El Financiero (Costa Rica)

Política de cambio o cambio político

- La autora es consultora internacio­nal en comunicaci­ón política y social. Fanny Ramírez Esquivel

La indiferenc­ia política de ese más del 60% de costarrice­nses que en este momento no tienen partido, ni saben por quién votar, bofetea a la clase política demostránd­ole que para una mayoría, los políticos quizás sean considerad­os irrelevant­es.

Nos aventuramo­s a un proceso electoral de aguas turbulenta­s por ese malestar ciudadano que aumenta conforme siguen ausentes respuestas a sus principale­s necesidade­s, con liderazgos reciclados que aún no han dado la cara para aclarar los principale­s cuestionam­ientos que les acechan y con una sociedad cuya realidad se encuentra completame­nte ajena a las discusione­s políticas del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) o de las reformas estructura­les del Estado.

El precio de los combustibl­es, el desempleo, la situación económica del país, la mala gestión política, la corrupción y… la lista podría continuar. Estos son sólo algunos ejemplos de las principale­s preocupaci­ones de los costarrice­nses, en este momento. No obstante, hay un divorcio total entre la clase política y la realidad que viven la mayoría de los costarrice­nses.

La COVID-19 ha sido el invitado inesperado que de pronto, se roba el espectácul­o y es el “culpable” de todos los males, pero, lo cierto es que ha puesto sobre la mesa las principale­s debilidade­s que tenemos como sociedad: desigualda­d social, una gran cantidad de personas que trabajan bajo la informalid­ad ganando cada día lo que necesitan para sobrevivir , un sistema educativo con brechas vergonzosa­s y un país que se gobierna desde el Valle Central, con políticas que no responden a la realidad de las comunidade­s costeras, ni de esas comunidade­s que aparecen en el mapa y que se visitan únicamente cada cuatro años.

Ante este panorama las políticas de cambio y las retóricas partidaria­s, han generado un impacto negativo en la reputación, la legitimida­d y la eficacia de nuestra democracia; al punto de tener en este momento el presidente con menor respaldo ciudadano en la región.

Además, los partidos políticos están fracasando en mantener su militancia activa y sus estructura­s territoria­les; las personas han quedado huérfanas, políticame­nte hablando, ante partidos de representa­ción que se han convertido en maquinaria­s electorale­s para que unos cuantos lleguen al poder o para que algunos sectores particular­es capitalice­n y protejan sus intereses. En este sentido en Latinoamér­ica más del 80% de las personas consideran que sus gobiernos, toman decisiones para beneficiar a un grupo en particular y en Costa Rica un 75% de personas coincide con este criterio.

El cambio político implica entonces tres pilares fundamenta­les: un Estado que acompañe, un vinculo político real con la ciudadanía y un fortalecim­iento de la fiscalizac­ión de la gestión política en el debate público.

El Estado que acompañe

Los nuevos modelos de gobernanza abogan por institucio­nes políticas que ayuden a las personas a buscar sus propias soluciones. Es bien sabido que cada día hay más interés ciudadano por sumarse a causas más que a agrupacion­es políticas, por lo tanto se requiere de un Estado capaz de brindar los espacios y acompañar a las personas a llegar lo más lejos posible, por sí mismas.

El cambio político debe estar orientado a dejar de lado el asistencia­lismo y generar las condicione­s para que las comunidade­s cada día sean más fuertes, empoderada­s, de manera que puedan engranar su oferta y necesidade­s locales, con las dinámicas productiva­s nacionales e internacio­nales.

En las nuevas escalas de gobernanza, se trata de una sociedad suficiente­mente bien organizada mediante redes autónomas, lo cual disminuye el ámbito de acción del gobierno, pero se potencian las prácticas e iniciativa­s locales y comunales. La descentral­ización del poder político retoma vital importanci­a en un país donde, por ejemplo, el último Índice de Progreso Social Cantonal, reveló que 12 de cada 100 habitantes vive en cantones con rezago de desarrollo.

Por otra parte, políticas en torno al desarrollo local y la reactivaci­ón económica han quedado fuera de la ecuación. Un reciente estudio de CID Gallup, coloca a Costa Rica como el país centroamer­icano que menos emprendimi­entos impulsó durante la pandemia, teniendo mayores recursos y un aparato institucio­nal como es el Sistema Banca para el Desarrollo, para dar ese respaldo.

Costa Rica se ubicó con un 26% como el país que menos emprendimi­entos ha impulsado durante la pandemia, en contraposi­ción de Nicaragua con un 44% y El Salvador con un 33% que ocupan los primeros lugares.

La clase política está en alerta naranja, tirando a roja. Una fuerte llamada de atención que invita a la modernizac­ión de las institucio­nes y a un cambio político contundent­e donde prime la rendición de cuentas, la transparen­cia y un Estado que acompañe y no que obstaculic­e o entorpezca con trámites y burocracia­s las reglas del juego.

Debe ser un Estado que se preocupe por mantener la cancha a nivel y en buenas condicione­s para que en libertad, los ciudadanos puedan buscar sinergias, potenciar sus habilidade­s para involucrar­se en las causas que los invitan a incidir en la toma de decisiones y articular respuestas de manera colectiva a los desafíos que enfrentamo­s desde el ámbito económico, social y político.

El vinculo con la ciudadanía

Hablar de cambio político es lograr generar un verdadero vínculo con la ciudadanía, es tener la capacidad de combinar la participac­ión de los grupos articulado­s al proceso de toma de decisión de políticas concretas para garantizar la eficacia en la resolución de los problemas.

En este sentido, los partidos políticos están fracasando porque la zona de interacció­n, donde los líderes políticos interactua­ban con los ciudadanos, se esta quedando vacía. Las transforma­ciones sociales, el contexto de pandemia y las redes sociales han ocasionado un distanciam­iento entre la clase política y las personas.

La percepción sobre la gestión política cada día es más negativa ante la falta de transparen­cia y rendición de cuentas.

La autora es consultora internacio­nal en comunicaci­ón política y social.

La mala gestión de la comunicaci­ón política ha provocado no sólo la falta de credibilid­ad y pérdida de confianza en las institucio­nes del Estado, sino que ha posicionad­o una percepción negativa, generaliza­da difícil de revertir que se traduce en una gran fragmentac­ión social entre los buenos y los malos, entre el sector público y privado, entre los académicos burócratas y empresario­s exitosos.

 ?? FTOETROSGT­ORACKFÍAPA:SRHAUETF-. ??
FTOETROSGT­ORACKFÍAPA:SRHAUETF-.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica