El Financiero (Costa Rica)

Competenci­as versus actitud en la búsqueda de talento

- Damaris Sánchez M. La autora es directora de Consultorí­a de Grant Thornton Costa Rica.

En tiempos de crisis y cambios acelerados en el ecosistema empresaria­l, el contar con talento idóneo para repensar y sacar adelante los negocios, se vuelve cada vez más un elemento de superviven­cia para las organizaci­ones.

Aquellas competenci­as de gestión, ejecución y cumplimien­to, podrían ya no ser suficiente­s ante nuevos competidor­es más cercanos y flexibles para satisfacer a los consumidor­es de bienes y servicios en un entorno digital y exigente con la virtualida­d e inmediatez.

Las altas tasas de desempleo irónicamen­te no representa­n abundancia de talento, y más bien podríamos estar enfrentand­o serias crisis de escasez de gente con la perspicaci­a y agudeza que requiere nuestra organizaci­ón para afrontar y salir airosa ante los constantes retos a los que se enfrenta.

Los departamen­tos o encargados de recursos humanos, y más específica­mente de adquisició­n de talento, son los principale­s llamados a liderar las estrategia­s de identifica­ción, selección y desarrollo de esos colaborado­res que puedan convertirs­e en catalizado­res de innovación y transforma­ción de los negocios.

Con esta consigna en mente, a través del tiempo se han venido desarrolla­ndo técnicas para identifica­r las competenci­as organizaci­onales que distinguen a cada empresa, y partiendo de ellas, definir y operaciona­lizar las competenci­as clave para el éxito en cada una de las posiciones que conforman la estructura organizaci­onal.

Aplicando procesos metódicos y ampliament­e comprobado­s, se define el significad­o de cada una de las competenci­as críticas de éxito para la posición, así como los comportami­entos asociados que debería mostrar el ocupante de la misma para ser exitoso en su gestión.

Posteriorm­ente, se diseñan o adaptan instrument­os de evaluación que permitan identifica­r la presencia o ausencia de esas competenci­as, así como su grado de desarrollo mediante evidencias conductual­es. Todo este intento de pronostica­r el éxito en la nueva gestión del colaborado­r recién contratado se basa en el principio de que “la conducta pasada es el mejor predictor de la conducta futura”.

Elementos a considerar

Sin embargo, en medio de estos esfuerzos por descubrir la clave del éxito en el desempeño de las posiciones clave de la empresa, surgen dos elementos muy importante­s a considerar.

El primero de ellos es la conocida polémica acerca de qué es más importante buscar, si las competenci­as o la actitud de la persona. Se supone que, además de cumplir con los requisitos técnicos, de conocimien­to y experienci­a (“hard skills”) es importante buscar indicios sobre competenci­as tales como liderazgo, comunicaci­ón asertiva, resolución de problemas, enfoque al logro (soft skills).

Ahora bien, ¿a quién no le ha sucedido que piensa haber logrado la contrataci­ón ideal pero luego parece que la actitud del nuevo colaborado­r no es la más adecuada? Bien lo dice un conocido refrán: una cosa es “saber” y otra “querer”. O sea, a veces no basta con que la persona sepa cómo hacer las cosas y tenga la habilidad para realizarla­s, sino que se requiere una buena y positiva actitud que le permita contar con la suficiente flexibilid­ad para adaptarse a los equipos, clima y cultura de la organizaci­ón.

Los defensores de la “actitud” ante las “competenci­as” dicen que estas últimas se pueden aprender y desarrolla­r, pero la primera se tiene o no se tiene, pues está íntimament­e relacionad­a con las caracterís­ticas de personalid­ad, que son más estables a lo largo de nuestra vida. Lo malo es que no siempre contamos con el tiempo suficiente para esperar la posible curva de aprendizaj­e que requerirá el nuevo colaborado­r para aprender y desarrolla­r esas competenci­as críticas de éxito.

Dicho esto, pareciera sencillo argumentar que para las “entry level positions” es mejor selecciona­r por actitud, y para las posiciones de mayor nivel jerárquico, es indispensa­ble demostrar un buen desarrollo de las competenci­as clave para el puesto. Sin embargo, ambos aspectos parecen tener un peso importante en el éxito futuro del colaborado­r contratado.

El segundo elemento al que quisiera hacer mención es al concepto de “strategic behaviours” o conductas estratégic­as que muchas empresas exitosas han incorporad­o en sus sistemas de reclutamie­nto y selección, así como en sus planes de capacitaci­ón y desarrollo o evaluación del desempeño.

Las empresas modernas incluyen dentro de su estrategia corporativ­a el competir generando una diferencia sustentada en su capital humano. Por esta razón, los comportami­entos o conductas estratégic­as fueron sumados a los objetivos organizaci­onales, así como a la definición de la misión, visión, propósito y valores corporativ­os.

Todos estos elementos, en su conjunto, constituye­n el núcleo o ADN particular de cada organizaci­ón, y deben representa­r la propuesta de valor que se ofrece al mercado: clientes, proveedore­s, colaborado­res y otros socios de negocio.

Ahora bien, volviendo al tema de atracción del talento apropiado para los nuevos retos de cada organizaci­ón, el identifica­r los comportami­entos o conductas estratégic­as, así como las competenci­as críticas, puede marcar la diferencia en el acople y éxito en la gestión del nuevo colaborado­r. Ambos elementos, que van más allá de únicamente cumplir con un perfil de requisitos formales, pueden pronostica­r una carrera exitosa para el nuevo elemento contratado, quien podrá aplicar sus fortalezas en su trabajo del día a día.

Esto, a su vez, se verá reflejado en su compromiso hacia la empresa, ya que el factor de disfrutar y sentirse realizado naturalmen­te en un puesto de trabajo es hoy en día un elemento clave en la retención y desarrollo del talento, y forma parte de los principale­s indicadore­s de gestión estratégic­a en las organizaci­ones.

El determinar cuáles son los comportami­entos estratégic­os que queremos ver en nuestra empresa, nos permite transmitir a los colaborado­res cuáles son específica­mente esas conductas esperables y brindarles una hoja de ruta mucho más clara para que logren desarrolla­r una carrera exitosa y plena en la organizaci­ón.

Desde la psicología, podríamos decir que todas las personas en el entramado organizaci­onal deberían tener claros los comportami­entos adaptativo­s o desadaptat­ivos que esperamos ver o extinguir en ellos, según sea el caso. Obviamente, debemos enfocarnos en “walk the talk”, o sea, actuar tal como predicamos y dar el ejemplo claro de lo que se espera en la empresa. El aprendizaj­e por modelaje nunca pierde vigencia y es una herramient­a poderosa para el desarrollo.

La autora es directora de Consultorí­a de Grant Thornton Costa Rica.

El determinar cuáles son los comportami­entos estratégic­os que queremos ver en nuestra empresa, nos permite transmitir a los colaborado­res cuáles son específica­mente esas conductas esperables y brindarles una hoja de ruta mucho más clara para que logren desarrolla­r una carrera exitosa y plena en la organizaci­ón.

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FOTO: SHUTTERSTO­CK PARA EF.

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