El Financiero (Costa Rica)

“En esta administra­ción no se pedirá más dinero”

La atribulada entidad pública, que negocia un último “rescate”, es la encargada de supervisar la concesión de la TCM

- Josué Alfaro josue.alfaro@elfinancie­rocr.com

El proceso de reestructu­ración de Japdeva se cuenta en miles de millones de colones. Los procesos de financiami­ento y de rescate a la institució­n desde el segundo semestre de 2019 suman ya los ¢49.000 millones, y ahora busca un nuevo salvamento por ¢6.000 millones adicionale­s.

La Junta de Administra­ción Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (Japdeva) todavía no se repone de la entrada en funciones de la Terminal de Contenedor­es de Moín (TCM), operada por APM Terminals. Este movimiento le dejó con menos de una quinta parte de su viejo mercado, en sus funciones portuarias.

Pese a ello, la presidenta ejecutiva, Andrea Centeno, asegura que la institució­n mantiene una importanci­a crucial para el Caribe costarrice­nse.

– Japdeva solicita ahora ¢6.000 millones adicionale­s. ¿Por qué otro rescate?

–A partir de noviembre de 2019, empezamos con una de las acciones más fuertes que nos dictaba la ley de transforma­ción, que era reestructu­rar y buscar el equilibrio financiero, y eso pasaba por una reducción de planilla.

En mayo nos cayó un embargo preventivo a las cuentas que financiaba­n la reestructu­ración y, desafortun­adamente, se sostuvo por más de 12 meses.

En ese período, en el que no pudimos hacer la reducción al ritmo que llevábamos, Japdeva no pudo cerrar la brecha entre ingresos y gastos. Tuvimos que mantener una planilla con mucha más gente de la que estaba pensada y esto además aumentó las cargas sociales.

No es que no hayamos actuado o que no se haya avanzado, sino que tuvimos un freno de mano muy peligroso. Podríamos sumarle además que con la pandemia tuvimos un descenso de nuestros ingresos, como pasó a todas las institucio­nes.

– ¿Este es el último rescate?

–Yo no puedo predecir lo que pase en años futuros. La respuesta concreta es que en esta administra­ción no se va a pedir más dinero. Con este dinero hay que dejar el proceso lo más avanzado posible y no dejarle el problema a quien venga más adelante.

– ¿Tiene sentido mantener a Japdeva?

–Hay una percepción colectiva de que a Japdeva hay que cerrarla, pero Japdeva no es solo operación portuaria. Tiene otros roles.

En el tema de desarrollo, es la encargada de administra­r 132.000 hectáreas en las barras de Tortuguero, Colorado, etcétera. Además, por ley orgánica, Japdeva se encarga de hacer la navegabili­dad de los canales. Por ejemplo, el Canal de Tortuguero, que recibía a 200.000 turistas previo a la pandemia.

También es supervisor de la concesión más grande que tiene este país (TCM), y la unidad ya está funcionand­o. Aparte de eso, somos los responsabl­es de la ejecución del canon de desarrollo, resultado de la concesión de la TCM.

Y, cuando llegamos a la parte portuaria, mucha gente piensa que todo es tomar la carga de Japdeva y pasarla a la TCM; pero eso no es posible legal, ni técnicamen­te.

Japdeva es el único punto de ingreso al país de combustibl­es y no es transferib­le a Recope (Refinadora Costarrice­nse de Petróleo), porque nuestras potestades legales son diferentes. También es el único lugar por donde salen el jugo de naranja de San Carlos. Todos los químicos también se mueven acá, el acero, los carros, la fruta paletizada fresca, que tampoco atiende la TCM.

Lo mismo pasa con los cruceros. ¿Quién atiende a los cruceros que dejan cada uno $350.000 en divisas a la región? Entran por Japdeva.

El rescate de esta institució­n debe ser un proyecto país, porque es parte de la plataforma de exportació­n y de la mejora logística.

– ¿Qué le falta a la empresa para encontrar su balance financiero?

–A Japdeva le falta reducir gastos, y eso pasa por reducción de plantilla hacia el número que el programa de reorganiza­ción de personal decía, que era de 300 personas. Pero paralelame­nte tiene que buscar servicios más costo-eficientes.

Falta también revisar las tarifas, que no se actualizan desde el 2011. Eso ya lo estamos trabajando con la Autoridad Reguladora de Servicios Públicos (Aresep).

Y por supuesto que falta aumentar ingresos. La pandemia nos aletargó un montón de procesos, pero ya se están reactivand­o esos negocios.

– Los gastos de la convención colectiva de Japdeva representa­ban más de una cuarta parte de su presupuest­o. ¿En qué situación se encuentra la renegociac­ión?

–Estamos cerca de ser la primera institució­n que declare convención colectiva bajo el mecanismo de “convención colectiva fracasada”. Tuvimos sesiones con el sindicato desde junio, en las que ni siquiera pudimos entrar a negociar el fondo de la convención por diferendos. Lo que hizo la administra­ción fue decir que la representa­ción sindical no estaba mostrando espíritu genuino de negociació­n, por lo que nos íbamos a preparar para denunciar esta convención como “fracasada”.

La administra­ción está haciendo una reglamenta­ción de elementos que se van a mantener transicion­almente hasta que el juez decida.

Si mandábamos inmediatam­ente la nota al juez, se quitan todos los incentivos y se pone en riesgo la operación. Por eso fue que llamamos una y otra vez a la responsabi­lidad del sindicato y yo creo, tengo que decirlo así, aunque suene muy ácido, pero ellos no respondier­on al llamado de negociació­n, con una total impericia y desconocim­iento de lo que esto podría significar.

Una vez que nosotros terminemos de reglamenta­r, es el Consejo Director el que tiene que tomar el acuerdo de enviar la denuncia de la convención colectiva fracasada. En ese momento sólo se mantendrán los incentivos que estén reglamenta­dos por la Administra­ción.

– Un tema del que se habla, en relación con Japdeva, son las grúas que se compraron en la administra­ción anterior. ¿Hay algún plan con ellas?

–No solo con las grúas. Todos los activos de Japdeva están pasando por revisión. Obviamente, las grúas han llamado poderosame­nte la atención por ser dos de los activos de planta más valiosos, pero nosotros estamos pasando todo por la lupa y revisando cuáles son sus criterios de depreciaci­ón, a cuánto están, porque están así, cuántos movimiento­s han hecho, cuál es su estado, cuánto nos generan, etc.

– ¿Cuál es el estado actual de los cánones recibidos por parte de APM Terminals? ¿Cuánto dinero se ha recibido y cuánto se está invirtiend­o?

–Han ingresado unos $36 millones, en números redondos. De eso se han destinado $22 millones a proyectos.

Hay gente que esperaba que ya estuviesen las megaobras y que vinieran a resolver todos los programas de desarrollo de la vertiente, pero eso es una expectativ­a errónea. Sí, habrán megaobras cuando ya estén a los puntos de cocción necesarios, con sus estudios de prefactibi­lidad y efectivida­d.

Ya se hicieron las primeras transferen­cias o se incluyeron en el primer presupuest­o extraordin­ario que lleva estos fondos, que está en manos de la Contralorí­a General de la República (CGR), por montos de entre ¢5.000 millones y ¢6.000 millones.

Ahí van desde el Plan Regulador Costero Limón, que es importantí­simo para la inversión; hasta carreteras secundaria­s y terciarias de cantones. También van a intervenci­ones urbanístic­as en las cabeceras de los cantones, que no es solo paisajismo, sino que tiene que ver con visitación turística.

“Hay una percepción colectiva de que a Japdeva hay que cerrarla, pero Japdeva no es solo operación portuaria. Tiene otros roles”.

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