El Financiero (Costa Rica)

Tipo de cambio estable genera pérdidas y ganancias

‘EF’ repasa los efectos se están manifestan­do en el país

- Luis G. Cardoce O. luis.cardoce@elfinancie­rocr.com

El tipo de cambio tiene una estabilida­d que no veía desde hace unos seis años, cuando su precio osciló alrededor de los ¢570, entre finales del 2017 y mediados del 2018, antes de que la crisis fiscal, la pandemia y la guerra en Ucrania distorsion­aran las fuerzas que mueven este precio.

Desde marzo de este año está entre las decenas de los ¢550 y ¢530, aproximada­mente.

Entre las ventajas de este periodo más tranquilo es que se detuvo ligera y temporalme­nte el sangrado de los grupos más afectados por la apreciació­n cambiaria, estos son el exportador y el turístico. Si bien no les genera una ganancia directa, sí deja de producirle­s una pérdida cambiaria al recibir sus ingresos en dólares teniendo gastos en colones.

“Si uno piensa que el tipo de cambio está más o menos en equilibrio, esta sería una coyuntura que temporalme­nte no estaría afectando negativame­nte a los exportador­es ni favorecien­do a los importador­es, es decir, debería ser como lo normal”, explica José Luis Arce, economista y director de FCS Capital.

Pero de mantenerse en niveles similares a los actuales, estos sectores tendrían que competir en un contexto donde el precio de la divisa es similar al del 2015, pero los costos locales son superiores a los de entonces.

Aun así, Arce considera que no es realista comparar el nivel actual con el del pico del año pasado, ni esperar que regrese a los ¢700 de junio del 2022.

“Es un tema de expectativ­as, ¢700 fue producto de shocks muy negativos; ese no era el nivel de equilibrio. Si soy exportador y me comparo con los ¢700, voy a sufrir mucho, pero debería compararme con el 2017 (antes de los shocks). Hay que darle tiempo a ver si este nivel actual del tipo de cambio es de equilibrio o no”, dijo.

Un “espejismo”

Si bien la estabilida­d ayuda a mantener cierto equilibrio entre las posibles pérdidas y ganancias cambiarias de grupos dolarizado­s, también puede generar una especie de espejismo en las perspectiv­as de los agentes económicos.

Daniel Ortiz, economista de Cefsa, considera que suele propiciar una falsa sensación de menor riesgo cambiario. Esto puede llevar a las personas a endeudarse en una moneda en la que no perciben sus ingresos.

“Bajo esa sensación de que tipo de cambio se va a mantener en los valores actuales, algunas personas pueden seguir endeudándo­se en dólares, asumen un mayor riesgo cambiario y en algún momento, cuando haya una escalada rápida del tipo de cambio, eso va a tener impactos sobre las finanzas de esas personas y sobre el sistema financiero. Esa es una de las consecuenc­ias de mantener un tipo de cambio artificial­mente apreciado”, dice Ortiz.

Con datos a setiembre del 2023, el crédito en moneda extranjera creció en un 10,5% interanual. La tendencia desde el 2016 fue la de disminució­n de préstamos en divisas. Esto es algo que el presidente del Banco Central de Costa Rica (BCCR), Róger Madrigal, ve preocupant­e.

“Es una llamada de atención para el Banco Central y las autoridade­s (...), tenemos que trabajar más porque es muy alto ese crecimient­o y eventualme­nte, si no se vigila, es una vulnerabil­idad para el sistema financiero”, dijo durante la presentaci­ón del último Informe de Política Monetaria, el 1º. de noviembre.

A Ortiz también le preocupa que esta tendencia de mayor endeudamie­nto en dólares no es exclusiva del sector privado, sino que el Gobierno también está apostando por esta moneda. “El fuerte del endeudamie­nto ha sido dólares, $3.000 millones en eurobonos, más créditos que vienen del Fondo Monetario Internacio­nal, ¿y acaso el Gobierno es un generador de divisas?”, dice.

¿Se puede alargar?

La prolongaci­ón de la estabilida­d dependerá en gran medida de qué tan estructura­les o coyuntural­es sean sus causas.

De parte de las fuerzas bajistas, la abundancia de dólares por exportacio­nes debería, en teoría, ser un factor que se sostendrá en el tiempo, principalm­ente porque la diversific­ación hacia la industria de servicios debería proveer al país una demanda externa más uniforme todo el año, a diferencia de las exportacio­nes agrícolas, que tienen una estacional­idad que influye en altos y bajos en la cotización de la divisa.

No obstante, del lado de las fuerzas que suben el tipo de cambio, es difícil imaginar que el Banco Central pueda mantener una postura de compras tan agresiva en el mediano y largo plazo, especialme­nte cuando ya tiene niveles importante­s de reservas y, de continuar comprando, emitiría más liquidez que le podría generar problemas inflaciona­rios o costos financiero­s.

En los primeros diez meses del año, el Central compró cerca de un 67% de los montos negociados en el Monex, esto ayudó a ponerle una especie de suelo al valor de la divisa. Si suaviza su participac­ión en el mercado cambiario deberían de aparecer nuevas presiones hacia el alza para que se sostenga una estabilida­d, de lo contrario el colón podría apreciarse aún más.

Ortiz ve que la abundancia de dólares podría ser en parte circunstan­cial.

“Ha habido cambios estructura­les, lo que no creo es que este sea el valor que vayamos a tener por los próximos años. Me parece difícil porque hay factores que no vamos a tener el resto de años. Este es un año atípico, tenemos $3.000 millones de eurobonos, hay un convenio con el Fondo (Monetario Internacio­nal) y tenemos un Banco Central que en esta coyuntura de (abundancia de) dólares tiene un crédito con el FLAR (Fondo Latinoamer­icano de Reservas). Son factores que hacen que esa oferta siga grande”, dijo.

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SHUTTERSTO­CK Desde marzo de este año, el precio del dólar se mantiene entre las decenas de los ¢550 y los ¢530, aproximada­mente.
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