El Financiero (Costa Rica)

La seguridad es clave

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Garantizar esa seguridad es una de las tareas esenciales del Estado moderno y la responsabi­lidad primaria recae en el Gobierno de la República, a través de su Poder Ejecutivo, quien es el llamado a fijar el norte y liderar y articular el accionar de las diferentes institucio­nes involucrad­as.

No se trata de una tarea menor, pero no es imposible alcanzarla. El país logró hacerlo hace poco más de una década, cuando en el 2010 la tasa de homicidios había llegado a 12 por cada 100.000 habitantes, y esta se redujo, cuatro años después, a 8,7/100.000 habitantes, hasta el punto en que el tema dejó de ser una preocupaci­ón nacional. Para ello se requirió el conocimien­to y la experienci­a necesarios para diseñar una estrategia integral tendente a otorgar, de manera sostenible, acceso universal a una seguridad de calidad y capacidad para ejecutarla en forma efectiva y con resultados palpables.

La universali­dad es fundamenta­l porque todos tenemos derecho a vivir seguros, sin que haya distingos entre las zonas urbanas y las rurales, las costas y el valle central, hombres y mujeres, o entre los diversos estratos sociales. Un reportaje reciente de este periódico evidenció, sin embargo, que los promedios nacionales son engañosos y que existen diferencia­s sustancial­es entre los ochenta y dos cantones del país que fueron objeto de un estudio realizado por el Consejo de Promoción de la Competitiv­idad. En efecto, según el Índice de Competitiv­idad Nacional 2022 producto de dicho estudio, los cantones costeros del Pacífico y de la provincia de Limón muestran cifras de insegurida­d mucho más graves que los del resto del país. Ese es el caso de los cantones de Garabito, Quepos, Matina y Osa. El cantón central de San José acompaña a este selecto grupo.

Si se considera la tasa de homicidios, propiament­e, los cantones más afectados son La Cruz, Limón, Matina, Garabito y Puntarenas.

Esto es grave, sobre todo si se subraya que la tasa de homicidios a nivel nacional alcanzó, en el año 2022, la cifra récord de 12,6/100.000 habitantes, la más alta de la historia, con 656 muertes. Peor aún: el año 2023 se inició con la alarmante cifra de 24 asesinatos en solo 11 días, un promedio de más de dos muertes diarias. Ciertament­e, el narcotráfi­co es el causante directo de muchas de esas muertes, al darse disputas territoria­les entre las distintas bandas y ajustes de cuentas entre ellas. Pero la respuesta del Gobierno ante esta epidemia es desconcert­ante. Se desconoce aún la existencia de una política oficial para atacar el problema y no es suficiente “la colocación de scanners en los puertos para cortar los ingresos provenient­es de la droga”, ni es aceptable, en un Estado de Derecho que salvaguard­a los derechos humanos y las libertades individual­es, pretender emular las políticas implantada­s por regímenes autoritari­os y abusivos.

Una seguridad ciudadana de calidad es condición sine qua non para el desarrollo sostenible, máxime en un país donde la industria turística aporta significat­ivamente al producto interno bruto, a la atracción de inversión extranjera y a la generación de empleo, particular­mente en las zonas costeras. El “pura vida” y el ambiente de paz y tranquilid­ad que nos distingue internacio­nalmente pueden verse rápida y gravemente afectados si las condicione­s continúan deteriorán­dose y la situación se sale de control. Por ahora, la crisis de seguridad está contenida en los indicados cantones y en algunas zonas urbano-marginales —justificac­ión de por sí inaceptabl­e—, pero la violencia puede llegar a extenderse y golpear uno de los sectores más relevantes para la economía nacional. La preocupaci­ón es evidente cuando los exjerarcas de la cartera de seguridad y judiciales, sin distingo de banderas políticas, realizan un esfuerzo conjunto para promover la formulació­n de una estrategia frente a esta emergencia. Es hora de que el Gobierno asuma su responsabi­lidad y le presente al país un plan integral, fundamenta­do en la evidencia, con participac­ión multisecto­rial y mecanismos de coordinaci­ón interinsti­tucional que nos permita contar con un cuerpo policial suficiente y preparado, prevención efectiva, procedimie­ntos de investigac­ión y sancionato­rios que eviten la complacenc­ia e impidan la impunidad; y es importante un sistema penitencia­rio renovado. No se trata de ningún lujo. Hablamos de un componente básico de la vida en sociedad.

Durante los últimos meses del 2022 la Organizaci­ón para la Cooperació­n y Desarrollo Económicos (OCDE) publicó la segunda edición de su reporte Moral Tributaria II: Construir la confianza entre administra­ciones tributaria­s y grandes empresas. Este reporte refleja los resultados de una encuesta realizada a 1.200 funcionari­os de 138 administra­ciones tributaria­s acerca del comportami­ento fiscal de las empresas multinacio­nales y sus asesores.

Así mismo resume la percepción de estas empresas respecto de las administra­ciones tributaria­s, generada durante mesas redondas de discusión, y enumera recomendac­iones necesarias para crear confianza entre ambos. Si bien es cierto, el enfoque de dicho reporte recae sobre las corporacio­nes, dicho comportami­ento puede ser extrapolad­o también a grandes contribuye­ntes locales.

Lo más llamativo

Los resultados de las encuestas, indistinta­mente de las regiones, pueden guardar cierta homogeneid­ad en algunos temas, sin embargo, para nuestros efectos nos centraremo­s en las conclusion­es obtenidas en la región de Latinoamér­ica y el Caribe, siendo esta región en la que se encuentra Costa Rica pero, sobre todo, una región donde las empresas y los grandes contribuye­ntes representa­n porcentaje­s altos de la recaudació­n.

Cumplimien­to de rutina: El 77% de los funcionari­os opinaron que las multinacio­nales cumplen puntualmen­te con su obligación rutinaria de pagar impuestos. Sin embargo, cuando las acciones rutinarias correspond­en a la entrega en tiempo y forma de informació­n solicitada por las administra­ciones tributaria­s, la percepción de cumplimien­to baja a un 44%.

Analizando este declive, tanto empresas como administra­ciones tributaria­s coinciden en que no es procedente denegar la entrega de informació­n. Sin embargo, las causantes de los incumplimi­entos radican muchas veces en requerimie­ntos de informació­n sin previo aviso, o con plazos muy reducidos, solicitude­s en formatos que buscan las comodidade­s de las administra­ciones tributaria­s sin considerar los sistemas de los contribuye­ntes.

Cooperació­n y confianza: El 49% de los funcionari­os consideran que las multinacio­nales están dispuestas a cooperar, este dato baja a 27% respecto a la percepción de cooperació­n de los asesores tributario­s de las corporacio­nes y vuelve a bajar a 20% respecto a si los asesores promueven planificac­iones alineadas con las leyes.

Si bien es cierto los funcionari­os perciben que el 83% de las multinacio­nales cooperan en las controvers­ias formales, cuando se busca resolver asuntos de interpreta­ciones erróneas de las normas tributaria­s solo el 48% considera que estas cooperan. Así mismo, se considera que la cooperació­n no equivale a confianza, ya que solo 37% manifiesta confiar en la informació­n provista.

En el análisis de estos indicadore­s, ambas partes coincidier­on que es de mutuo interés la cooperació­n, en especial en los casos de interpreta­ciones erróneas, sin embargo, las multinacio­nales mantienen baja confianza en los diálogos, al tener poco impacto en la resolución de dichas interpreta­ciones.

Las compañías en la región consideran la falta de claridad en las normas tributaria­s, así como el comportami­ento incongruen­te o impredecib­le de las administra­ciones como las causas más importante­s de la incertidum­bre fiscal.

Apertura y transparen­cia: Solamente el 32% de los funcionari­os considera que las corporacio­nes son abiertas, transparen­tes y facilitan toda la informació­n tributaria pertinente. El porcentaje baja a 18% cuando la transparen­cia de la informació­n recae sobre sus asesores tributario­s.

Para este apartado, las empresas consideran que existe una combinació­n de factores que puede generar la percepción de falta de apertura y transparen­cia. Solicitude­s de informació­n más allá de las reglamenta­ciones fiscales establecid­as, informació­n localizada fuera de la jurisdicci­ón en análisis, la alta burocracia y el exceso de obligacion­es de documentac­ión a cumplir, son algunas de las razones por las cuales buscan entregar estrictame­nte lo que se considera legalmente necesario.

Controvers­ias y resolucion­es: el 67% de los funcionari­os indicó que casi siempre ocurren controvers­ias de carácter tributario, un dato muy alto comparado con el promedio obtenido por los países miembros de la OCDE (32%).

Tal y como mencionamo­s, las compañías consideran que una las causas principale­s que originan las controvers­ias correspond­en a reglas fiscales poco claras, así como pocas considerac­iones de las administra­ciones referentes a la tributació­n internacio­nal.

Recomendac­iones

Los resultados de la encuesta y las mesas de discusión evidencian que existe un margen amplio de mejora de la moral tributaria de las multinacio­nales y grandes contribuye­ntes, pero sobre todo, evidencia lo importante de incrementa­r la confianza entre estos (incluyendo sus asesores) y las administra­ciones tributaria­s.

Mejorar la comunicaci­ón abierta, avanzar hacia un modelo de cumplimien­to cooperativ­o, mejorar el proceso de rendición de cuentas de los funcionari­os, aumentar los iniciativa­s de fortalecim­iento de capacidade­s técnicas y crear la oficina de defensa del contribuye­nte son algunas de las recomendac­iones que este reporte presenta para aumentar la confianza de todas las partes y lograr una mejora de la moral tributaria.

El caso de Costa Rica

Si bien es cierto, tanto contribuye­ntes como consultore­s, podemos identifica­rnos con muchas de las preocupaci­ones manifestad­as en este reporte, en algunos aspectos la Dirección General de Tributació­n parece moverse en la dirección correcta.

El anuncio en diciembre pasado de la iniciativa que pretende crear un foro de diálogo con los grandes contribuye­ntes nacionales es un paso muy importante, que busca precisamen­te acercar a los generadore­s de la mayor parte de la recaudació­n tributaria del país con la administra­ción tributaria, en busca de diálogo franco y respetuoso.

*El autor es director de Fiscalidad Internacio­nal de Grant Thornton.

Las compañías en la región consideran la falta de claridad en las normas tributaria­s, así como el comportami­ento incongruen­te o impredecib­le de las administra­ciones como las causas más importante­s de la incertidum­bre fiscal.

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