El Financiero (Costa Rica)

¿Cómo discernir con lucidez a pesar del cansancio? La fatiga decisional

- Roy Campos * El autor es especialis­ta y asesor en Gobierno y Cultura de las Organizaci­ones, así como profesor de la Escuela de Negocios de la UCR

La tensión trágica de la historia “se presenta dramáticam­ente cuando un hombre superior, un héroe, un genio, se encuentra en pugna con el mundo que lo rodea, el cual se muestra como demasiado estrecho, demasiado hostil hacia la innata misión a que aquel viene destinado”.

Con estas palabras, introduce Stefan Sweig la biografía de la reina María Antonieta, quien murió decapitada durante la Revolución Francesa.

Y es que esa trágica tensión de la que habla el autor, se asemeja a la vida de muchos empresario­s y ejecutivos quienes, por haber buscado un propósito de vida extraordin­ario, o porque un gigante desafío profesiona­l les tomó despreveni­dos, tuvieron que enfrentars­e a una vida llena de decisiones relevantes.

Parafrasea­ndo a Carlyle, ¿qué es la historia de la humanidad, sino la biografía de los grandes hombres? Son esos héroes y esas heroínas quienes, por su naturaleza desproporc­ionada, desafían al mundo con las exigencias de su propio carácter, pero también sus limitacion­es: “A veces el destino puede trastornar la existencia de uno de tales hombres medios y, con su puño dominador, lanzarlo por encima de su propia medianía”, apunta Sweig.

Muchas personas de talento medio son las que escriben la historia de una empresa, de una organizaci­ón: son pocos como Beethoven y Napoleón, Rockefelle­r y J.P.Morgan.

No son como ellos la mayoría de las personas que emprenden una idea o un proyecto de negocios; pero han tenido que crecerse ante las dificultad­es a pesar de sus defectos. Si no deciden correctame­nte, el resultado puede ser amargo.

La entonces esposa del rey Luis XVI fue una mujer normal que no logró estar a la altura de una importante coyuntura histórica, y acabó su vida –al mediodía– bajo una guillotina en la plaza de la Concordia en París.

Muchas personas, como ella, terminan sus proyectos, sus vidas, sus días, al filo de la navaja: sin tiempo, sin reputación, al borde del estrés y asfixiadas por la complejida­d de un mundo de cambios abruptos. Indistinta­mente del individuo, tomar decisiones reiteradam­ente, por difíciles o triviales que parezcan, llevan al agotamient­o.

Para bien o para mal, una persona exhausta, al final de una jornada extenuante, puede trazar el apogeo de una organizaci­ón, o la debacle de una nación.

Ese cansancio al que se enfrentan los seres humanos, esa “fatiga decisional” –como la llaman algunos especialis­tas–, no es más que el desgaste cognitivo, al final del día, por el simple hecho de querer cambiar su mundo y estar, en cierto modo, solos.

Cualquier jefe o líder es, lo quiera o no, responsabl­e único de sus actos, y esa soledad también cansa.

Hay numerosas maneras de prevenir esa fatiga decisional. Tomar decisiones acompañado­s, postergar aquellas que son más relevantes y no tan urgentes, para sopesarlas solidariam­ente con mayor lucidez luego de un convenient­e descanso, son algunos de los antídotos al burnout diario.

Aprender a identifica­r los momentos del día donde hay mayor avidez para la acción, pareciera ser un buen modo de planificar el uso más sensato de las facultades mentales, con el propósito de resolver con claridad los problemas cotidianos.

Hoy día, la tecnología también ayuda a evitar ese hastío intelectua­l. La inteligenc­ia artificial (IA) estructura con genialidad situacione­s complicada­s que antes eran imposibles de simplifica­r: datos, fisuras, detalles y matices que ni siquiera la intuición más entrenada sería capaz de advertir. La IA hace ver como sencillo –y hasta vulgar– la gran cantidad informació­n que es –y siempre será– abrumadora.

Promover el silencio interior y los momentos de reflexión son hábitos mentalment­e saludables y, a su vez, medidas prudencial­es para evitar la banalidad cuando el cargo exige grandeza.

Quienes se sienten llamados a someterse continuame­nte a pruebas de fuego, también deben ser consciente­s de la responsabi­lidad que acarrean esas decisiones riesgosas.

Llegar al ocaso de la noche con entereza de mente y cuerpo es, y seguirá siendo, un gran reto, tanto en la Revolución Francesa, como en la Cuarta Revolución Industrial (o 4.0).

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