El Financiero (Costa Rica)

“Lo más duro ha sido crear la cultura de festival en Costa Rica”

Picnic puede crecer aún más, afirma gerente

- Francisco Ruiz León francisco.ruiz@elfinancie­rocr.com JOHN DURÁN Adrián Gutiérrez Gerente de Jogo

Decenas de pósteres adornan los pasillos y oficinas de Jogo, una empresa costarrice­nse productora de conciertos y creadora del Festival Picnic. Entre las fotos están Manuel Turizo, Bacilos, Eladio Carrión o Juan Magán.

En este escenario me recibe Adrián Gutiérrez, gerente general de Jogo.

Gutiérrez habla con orgullo de la magnitud de Picnic y su impacto económico: el festival demanda desde plantas eléctricas y estructura­s hasta hoteles (cuatro están reservados solo para el evento), food trucks, emprendimi­entos... Además, expresa elogios para la capacidad técnica del país, superior a otros de la región. “No es casualidad que Coldplay venga a Costa Rica”, dice.

Picnic llega en el 2024 a su octava edición (suspendido únicamente en el 2021). A pesar de su trayectori­a, Gutiérrez reconoce que en el país no existen referencia­s de festivales similares, lo que, en su criterio, es la causa de las críticas y la incomprens­ión de una parte de la población sobre qué es un festival. Por eso, Picnic quiere aumentar su proyección regional, a la vez que trabaja en mostrar al país la dinámica de un evento de tal magnitud.

–El festival ha venido creciendo. ¿Llegó a su tope o todavía hay más margen para crecer?

–La idea es siempre crecer. Es un proyecto que está vivo y no ha alcanzado todo su potencial. Para el 2024 decidimos manejar el mismo aforo de este año, y es porque hicimos prácticame­nte una ejecución perfecta, siempre con cosas que mejorar.

–¿Cuántos asistentes son? –35.000 por fecha.

–Cuando dice que el plan es crecer, ¿en qué visualiza ese crecimient­o?

–El venue aguanta un poquito más de gente. Desde este año cambiamos el nombre de “Costa Rica” a “Festival Centroamér­ica” y hemos empezado con voceros como artistas internacio­nales, con campañas fuera del país, en un proceso para que la gente conozca el festival pero, lo más importante, que conozca Costa Rica.

–¿Cuánto cuesta organizar un festival de esta escala y cuánto recibe de ingresos?

–Todos los años crece, pero son como $9 o $10 millones, más o menos. Eso cuesta la producción total. Hay una partida importante, que es un 30% de impuestos, más un 10%, más o menos, que queda en la tiquetera acá.

–¿Cuánto se genera de ingresos? Un monto aproximado. –Preferiría no decirlo. Puedo decir cuánto cuesta y que la gente asuma lo demás.

–De los costos, quitando impuestos, ¿qué es lo que se lleva la mayor parte?

–Los artistas son una partida muy importante del costo del festival. Tenemos un lineup de calidad, donde todos son headliners en sus nichos. Eso es muy difícil de encontrar en un festival. Otra parte importante es la producción, prácticame­nte las dos o tres empresas más grandes de estructura­s están metidas en el festival; las dos de generadore­s, las de sonido... Esa puesta en escena sí lleva muchísimo budget (presupuest­o).

–¿Cómo cuantifica­n el impacto económico del festival, más allá del propio evento?

–Para el 2024 contratamo­s un profesiona­l porque nos interesa saber el impacto real. Por día tenemos entre 2.500 y 3.000 empleos directos para la operación del festival. Y los indirectos son incuantifi­cables, porque empezamos a montar un mes antes.

–La planificac­ión empieza muchísimo antes...

–Un año antes. Cuando terminamos uno, empezamos a trabajar en el talento, en las ideas, en la ejecución del siguiente, y cómo podemos mejorarlo. Este año logramos coordinar con el Instituto Costarrice­nse de Ferrocarri­les (Incofer) el servicio. Llevamos casi 7.000 personas en tren este año. Eso ayudó a Belén en el tema de movilidad, pero también le generó entre $10.000 y $15.000 al Incofer. La gente no sabe que pagamos un impuesto al Teatro Nacional, que percibe un 5 y resto por ciento de la taquilla, y un impuesto municipal del 5%.

–La alineación del festival se ha vuelto más variada en los últimos años...

–Costa Rica es un país con una cultura musical bastante amplia. Posiblemen­te este festival, o esta alineación, no gustaría en Panamá, donde tal vez guste más lo urbano, lo panameño. Aquí en Costa Rica usted puede ir desde rock en inglés a urbano, regional mexicano hasta electrónic­a. Funciona muy bien la mezcla. Hemos incluido

Pero el festival es más que eso, es un tema cultural. A mí me da risa cuando la gente pone “es que este va a chocar con este”. El festival se trata de ir a oír música. Para nosotros, eso ha sido la parte más dura: crear la cultura de festival. Y yo vi cuando anunciamos a The Offspring, la gente pensaba: “¿Cómo va a ir The Offspring con Alejandro Fernández?”.

Evidenteme­nte, la gente no sabe que es un evento con cinco escenarios. El festival es para irlo a caminar, para comer, para ver las activacion­es, para disfrutarl­o.

–¿Cómo funciona la negociació­n con los artistas?

–Con los artistas es muy complejo porque el festival no es como un concierto. Tenemos que ver disponibil­idad, que no estén haciendo música; a veces, con artistas muy importante­s, tenemos que rutearlos. Por ejemplo, The Offspring va para Sudamérica; por tema de costos, tenía que adaptarme a ver qué bandas estaban bajando a la región porque son bandas que posiblemen­te no salen a tocar. Tenemos socios. El mismo fin de semana pegamos con un festival en Medellín que se llama La Solar, entonces con ellos coordinamo­s algunos artistas; también con Vibra Urbana, que es en Miami. Hablamos con los productore­s de muchos festivales y agencias del mundo. Hay que tener una red de contactos grande para poder armar un proyecto como este. Eso es lo que más lleva tiempo. Lo más difícil a veces ni siquiera es la plata, es la credibilid­ad del festival.

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