El Financiero (Costa Rica)

Falta al decoro e irrespeto al cargo

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Esta semana publicamos un reportaje que comprueba que el presidente de la República, Rodrigo Chaves, da personalme­nte likes a las ofensas e insultos registrado­s en su cuenta de la red social X (antes Twitter), perfil acreditado como cuenta gubernamen­tal por la misma plataforma.

El presidente nos confirmó que él está de acuerdo con al menos el fondo de las bajezas y palabras soeces a las que da “me gusta” contra la prensa, otros Poderes del Estado, partidos políticos, rectores, académicos, universita­rios y ciudadanos.

Este comportami­ento revela el pensamient­o de un gobernante que debería respetar el cargo que le otorgó la ciudadanía. Evidencia también su vocación de enfrentami­ento y su indiferenc­ia ante la violencia simbólica de terceros, lo que podría llevar a actos violentos contra quienes disienten con sus posiciones, como ocurrió recienteme­nte con un reportero y un camarógraf­o de Repretel, hostigados por seguidores del gobierno.

Un “me gusta” a esas manifestac­iones groseras y feroces revela un espíritu intolerant­e y es mal ejemplo para las nuevas generacion­es.

Igualmente, demuestra pobreza intelectua­l cuando pretende descargars­e de responsabi­lidad, afirmando que está en desacuerdo con la forma pero que sí avala el fondo de los likes.

¿Está de acuerdo Chaves con calificar al Poder Judicial de “corrupto” y de “prostituta”?

¿Avala calificar a los diputados como “ratas asquerosas” o “manada de buitres”?

¿Está de acuerdo en calificar a los rectores y académicos como “vividores” y “saqueadore­s”?

¿Cuál es la diferencia entre forma y fondo en estas temerarias afirmacion­es que lo seducen?

No estamos ante una casualidad. Aparte de brindar rasgos de su personalid­ad, determinar con qué pensamient­os concuerda y mostrar la intoleranc­ia de sus conviccion­es, también nos hace descubrir que Chaves sigue la estrategia del antagonism­o para alcanzar sus fines.

Empleada por Donald Trump, Jair Bolsonaro, Javier Milei y Santiago Abascal, esta ruta de comunicaci­ón política persigue atacar a los adversario­s como enemigos, satanizar a grupos y reunir apoyos para líderes populistas.

Antagoniza­r puede dar buenos resultados políticos. Los insultos, el ataque al cuerpo del adversario, las tácticas del miedo y las teorías conspirati­vas forman parte de la caja de herramient­as de quienes cultivan el antagonism­o como núcleo de su acción política.

El insulto sirve para disminuir y deshumaniz­ar al adversario. El argumento ad hominem se centra en caracterís­ticas personales y evade la discusión de políticas e ideas. La estrategia del miedo trata de crear ansiedad para movilizar frente a supuestas amenazas. Las teorías conspirati­vas construyen imágenes de sus oponentes como artífices de complots para dañar al país o a la gente.

La contradicc­ión burda y simplista es utilizada a menudo por políticos populistas que dividen al electorado entre “nosotros” y “ellos”, método particular­mente efectivo en las redes sociales, donde se disemina desinforma­ción y noticias falsas.

Las consecuenc­ias negativas de esta estrategia son particular­mente graves, pues polarizan y dividen a las sociedades, erosionan la confianza en las institucio­nes (medios, parlamento­s, tribunales) y pueden conducir a la violencia.

Trump llamó “deshonesta” a Hillary Clinton, la acusó de criminal, afirmó que si ganaba las elecciones dejaría entrar a millones de inmigrante­s ilegales, y creó la teoría de que las elecciones del 2020 fueron una farsa, lo que llevó al asalto al Capitolio por turbas enardecida­s.

Bolsonaro en Brasil llamó a sus oponentes traidores y criminales, acusó a Lula de “ladrón” y “comunista”, advirtió que si su oponente ganaba las elecciones el país se volvería comunista, afirmó que la pandemia era un engaño y llevó a la invasión violenta de edificios del Estado.

El ultraderec­hista español Abascal ha caracteriz­ado a sus oponentes como “comunistas” y “traidores”, enemigos de España, denunciado que si el PSOE gana las elecciones el país será invadido por inmigrante­s y señala que la covid-19 fue una farsa.

Milei, el extremista libertario argentino, ha llevado la estrategia del antagonism­o al límite, atacando a sus rivales como parásitos y comunistas, amenazando con dinamitar el Banco Central y afirmando que la venta de órganos es un mercado más.

Generar polémica para atrapar atención. Esa es la consigna.

Los populistas coinciden en la utilizació­n de esta perversa estrategia y el presidente Rodrigo Chaves se identifica con ella cuando estimula los excesos de sus seguidores en redes dándole “me gusta” a desmesurad­as y falsas afirmacion­es.

Uno de los supuestos que parece yacer detrás de su retórica antagonist­a y sobre su acción en redes es la creencia de que este es un atajo para sobrepasar a los medios establecid­os y que sus provocacio­nes son simplement­e una vía para obtener atención y generar emoción intensa alrededor de su figura. Lo importante no es que hablen bien o mal de mí, sino que hablen.

Sosiego, señor presidente. Su investidur­a ganaría si calma su espíritu, es tolerante, busca entendimie­nto, deja atrás enfrentami­entos y abandona aires de bronca perpetua. El país necesita de cordura para enfrentar los retos de la insegurida­d, desigualda­d, corrupción y desempleo. Su caída de apoyo sostenida en las encuestas debería llevarlo al recato y

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