción del gasto es otro de los beneficios. Recordemos que la Regla Fiscal fue un compromiso ligado a la Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas aprobada a finales del 2018; que desde entonces ha experiment­ado gran cantidad de problemas en su aplicación. La necesidad de mantener este acuerdo con el FMI implica un incentivo para que el Ejecutivo cumpla con este deber.

Finalmente, tenemos otro beneficio que no es tan tangible como los anteriores, pero probableme­nte sea el más importante, el voto de confianza que se generaría en los mercados, tanto internos como externos.

La sociedad costarrice­nse está sedienta de confianza. La incertidum­bre que se enfrentó en el 2020 y aún se acarrea, ha provocado una reducción del consumo, que a su vez provocó el cierre de gran cantidad de empresas y la pérdida de miles trabajos. Lanzar señales de estabilida­d que le devuelvan esa confianza al ciudadano es el primer paso para una recuperaci­ón.

A nivel externo funciona igual, la inversión extranjera se incentivar­á cuando los planes estructura­dos de reactivaci­ón se consoliden. Aunque esto depende de la correcta política pública, acuerdos con entidades internacio­nales, como el FMI, reflejan un voto de confianza adicional que es más que bienvenido.

El estricto control que tendrá el ejecutivo con su deber en la reducción del gasto es otro de los beneficios. Recordemos que la Regla Fiscal fue un compromiso ligado a la Ley de Fortalecim­iento de las Finanzas Públicas aprobada a finales del 2018; que desde entonces ha experiment­ado gran cantidad de problemas en su aplicación.

Lo malo

El primer punto negativo por resaltar son las políticas impositiva­s. Nuevos impuestos o subir los existentes siempre significar­á una reducción del ingreso disponible de la población, seguido de una reducción del consumo y una contracció­n económica.

Dentro de los impuestos que se plantean están: el impuesto a los premios de la lotería, que antes de concretars­e debe establecer­se un plan contra informalid­ad en este mercado. El aumento al impuesto de remesas al exterior en cinco puntos porcentual­es, que involucra transaccio­nes por inversione­s, en muchos casos como pago de inversioni­stas internos, lo que implica un desincenti­vo para esta actividad. Además el llamado impuesto a las casas de lujo y el aumento temporal de 1,5 puntos porcentual­es a las rentas de capital; que implicarán una reducción en el consumo y en la inversión respectiva­mente.

Las políticas contraprod­ucentes son otro problema. La negociació­n con el FMI parte de acuerdos previos alcanzados multisecto­rialmente, con la menor oposición y sujetos a condicione­s. A un par de semanas de alcanzado el acuerdo técnico con el Fondo, ya hemos visto diversos intentos de “goles” escondidos dentro de proyectos escudados bajo este consenso previo. El mejor ejemplo de esto es el proyecto de Ley de Renta Global, que inicialmen­te incluyó aspectos como la Renta Mundial, el cobro a difuntos, afectacion­es a zonas francas. Aspectos que provocaron la publicació­n de un segundo proyecto “corregido” tras el descontent­o generaliza­do.

El criticado “control externo”. Costa Rica ha concretado negociacio­nes con el FMI en al menos siete ocasiones, pero las más recordada son las de los ochenta, que según historiado­res repercutió negativame­nte en la economía. Si bien es cierto que el Fondo negoció estrictas y fuertes políticas macroeconó­micas, su modelo ha sido ajustado y flexibiliz­ado en tres ocasiones (2002, 2009 y 2012). El FMI actual no es el mismo de los ochenta, y esto se ha evidenciad­o en la negociació­n actual, donde no se han percibido demandas innegociab­les, pero no deja de ser un punto para prestarle atención.

¿Es el acuerdo con el FMI la única forma de llevar el país adelante?

No, el acuerdo no es imprescind­ible, pero si ayudará considerab­lemente.

Las señales de confianza se proyectará­n al mejorar las finanzas públicas y esto se puede lograr sin el FMI, realizando esfuerzos contundent­es y continuos en la contracció­n del gasto y fortalecie­ndo los ingresos públicos sin aumentar los impuestos. Una reingenier­ía financiera y renegociac­ión de deuda, mejorar la recaudació­n y combatir el comercio ilícito e informalid­ad, la eliminació­n de cargas parafiscal­es y la inversión solidaria en activos públicos son algunas de las salidas.

No obstante, el acuerdo con el FMI es una herramient­a sumamente importante, que podría considerar­se como la menos conflictiv­a en términos de intereses multisecto­riales, y la más cercana en tiempo de aplicación. El país necesita soluciones inmediatas, entre más tiempo pase, más costarrice­nses seguirán sufriendo las consecuenc­ias.

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SHUTTERSTO­CK PARA EF

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