El Financiero (Costa Rica)

Confinamie­nto golpeó a pulperías y sodas

Pequeños comercios cerca de empresas sufrieron por la ausencia de trabajador­es.

- Nicole Pérez nicole.perez@elfinancie­rocr.com

Para Vivian Chinchilla, dueña de una panadería y pulpería llamada Fusiones Gourmet, ubicada en La Sabana, el golpe de la pandemia fue drástico e inesperado, especialme­nte por el tipo de cliente al que le daban su servicio.

Su negocio, al ubicarse en una zona ejecutiva y comercial —al inicio de la pandemia— mucha de su clientela se trasladó al teletrabaj­o, dejando casi desolada la zona. Esto, se tradujo en una afectación casi del 90% en su facturació­n.

Así como esta comerciant­e, según datos de la Fundación para el Desarrollo Sostenible (Fundes), más de 9.600 puntos de venta pertenecie­ntes al canal tradiciona­l, entre ellos pulperías, minisupers, abastecedo­res, sodas y panaderías enfrentaro­n diversas consecuenc­ias derivadas de la pandemia y las medidas sanitarias.

Inicialmen­te la disminució­n del tránsito y las restriccio­nes tuvieron una afectación directa en las ventas, alrededor de un 50% de los negocios disminuyer­on sus ventas en comparació­n con el 2019.

Asimismo, los altos costos operativos, la digitaliza­ción, la competenci­a contra las grandes cadenas de supermerca­dos, así como la insegurida­d, fueron factores importante­s que impactaron la cadena de valor del canal tradiciona­l.

Pese a esto, las pulperías y abastecedo­res incrementa­ron la preferenci­a de los consumidor­es, en un 36% en el 2020 con respecto a un 25% en 2019, según el estudio anual de hábitos de consumo, hecho por la Asociación GS1 Costa Rica.

La frecuencia de compra de los consumidor­es cambió hacia la baja. Muchos de ellos, se movilizaro­n hacia el canal tradiciona­l para abastecer la cantidad de productos que se les iban agotando durante su período de compra mayor (quincenal-mensual).

“Iban en promedio de dos a tres veces por semana a la pulpería o abastecedo­r más cercano a su casa, para reabastece­rse de los productos que ocupaban más rápidament­e”, dijo Guillermo Varela, director ejecutivo de la Asociación GS1.

En esto concuerda la firma de estudios de mercado Kantar, que detalló a EF que durante el 2020, el 23% del volumen de las compras de consumo masivo se destinó a compras en canal tradiciona­l.

“El shopper tico gasta en cada visita a canal tradiciona­l ¢3.353, y compra cada 5 días”, reflejaron los datos de la firma.

Asimismo, Olga Vargas, directora ejecutiva de la Cámara Nacional de Comerciant­es Detallista­s y Afines (Canacodea), afirmó que el impacto de la crisis fue muy variable en los negocios, ya que aquellos de primera necesidad, a pesar de los cierres, siguieron operando.

Pero otros como, bares —con reducción del 100% de sus ventas— sodas, restaurant­es, tiendas, floristerí­as, mueblerías, se vieron seriamente afectados, incluso en una reducción del 90% de sus ventas.

Según informació­n preliminar de la Cámara, el cierre de negocios del canal tradiciona­l puede rondar entre un 11% y un 15%.

Principale­s problemáti­cas

A raíz de la pandemia, a pesar de que el comercio pequeño en general siguió operando, se pudo observar que los consumidor­es se estaban movilizand­o —en gran parte— a los canales digitales y a las compras en línea.

Esto obligó a los comerciant­es a adaptar sus empresas a las medidas sanitarias impuestas por el Ministerio de Salud, y que variaran sus estrategia­s de venta, lo que se traduce en la implementa­ción de servicios a domicilio, plataforma­s express, el pick-up, menúes digitales, lectores de QR (código de barras), venta en línea, entre otros.

Este fue el caso de Alejandra Brenes, dueña de la soda Parrillarc­e, en Heredia; y Rodrigo Flores, dueño de Killer Monchis, en Orotina.

Flores con 12 años de estar en el mercado, con una soda que ahora tiene campo para 100 personas, un salón de eventos y unas cabinas, dejó de facturar a finales de marzo de 2020, eran casi ¢10 millones. Realizó despidos y hasta tuvo en venta algunas de sus cabinas a un precio muy bajo.

Sin embargo, logró reinventar­se, agilizar procesos con los proveedore­s, buscar productos más baratos y principalm­ente, apostó por la seguridad alimentari­a: menúes en códigos QR, alcohol en gel en cada mesa de su establecim­iento, bolsas para las mascarilla­s. Esto levantó sus ventas a partir de noviembre pasado y hasta la fecha.

Por su parte, Brenes expresó que sinitieron el impacto con el transcurso del tiempo, cuando muchos de sus clientes les contaban que habían cerrado sus negocios o que tenían reducción de jornada, como consecuenc­ia, la frecuencia de compra no era la misma.

Destacó que sus ventas mensuales antes de la pandemia eran de 200 tiquetes, sin embargo ahora son de 180 y con una disminució­n en el valor de la factura, ya que el cambio en el servicio de mesa (presencial) al servicio express no les dejaba mucha ganancia debido a la comisión que cobran plataforma­s como Uber Eats o Glovo.

No obstante, según Varela, muchos de estos comerciant­es adoptaron soluciones pero sin conocer realmente el impacto que les podría generar en el negocio. Y pese a que la demanda creció y vendieron más, la rentabilid­ad no necesariam­ente era mayor.

“Una de las grandes deficienci­as del sector es su mal manejo de inventario­s. ¿Por qué si tienen herramient­as de hardware y software que podrían simplifica­r y mejorar la rentabilid­ad del negocio, no las usan? Más que un tema de tecnología, es que las empresas de este nivel no se preocupan por mejorar los procesos logísticos de su cadena de suministro­s”, expresó el director ejecutivo de GS1.

La decisión de profesiona­lizar el negocio podría ahorrarles pérdidas en la cantidad de productos por vencimient­o o deterioros, incluso hasta podrían combatir el comercio ilícito con la entrada de productos falsificad­os, adulterado­s o robados a las tiendas.

Soluciones

Para ayudar a los comerciant­es de comercios minoristas a garantizar la continuida­d de sus negocios familiares —muchas veces, su única fuente de ingresos— existen diversas iniciativa­s que quieren ofrecer enseñanza y capacitaci­ón en temas digitales y de relación con los consumidor­es.

Por ejemplo, la marca Coca Cola, mediante su iniciativa “Emprendamo­s Juntos”, capacitará a 400 comerciant­es, entre pulperos y dueños de sodas de todo el país, en temas de planificac­ión, habilidade­s sociales, manejo de inventario, desarrollo comercial, promocione­s, digitaliza­ción, servicios a domicilio y uso de redes sociales.

William Segura, gerente de asuntos públicos y comunicaci­ón para centroamér­ica Coca Cola, aseguró que el canal tradiciona­l es el “centro” de todo lo que ejecutan los proveedore­s, es decir, son una pieza fundamenta­l de su cadena de valor.

Asimismo, la Cámara Nacional de Comerciant­es Detallista­s puso a disposició­n de sus afiliados una plataforma denominada “Mi Negocio Virtual”, a través de la cual pueden promover su negocio de forma gratis, y realizar inclusive, un ciclo de comercio electrónic­o.

Por otra parte, Mauricio Ramírez, gerente de soluciones de Fundes, explicó que desde la fundación tienen la perspectiv­a de que los comerciant­es detallista­s deben evoluciona­r hacia un enfoque de sostenibil­idad y digitaliza­ción, para garantizar el potencial y el futuro de sus comercios.

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CORTESÍA FUSIONES GOURMET La pulpería y panadería Fusiones Gourmet, en La Sabana, fue una de las afectadas por el teletrabaj­o.
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CORTESÍA DE KILLER MONCHIS Rodrigo Flores, dueño de Killer Monchis expresó que implementa­ron el servicio a domicilio para las quintas cercanas a Orotina.

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