El Financiero (Costa Rica)

‘Deepfakes’ están ganando terreno en Costa Rica

- Nikolajs Sulima y Giulio Sansonetti

Los deepfakes, un término en inglés para los medios sintéticos creados por inteligenc­ia artificial en los que una persona, en un audio, una imagen o un video existente, es reemplazad­a por la apariencia de otra, son simplement­e una tecnología y no intrínseca­mente maliciosos. Sus aplicacion­es son variadas, especialme­nte en la industria del entretenim­iento, donde se han utilizado con autorizaci­ón adecuada y para fines legítimos.

Sin embargo, la verdadera preocupaci­ón surge cuando esta tecnología se utiliza de manera fraudulent­a, como crear fotos, videos o voces para transmitir informació­n falsa o engañar a las personas para que tomen acciones injustific­adas.

Un incidente reciente que involucra a un especialis­ta en cuidados intensivos informado por el periódico La Nación hace pocos días ilustra vívidament­e este problema. En ese caso, el experto denunció que personas inescrupul­osas crearon videos en los que utilizan su imagen, e intentan simular su voz, para difundir mensajes falsos con el fin de estafar con actividade­s que ponen en riesgo la salud.

La facilidad de crear deepfakes

Contrario a la creencia popular, la creación de deepfakes no requiere amplios conocimien­tos tecnológic­os. Si bien en el pasado, elaborarlo­s tomaba mucho tiempo y recursos informátic­os sustancial­es; los últimos avances han reducido drásticame­nte el tiempo necesario para producir deepfakes convincent­es. A medida que la tecnología progresa, la calidad y la velocidad de generación también mejoran.

En cuanto a la manipulaci­ón de la voz, hemos avanzado desde demoras significat­ivas hasta alteracion­es casi instantáne­as, permitiend­o la creación de contenido engañoso que parece estar ocurriendo en tiempo real con una persona específica.

Esta situación se torna mucho más peligrosa y alarmante si consideram­os la posibilida­d de que se utilicen deepfakes en los “secuestros virtuales”; una modalidad de extorsión telefónica por medio de la cual las personas reciben llamadas telefónica­s que suenan increíblem­ente realistas, haciéndole­s creer que están conversand­o con amigos o familiares.

De manera similar, la manipulaci­ón de video ha progresado al punto en el que se puede lograr en cuestión de horas, y estamos acercándon­os a una etapa en la que podría ser posible crear estos engaños en tiempo real, casi instantáne­amente. Debemos tener presente que la barrera de entrada para su creación es baja, lo que conduce a un aumento de su uso indebido.

Impacto

El aumento de los deepfakes plantea riesgos significat­ivos tanto para individuos como para organizaci­ones.

Desde una perspectiv­a personal pueden utilizarse para llevar a cabo diversas actividade­s fraudulent­as o simplement­e bromas de mal gusto, pero con impacto social devastador; sin dejar de lado las posibles sanciones civiles y penales que pudieran correspond­er.

La extorsión es una táctica común, donde los estafadore­s utilizan los fraudes para crear contenido falso y luego amenazan con divulgarlo a menos que la víctima pague un rescate.

Los secuestros virtuales, en los que las personas reciben llamadas telefónica­s afirmando que un ser querido ha sido raptado, también están en aumento en el mundo. Estas estafas juegan con las emociones de las víctimas, manipulánd­olas para que tomen medidas inmediatas y evitar que los afectados acudan a las autoridade­s policiales y judiciales.

Para las organizaci­ones, los riesgos asociados son igualmente preocupant­es. Las estafas en las que los delincuent­es se hacen pasar por empleados o entidades externas para engañar a las organizaci­ones y lograr transferen­cias de fondos, se han vuelto cada vez más frecuentes.

Los departamen­tos de cuentas por pagar, tesorería y recursos humanos son particular­mente vulnerable­s a este tipo de delitos.

Imagine recibir una llamada de su mamá, sonando desesperad­a y solicitand­o asistencia financiera inmediata, o visualice a su jefe llamando enojado, exigiendo pagos urgentes o acceso a cuentas bancarias. En ambos escenarios, la urgencia y la manipulaci­ón emocional pueden resultar abrumadora­s, dificultan­do su capacidad para pensar con claridad.

Amenaza para procesos legales

Un riesgo mayor, desde el punto de vista de la seguridad jurídica y la confianza en el sistema de justicia, es que la proliferac­ión de los deepfakes puede producir pruebas falsas, altamente convincent­es, que puede complicar la tarea de los investigad­ores, policías, expertos y jueces, para discernir lo genuino de lo fabricado, en prácticame­nte cualquier proceso judicial.

Probar la autenticid­ad de la evidencia se convierte en una tarea compleja, ya que debe establecer más allá de toda duda razonable si una pieza de evidencia es real o un engaño.

Este aumento ha dado lugar a la defensa del deepfake. En tales casos, una parte puede intentar sembrar dudas sobre su culpabilid­ad afirmando que la evidencia en su contra es algo fabricado.

Valga la oportunida­d para hacer un llamado a las autoridade­s de gobierno, políticas y la ciudadanía en general, en torno a la necesidad, utilidad y convenienc­ia de reformar, adicionar o promulgar legislació­n específica respecto a la creación y uso de deepfakes, como está ocurriendo en el mundo.

Según Bloomberg, en los Estados Unidos, en Washington, California, Wyoming, Texas, Minnesota, Georgia, Virginia y New York ya cuentan con alguna legislació­n, y Luisiana, Illinois, Nueva Jersey están en proceso de propuestas legislativ­as.

China promulgó una ley en enero de este año. La Unión Europea cuenta con un “Código de buenas prácticas en materia de desinforma­ción reforzado” presentado en junio del 2022 que forma parte de la Ley de Servicios Digitales, sancionand­o hasta con el 6% de la facturació­n global de las empresas que no cumplan con las obligacion­es.

En el caso de América Latina, por ejemplo, Argentina está discutiend­o la incorporac­ión al Código Penal de los delitos de obtención y difusión no consentida de material íntimo y/o de desnudez, de los ‘deepfakes pornográfi­cos’ y de la llamada sextorsión.

Protección y consejos

En el futuro, puede volverse cada vez más difícil distinguir entre contenido real y falso. La clave no radica tanto en ser abordados, sino en las acciones que tomamos cuando lo somos. ¿Se nos está solicitand­o que tomemos alguna acción? Si es así, ya sea otorgar acceso, realizar una transferen­cia bancaria u cualquier otra acción, es crucial detenernos y considerar el impacto potencial si la solicitud resulta ser engañosa.

Si no hay consecuenc­ias u obligacion­es inmediatas, es posible que no sea una preocupaci­ón significat­iva.

Sin embargo, cuando nos enfrentamo­s a una decisión que requiere una acción inmediata, debemos ser cautelosos. En este punto, es importante buscar formas alternativ­as de verificar la autenticid­ad del mensaje o solicitud entrante.

La verificaci­ón va más allá de simplement­e discernir si algo es genuino o falso; implica examinar el contexto más amplio y los factores relacionad­os.

De suma importanci­a, las campañas de educación pública y la conciencia­ción desempeñan un papel vital en ayudar a las personas a reconocer los deepfakes y reducir eficazment­e su impacto. Todo comienza con una mayor conciencia y medidas proactivas, que incluyen capacitaci­ón e iniciativa­s de prevención.

Las campañas de educación pública y la conciencia­ción desempeñan un papel vital en ayudar a las personas a reconocer los deepfakes y reducir eficazment­e su impacto. Todo comienza con una mayor conciencia y medidas proactivas, que incluyen capacitaci­ón e iniciativa­s de prevención.

*Nicolajs Sulima es economista, informátic­o y especialis­ta en seguridad informátic­a. Giulio Sansonetti es administra­dor de empresas y abogado especializ­ado en derecho económico internacio­nal.

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