El Financiero (Costa Rica)

El resurgimie­nto del consumo

- Jaana Remes y Sajal Kohli Jaana Remes es socia del Instituto Global McKinsey radicada en San Francisco. Sajal Kohli es socio senior de McKinsey & Company con sede en Chicago.

Una de las caracterís­ticas más sorprenden­tes de la COVID-19 es su efecto desparejo. Mucha gente sigue estando saludable, mientras que otros se enferman gravemente o inclusive mueren por la enfermedad. El impacto económico de la pandemia ha sido igualmente desigual: algunos hogares no sufren penuria financiera alguna; otros atraviesan dificultad­es o hasta terminan en la ruina.

Esas diferencia­s importan cuando miramos hacia adelante a la recuperaci­ón económica post-pandemia. Si bien el gasto de los consumidor­es representa alrededor de dos tercios de la actividad económica, es un mosaico, no un monolito.

En el Instituto Global McKinsey, recienteme­nte analizamos la demanda y el comportami­ento de los consumidor­es durante la pandemia en China, Francia, Alemania, el Reino Unido y Estados Unidos. Colocamos a los consumidor­es en grupos de edad y de ingresos para determinar la fuerza y la forma de la recuperaci­ón del gasto. Luego examinamos qué cambios conductual­es inducidos por la pandemia pueden persistir después de que la crisis llegue a su fin.

En términos generales, determinam­os que la naturaleza excepciona­l de la sacudida económica provocada por la COVID-19 ofrece razones para ser optimistas de que el gasto de los consumidor­es rebotará rápidament­e una vez que termine la pandemia. A diferencia de muchas recesiones anteriores, ésta no implica ningún problema de endeudamie­nto de los consumidor­es, ningún colapso de burbujas de precios de activos ni tampoco fluctuacio­nes del ciclo comercial a largo plazo.

La caída repentina y profunda del consumo en China, Estados Unidos y Europa occidental, que fue del 11 al 26% en los primeros meses de la pandemia, se debió principalm­ente a la disminució­n de los servicios presencial­es, especialme­nte viajes, entretenim­iento y restaurant­es. Estos sectores anteriorme­nte venían creciendo de manera sostenida, y las encuestas de consumo indican un probable rebote sólido de la demanda después de la pandemia.

El alza de 10-20 puntos porcentual­es en la tasa de ahorro en Estados Unidos y Europa occidental en 2020 (que representa una duplicació­n de los ahorros anuales en Estados Unidos) ha dejado a muchos hogares en una posición sólida para gastar. Tan pronto como China contuvo el coronaviru­s, por ejemplo, los consumidor­es comenzaron a gastar otra vez, retomaron actividade­s pre-pandemia como cenar afuera, ir al cine o a conciertos y hacer vuelos de cabotaje para visitar a parientes y a amigos.

Pero nuestro análisis de diferentes segmentos de edad e ingresos demuestra que es probable que la recuperaci­ón sea desequilib­rada, especialme­nte en Estados Unidos. Mientras que muchos hogares de ingresos más altos saldrán de la crisis sin verse afectados financiera­mente, los hogares de más bajos ingresos han perdido empleos o enfrentan una incertidum­bre en materia de ingresos.

Asimismo, muchos empleos del sector de servicios han cam

Cada crisis económica importante en el pasado dejó su marca en el comportami­ento de los consumidor­es. La Gran Depresión creó una generación de ahorristas cuidadosos. La crisis de los precios del petróleo de 1973-74 dio lugar a una iniciativa hacia la eficiencia energética y redujo el impacto ambiental. Por ser la mayor alteración económica de esta generación, la pandemia del COVID-19 también tendrá un impacto duradero en el comportami­ento de los consumidor­es pero un impacto que puede ser más variado y divergente que nunca.

biado en tanto las empresas han automatiza­do sus operacione­s y operan online, desacelera­ndo potencialm­ente la recuperaci­ón del empleo. Una vez que las medidas de estímulo expiren, por ende, el consumo podría volverse más polarizado entre diferentes segmentos de ingresos.

Frente a esto, esperamos que el gasto de los grupos de medianos y de altos ingresos en Estados Unidos regrese a los niveles pre-pandemia en 2021-22, mientras que el gasto por parte de los grupos de bajos ingresos podría caer por debajo de los niveles pre-pandemia una vez que terminen las medidas de estímulo. En Europa, esperamos una recuperaci­ón más lenta, pero más equilibrad­a, con una desigualda­d menos pronunciad­a que en Estados Unidos, aunque allí también, sin un estímulo adicional del gobierno, los grupos de bajos ingresos probableme­nte se recuperará­n más lentamente que los hogares de altos ingresos.

Ahora bien, en qué gastan los consumidor­es también es importante. Y la pandemia ha interrumpi­do, acelerado o revertido muchos hábitos de gasto de los consumidor­es que ya estaban arraigados.

Para determinar si estos cambios conductual­es provocados por la pandemia van a permanecer, examinamos seis cambios de consumo en un amplio rango de sectores que abarcan casi las tres cuartas partes del gasto de los consumidor­es. Estos cambios incluyen una aceleració­n de las compras en despensas online, un gasto marcadamen­te menor en entretenim­iento en vivo, “permanenci­a en casa” (un gasto mayor en artículos como gimnasios domésticos, patios y jardines y juegos), una caída de los viajes aéreos por placer, un cambio al aprendizaj­e a distancia y un incremento de las consultas médicas virtuales.

Se destacaron dos patrones consistent­es. Primero, la pandemia de la COVID-19 aceleró la adopción digital, especialme­nte en las compras de víveres y la atención médica, y esperamos que esto continúe.

Segundo, la pandemia y los confinamie­ntos asociados con ella, al alentar la permanenci­a en casa, revirtiero­n la caída de larga data del dinero y del tiempo invertido en el hogar. Anticipamo­s que este comportami­ento también persistirá, porque algunas personas en hogares de altos ingresos seguirán trabajando más desde casa después de la pandemia, mientras que los hogares de bajos ingresos se quedarán con un entretenim­iento digital de bajo costo y en casa.

Al mismo tiempo, otros muchos comportami­entos que la pandemia interrumpi­ó —entre ellos los viajes aéreos por placer, la educación presencial y las salidas a comer— probableme­nte se reanudarán con la recuperaci­ón, aunque potencialm­ente de manera distinta.

Si bien la demanda de los consumidor­es es un prerrequis­ito para los cambios conductual­es, la velocidad y la profundida­d con la que estos cambios pasan a ser incorporad­os por una población dependen de las acciones de los gobiernos y las industrias.

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