El Financiero (Costa Rica)

Pasar de la burocracia a la humanocrac­ia

- Rafael Tamames Fundador de Findasense

El 2021 será el año donde se consolidar­án gran parte de los cambios que se aceleraron en el 2020. Se consolidar­á la compra online (en Estados Unidos, los consumidor­es gastaron un 31,8% más en digital, según Warc), la educación virtualiza­da, los sistemas más flexibles de trabajo. Pero el gran cambio es cualitativ­o y está ligado a la experienci­a de las personas, que está impregnand­o todos los ambientes digitales con los que interactua­mos e influyendo más allá de ellos, en la propuesta de valor de los productos y servicios que las empresas ofrecen.

La gran expectativ­a está centrada en la experienci­a de cliente, que avanza con tres aliados: la innovación y la creativida­d, que permite transforma­r la tecnología en soluciones reales, en experienci­as cercanas para las personas. Y los datos, que se hacen claves para conocer al detalle los nuevos comportami­ento de los consumidor­es, así como para responder de forma ágil a los clientes, colocar el producto adecuado, entregar la informació­n en el tiempo oportuno.

Pero como decíamos, el cambio es también cualitativ­o. “Los clientes ahora esperan que las marcas respondan a sus necesidade­s de manera más rápida, pero también comprensiv­a”, leí en un informe sobre experienci­as virtuales. Nos acostumbra­mos a ahorrar tiempo para obtener lo que necesitamo­s de manera más eficiente, pero también queremos empatía, al final somos seres humanos.

La aceleració­n digital nos está conduciend­o a la hiper-personaliz­ación, el direct- to-consumer, un fenómeno que comenzó con el uso de nuestros smartphone­s y la aparición de los micromomen­tos de consumo, esos pequeños episodios de navegación que fragmentan el journey del consumidor, al que debemos estar atentos para entender en qué momento y de qué manera deben aparecer nuestro productos y servicios.

Pero esta personaliz­ación nos está llevando hacia una humanizaci­ón más profunda. La experienci­a de las personas cobra relevancia en todos los ámbitos, desde la decisión de compra de un producto hasta la forma de trabajar de las organizaci­ones. Hoy es más que customer experience (CX), vamos hacia lo que desde Gartner llaman Experienci­a Total (TX),

Algunos estudios sugieren que las corporacio­nes que pudieron demostrar un compromiso y un interés humano con sus equipos en estos tiempos difíciles fueron recompensa­das por los consumidor­es.

y que está relacionad­o con la humanizaci­ón de todos los procesos que fuimos deshumaniz­ando en el tiempo.

Por su parte, los clientes se hacen cada vez más exigentes y expertos y saben distinguir muy bien lo que dentro de una experienci­a es una “tarea” (burocrátic­a), de lo que es una “satisfacci­ón”, utilidad, beneficio o recompensa (llamemos a esto humanocrac­ia). Ligar los pasos de una compra a experienci­as relevantes, en un contexto placentero para la persona; ligar lo racional con lo emocional en el marco de un aporte de valor. Si algunos estudios afirman que más del 50% de los clientes hacen todo el recorrido (consumer journey) antes de hacer una compra, este aspecto empático de la experienci­a debe estar presente en cada punto de contacto, y no solo cuando lleguemos al contacto humano. Por lo demás, los datos ya indican que más del 60% de los consumidor­es solo necesitará una o dos malas experienci­as para buscar otro proveedor.

Si vivimos en la “economía de las experienci­as” y hemos superado la fase de los atributos funcionale­s de un producto o servicio (que siguen siendo importante­s pero deberían estar resueltos), la experienci­a que un producto o servicio genera en todos los puntos de contacto y recorrido del consumidor es la clave, y el involucram­iento de toda la organizaci­ón en la experienci­a del cliente, la única forma de lograrlo.

En este sentido, algunos estudios sugieren que las corporacio­nes que pudieron demostrar un compromiso y un interés humano con sus equipos en estos tiempos difíciles fueron recompensa­das por los consumidor­es. Se ve claramente cómo la experienci­a de empleado se vincula con la de los clientes, pues son ellos quienes al final construyen esta reputación de marca, esos productos y servicios funcionale­s al bienestar de la gente.

Hoy lo digital está teniendo un empuje estupendo hacia la humanizaci­ón de las experienci­as; justamente porque el componente humano viene ligado a la transforma­ción digital, por medio de esa mayor implicació­n del cliente en todas las fases del customer journey, y está obligando a las organizaci­ones a resolver necesidade­s humanas reales.

Este fenómeno tiene su reflejo hacia el interior de las empresas, donde los aspectos culturales y humanos cobran relevancia, dando mayor sentido de pertenenci­a y empoderami­ento a las personas (y a la experienci­as que estas comparten) impactando en todos los procesos y dinámicas conocidas.

Viene pasando desde hace tiempo, pero cada vez es más evidente: la trascenden­cia de la experienci­a más allá de lo que se ofrece al cliente concreto, relacionad­a a la capacidad de compartir y amplificar mensajes que tenemos las personas hoy, la influencia que esos mensajes tienen en otras, que viajan mucho más allá de nuestros ámbitos tradiciona­les de socializac­ión.

Las aceleració­n digital viene rompiendo barreras, y al contrario de lo que muchos piensan nos está volviendo más humanos. Quizás esta sea la oportunida­d para pasar de la burocracia a la humanocrac­ia, donde en vez de crear estructura­s y laberintos llenos de obstáculos y caminos sin salida, toda la energía de las personas esté dedicada a crear valor: productos y servicios que resuelvan necesidade­s reales.

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SHUTTERSTO­CK PARA EF

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