Cine Magaly afianza su lugar ‘sui géneris’ en el negocio local
Tras 45 años de existir, recinto conserva su esencia
Se apagan las luces y empieza la película. Los espectadores, con palomitas y refrescos en mano, están acomodados en las características butacas azules del cine Magaly. Los asientos han cambiado, así como la fachada y el interior del edificio, pero, en esencia, el espacio es el mismo desde hace 45 años.
Si fuera una obra teatral. donde las salas independientes de cine son los actores, el Magaly aparecería acompañado solo por la Sala Garbo, la otra que sobrevive en el centro de San José, luego de que otras paulatinamente cerraron el telón para siempre.
A pesar de las pruebas que ha traído la transformación del negocio cinematográfico en Costa Rica, el propietario, Luis Carcheri, asegura que el recinto encontró su lugar en la industria local, su público y sus objetivos.
Con 45 años en sus paredes, el Magaly ha tenido que adaptarse a las preferencias del público para mantenerse vigente en un negocio cambiante.
Las preferencias se miden en función de los resultados de otras películas. Implica la revisión de estadísticas y también interpretación de grupos de muy distintas edades, gustos y niveles educativos.
“Innovar y tratar de actuar en función de las tendencias y gustos del mercado. Esa ha sido nuestra premisa”, así resumió Carcheri la estrategia aplicada.
El propietario aseguró que el cine tiene claro cuál es el perfil del público que los visita, aunque sus características han cambiado con el tiempo. La edad promedio se ha reducido, y ahora va desde estudiantes universitarios hasta los 40 años, principalmente.
Ese público más joven conlleva interpretar otro tipo de preferencias, sin olvidar a las personas de grupos etarios mayores.
Por ejemplo, una película como La ballena es preferida por el público de 20 años en adelante. En cambio, dentro del grupo de personas mayores de 40 ha sido exitoso el programa Exhibition on Screen, una producción inglesa que se enfoca en reconocidos pintores y sus trabajos más importantes.
El empresario reconoció que quedarse en ese nicho les ha favorecido para afianzar su espacio en la escena local. No obstante, ser el único no siempre es lo mejor.
Además de la exhibición de estas películas, para un tipo de espectador determinado, el Magaly se ha enfocado en lo que llaman formación de públicos para que, consecuentemente, asistan de forma frecuente al cine.
Un esfuerzo en ese sentido es el Club Magaly, una actividad que ocurre cada sábado en la cual presentan películas de amplio espectro para un público diverso, con discusión y participación de los asistentes y un crítico de cine al final de la sesión.
Por otra parte, contrario a lo que se podría pensar, a Carcheri le entristece decir que el Magaly es único en su tipo no solo en Costa Rica, sino en Centroamérica. Y esto es una dificultad.
Cuando firma contratos por películas, los derechos se suelen negociar para toda Centroamérica y no solo para nuestra nación, pues es un mercado pequeño.
Sin embargo, nuestro país es el que termina respondiendo por la región, debido a la falta de salas adecuadas en los otros territorios.
“Entre las cosas que estamos tratando de hacer es animar a que se vaya formando un público que permita que haya en estos países salas de ese tipo”, comentó Carcheri.
Otra fórmula es solicitar la contratación de la película solo para Costa Rica por medio del comprador que previamente la adquirió para toda América Latina.
Esas contrapartes con las que negocia la adquisición de películas observan poco a Centroamérica. No obstante, con el tiempo Costa Rica ha ido abriendo su propio camino.
Las casas productoras se han dado cuenta de que en el país existe un nicho con apetito por el tipo de filmes que exhibe el Magaly, con base en resultados de películas previas.
El propietario cree que se debe a que hay un grupo de población en crecimiento que está buscando cine alternativo.
No obstante, la respuesta tica no solo corre a cargo del Magaly. La distribuidora Romaly, hermana del cine, es el representante en territorio nacional de Paramount Pictures, Universal Pictures y algunas casas independientes.
Estas cintas llegan en diferentes formatos y Romaly se encarga de proveer a cada cine con el formato específico que necesitan. De esta forma, el estilo de cine del Magaly se infunde a otras salas, con el fin de formar un mercado más robusto y que el país responda a las expectativas de la película.
Nuevos competidores
Las salas de cine perdieron hace varias décadas la exhibición exclusiva de películas, pues diferentes tecnologías permitieron a los espectadores llevar los filmes a casa.
Primero betamax, luego el VHS, el DVD, la televisión por cable, el streaming. Cada una de estas etapas ha tenido características distintas. A esto hay que añadir el episodio de la pandemia, que llevó al cierre temporal de salas de cine, lo que permitió el desarrollo de plataformas de streaming.
No obstante, luego de la reapertura, la costumbre de ir al cine renació.
“No todo el público que migró a streaming regresó al cine con la rapidez que esperábamos. Si estamos viendo que ya estamos muy cerca del nivel prepandemia”, apuntó el propietario del Magaly.
A pesar de las múltiples plataformas existentes, Carcheri confía en el lugar del cine. Y eso se comprueba con éxitos de venta recientes que ha tenido el Magaly, como la película Mario Bros.
El empresario se muestra preocupado por un aspecto en particular: la escasa posibilidad que existe de filtrar las películas para menores en plataformas, una tarea que antes los cines cumplían.
Por otra parte, él tampoco ve a las salas comerciales como competencia del Magaly, a pesar de que les proveen los formatos específicos de películas que su cine exhibe simultáneamente.
El cine hoy
El grupo empresarial del Magaly se deshizo hace unos 20 años de la cadena CCM, la cual se vendió por tener intereses distintos.
Hoy la empresa se está enfocando en mejorar la operación de la sala y de los otros espacios conexos (como la cafetería Kubrick), y también en apostar por tecnología.
El Magaly fue la primera sala de Centroamérica en dotar al proyector de un nivel de resolución 4K. Además, adquirió un nuevo proyector que usa láser y no bulbos de xenón, lo que reduce la contaminación y optimiza la proyección del filme.
Las inversiones recientes, como la apertura de Kubrick y la construcción de la salita (una más pequeña en el segundo piso) han traído buenos resultados. Esta se creó con el fin de ofrecer más títulos de forma simultánea y acortar los tiempos de espera para la introducción de nuevos filmes a la cartelera.
“Cuando hicimos la remodelación del Magaly, hicimos una encuesta y preguntamos qué pasaría si tomamos la gran sala y la convertimos en tres o cuatro salas, porque hay espacio para hacerlo fácilmente. Una de las respuestas más repetidas fue: si lo dividen, no regreso”, contó Carcheri.
Además, otro formato exitoso ha sido el de festivales. El Magaly participa en el Costa Rica Festival Internacional de Cine (CRFIC) y en el Shnit. También creó eventos temáticos como el europeo o el coreano.
Hoy el negocio está diversificado. Los festivales aportan en torno al 35% de los ingresos del cine. Otro 20% proviene del alquiler de la sala para eventos. El resto se divide entre las ventas en la cafetería y boletos.
El Magaly está valorando la viabilidad de construir una tercera sala en otra sección del edificio, más pequeña que la salita. En esa área quieren enfocarse en actividades que junten niños y padres, que sean un motivo de convivencia familiar.
El local sigue apuntando hacia el futuro para mantenerse vigente.