BCCR tiene el extraño reto de subir la inflación en el país
Costa Rica sufre deflación y su índice de precios está debajo de la meta
Adiferencia de la mayoría del mundo, Costa Rica necesita regresar a su meta de inflación desde abajo y no desde arriba. Con -1,4% a octubre del presente año, el país es el miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con el indicador más bajo de inflación y uno de dos únicos en deflación, junto a Países Bajos; relativamente lejos de su meta del 3% interanual.
Converger a la meta desde abajo significa un reto poco común para el Banco Central de Costa Rica (BCCR), entidad encargada de velar por la estabilidad de los precios. Desde que se adoptaron las metas de inflación en 2008, el país solo ha tenido una inflación menor al rango de tolerancia en un 30% del tiempo. Ese número baja hasta un 10% si nos referimos únicamente a los meses en los que ha registrado una deflación, es decir, cuando la variación interanual de los precios ha estado por debajo del 0%.
Aun así, las tasas de interés siguen altas, una herramienta que utiliza el BCCR para combatir la inflación, lo cual encarece los préstamos y desincentiva el consumo.
Si bien es una buena noticia que el país ya no está luchando con una inflación alta, como todavía sucede en otras naciones, incluidas potencias económicas, las autoridades tampoco deberían sentirse cómodas con una deflación, considera Rodrigo Cubero, expresidente del Banco Central.
De momento el Banco Central tiene una ventaja para encaminar de vuelta los precios y es que las expectativas de inflación, tanto las de mercado como las de encuestas, a 12 y 24 meses están alineadas dentro del rango de tolerancia de la meta.
Pese a ello, la variación en las expectativas suele ser menos pesimista cuando la inflación se encuentra por debajo en comparación a cuando es alta, considera Cubero. Cuando la inflación es alta, las expectativas tienden a serlo también, tanto las de mercado como las de encuesta a 12 meses.
En cambio, si el encarecimiento es bajo, las expectativas tienden a alinearse más hacia la meta del Banco Central. Por supuesto, esto no es una regla general y puede variar dependiendo de cuál sea la coyuntura a mediano plazo.
La otra ventaja que tiene el Banco Central es que sus palancas tienen espacio para mover la inflación en este momento. La tasa de política monetaria (TPM), la cual es la principal herramienta para controlar los precios, está todavía en una posición restrictiva, lo que significa que tiene buen margen para bajarla en un contexto donde los precios, por lo menos de manera interanual, han disminuido.
“El Banco Central estima que en términos reales una tasa real neutra en Costa Rica sería de alrededor del 1%, en donde no es ni restrictiva ni expansiva, es neutral. La TPM actual está en 6,25%, si le quitamos la inflación esperada, eso nos da una TPM que anda entre 3,2% y 3,4%, según si las expectativas son de mercado o encuestas. Es decir, todavía nos quedan unos 230 puntos base para llegar a una política monetaria neutral”, explica Cubero.
Comportamientos distintos
El Central no se ha movido al mismo ritmo durante este proceso inflacionario. En los ocho meses del 2022 en los que la inflación aumentó consecutivamente, el BCCR subió la TPM en cinco ocasiones, subiéndola de 1,25% a 7,5%. En los siguientes dos meses, cuando la inflación continuó elevada, pero ya en desaceleración, volvió a subirla en dos oportunidades hasta llevarla a un máximo del 9%.
En cambio, en los siguientes 13 meses consecutivos en los que la inflación cayó hasta alcanzar un piso de -3,28% en agosto del 2023, realizó cuatro ajustes hacia la baja, pero de menor magnitud. Posteriormente, en octubre, añadió un ajuste a la baja más para dejar la TPM todavía en un nivel elevado de 6,25%.
No es una regla que los ajustes hacia la baja o hacia el alza tengan que ser proporcionales, ya que la política monetaria de metas de inflación funciona bajo un modelo prospectivo del Banco Central. Es decir, responden a las proyecciones y los riesgos que la entidad intuya que habrá en el futuro y estos tienden a variar según la coyuntura. Adicionalmente, el Central debe considerar el rezago con el que actúa la TPM, la cual se calcula que tarda alrededor de un máximo de ocho meses en transmitir sus ajustes hacia las tasas del mercado.
Sin embargo, dado el contexto más favorable actual, Daniel Ortiz, director de Consejos Económicos y Financieros (Cefsa), sí considera que puede haber existido algún nivel de asimetría entre la acelerada subida de tasas de interés y el actual descenso, el cual ha sido más aletargado..
En la última reunión de política monetaria de la Junta Directiva del Central, la entidad mencionó que los riesgos inflacionarios todavía tienen una valoración hacia el alza. “Destacan las eventuales presiones alcistas en el precio de las materias primas importadas, en particular hidrocarburos, ante la intensificación de los conflictos geopolíticos en el Medio Oriente o por acuerdos de restricción de oferta, así como las generadas por choques de oferta vinculados a eventos de naturaleza climática”, explicó por medio de un comunicado de prensa en octubre.
Enumeró como un riesgo inflacionario la posible salida de capitales hacia el extranjero debido a una reestructuración los portafolios de inversión, cuya materialización podría subir las expectativas de tipo de cambio e influir sobre las expectativas de inflación.
Ortiz considera que el Central, a diferencia de en otras ocasiones, tiene un mayor músculo para combatir este riesgo debido a que sus reservas internacionales están en su punto más alto en la historia por un margen importante.
De momento, a pesar de las altas tasas de interés, la economía, como un todo, no ha mostrado signos de desaceleración marcados. Por el contrario, se proyecta que el PIB crezca alrededor de un 5%, mucho mejor que el 2,7% que se esperaba cuando inició el año, con un consumo de los hogares que crece a una tasa nada despreciable del 5%. Sin embargo, se espera una ligera desaceleración para el 2024.