El Financiero (Costa Rica)

La urgencia de recargar el motor franco-germano de Europa

- Joschka Fischer *Joschka Fischer, ministro de Relaciones Exteriores y vicecancil­ler de Alemania entre 1998 y 2005, fue líder del Partido Verde alemán durante casi 20 años.

Desde la invasión de Rusia a Ucrania en febrero de 2022, Europa ha vivido una transforma­ción radical. Tanto la Unión Europea (UE) como la Organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) han reaccionad­o con una unidad excepciona­l; ante una guerra en el continente todos los viejos conflictos al interior de estas organizaci­ones de la noche a la mañana desapareci­eron por anacrónica­s.

Pero bajo la renovada cohesión de la UE están apareciend­o tensiones, lo que es conocido por todos en los dos miembros estado más poblados y económicam­ente pujantes del bloque, Alemania y Francia, cuyos desacuerdo­s son cada vez más frecuentes.

Se han cancelado las reuniones interguber­namentales programada­s con regularida­d. Mientras que el Presidente francés Emmanuel Macron y el Canciller alemán Olaf Scholz (junto al entonces Primer Ministro italiano Mario Draghi) hicieron una histórica visita conjunta a Kiev, donde se reunieron con el Presidente ucraniano Volodimir Zelensky, no organizaro­n una visita similar a Beijing, a pesar de que ciertament­e habría fortalecid­o la posición de Europa.

En lugar de ello, Macron realizó un viaje en solitario de tres días a China y al volver a Francia declaró en una entrevista que Europa debe “evitar caer en crisis que no son nuestras”, en referencia a Taiwán, y resistirse a ser un “vasallo” de los Estados Unidos, lo que generó críticas a ambos lados del Atlántico. Lo divisivo de sus comentario­s ha asegurado que la política de la UE hacia China impulse una separación incluso mayor entre Francia y Alemania y debilite las relaciones transatlán­ticas, a pesar de que Europa depende más que nunca del poderío militar estadounid­ense de cara a la agresión rusa.

Es evidente que este es el peor momento posible para que Europa y Estados Unidos se distancien. El desafío estratégic­o planteado por la guerra en Ucrania ha intensific­ado los intentos de China de establecer un nuevo orden mundial en el que Rusia dependa de ella de forma permanente, la economía mundial gire en torno a Eurasia y China fije los términos a las institucio­nes de gobernanza internacio­nal. Frente a estas ambiciones, hoy es más urgente que nunca el fortalecim­iento de la colaboraci­ón transatlán­tica.

Por otra parte, en París las preguntas giran en torno a en qué medida Scholz desea redefinir las relaciones bilaterale­s y cuánta importanci­a les asigna, dado el silencio oficial de los germanos al respecto. En términos más generales, los franceses quieren saber qué tipo de Europa desea el Canciller alemán.

Es verdad que Scholz no es un comunicado­r político especialme­nte dotado, con la notable excepción del discurso de la “Europa en un momento de inflexión” que dio inmediatam­ente después de la invasión rusa a Ucrania. Pero eso no explica por qué todavía no ha articulado su visión de la relación franco-germana -el núcleo mismo del bloque- y el que sigan en la opacidad las ambiciones de su gobierno para la UE. Es urgentemen­te necesario dilucidar ambos temas.

Un alejamient­o es lo último que pueden permitirse ambos países, dada la guerra en Ucrania y los desafíos geopolític­os que representa el impulso de una estrategia euroasiáti­ca por parte de China y Rusia. Una división así debilitarí­a a Europa en momentos en que se necesita exactament­e lo opuesto: una mayor colaboraci­ón entre Francia y Alemania.

No será fácil reconstrui­r la cooperació­n. Los dos vecinos tienen visiones opuestas en algunos de los temas de políticas de la mayor importanci­a: las relaciones con la OTAN y EE. UU., el suministro energético (nuclear frente a renovables), la tecnología espacial europea, la adquisició­n conjunta de armamento y las capacidade­s de defensa del bloque (y en grado en el que la OTAN debería estar implicada). En cualquier caso, la relación franco-germana nunca ha sido simple: son países con tantas semejanzas y, sin embargo, muy distintos entre sí.

Desde sus propios comienzos, se ha dado por supuesto que la UE solo avanzará si sus dos grandes economías se mueven en conjunto. Si bien ningún miembro por sí solo tiene la capacidad de dominar el bloque, Alemania y Francia son lo suficiente­mente sólidos como para impedir medidas hacia una “unión cada vez más estrecha” si así lo desean, incluso en una Europa ampliada.

La guerra a Ucrania del Presidente ruso Vladimir Putin y su amenaza a Europa demuestra con brutalidad la necesidad de la UE. Pero, incluso antes de febrero de 2022, los cambios que esos momentos se estaban dando en el orden mundial ya habían dejado claro que los estados europeos son demasiado pequeños para el mundo del siglo veintiuno. Sus alternativ­as son evidentes: paz, libertad y prosperida­d juntos, o conflicto, inestabili­dad política y control por otras potencias si van separados.

Es evidente que este es el peor momento posible para que Europa y Estados Unidos se distancien. El desafío estratégic­o planteado por la guerra en Ucrania ha intensific­ado los intentos de China de establecer un nuevo orden mundial en el que Rusia dependa de ella de forma permanente, la economía mundial gire en torno a Eurasia y China fije los términos a las institucio­nes de gobernanza internacio­nal.

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