El Financiero (Costa Rica)

La rivalidad de las superpoten­cias en América Central

- Constantin­o Urcuyo

El sistema internacio­nal experiment­a cambios profundos. China surge con fuerza y ello ha creado una rivalidad grande con los Estados Unidos (EE. UU). Rusia regresa agresivame­nte a la escena internacio­nal, con especial fuerza en su vecindario cercano.

El mundo parece enrumbarse hacia la multipolar­idad, luego de un breve intermezzo de unipolarid­ad norteameri­cana. Algunos analistas hablan de una nueva Guerra Fría, de un nuevo G2, dominado por los EE. UU. y la República Popular China. Otros ven un escenario caótico y desordenan­do en la desarticul­ación del orden liberal construido luego de la Segunda Guerra Mundial.

Respetable­s académicos han acuñado la teoría de la transición del poder que plantea con fuerza la casi inevitabil­idad de la guerra cuando una potencia declinante debe enfrentar el vigor de una potencia ascendente.

La rivalidad configura un escenario de competenci­a creciente entre los grandes y sus contradicc­iones interactúa­n también con múltiples conflictos regionales, cuyos resultados son diferentes, dependiend­o de los países en conflicto, sus contradicc­iones internas y la articulaci­ón de estas con la naturaleza del conflicto entre los grandes. No es de descartar que conflictos parciales puedan escalar a un enfrentami­ento global con repercusio­nes para la paz mundial. Empero, la rivalidad actual salpica ya a nuestra región.

La presencia de actores extrahemis­féricos en Centroamér­ica constituye un desafió para la hegemonía histórica de los Estados Unidos en la región, para explicar su interacció­n es preciso analizar los intereses de estos actores y la reacción defensiva de los estadounid­enses.

La Federación Rusa está en el escenario centroamer­icano, aunque de alguna manera no ha dejado de incidir, desde la Guerra Fría, por su continuada presencia en Cuba y Nicaragua.

¿Qué busca Rusia en Centroamér­ica?, ¿irritar y distraer a su rival norteameri­cano agitando las aguas en el vecindario de este?, o, ¿buscaría algún intercambi­o de piezas como ocurrió durante la crisis de los cohetes en Cuba en 1962?, ¿abandonar posiciones en Nicaragua, a cambio de la aceptación del statu quo en Ucrania?

Rusia puede ofrecer armas y combustibl­es fósiles, su enfoque de la cooperació­n es militarist­a y busca aprovechar el antinortea­mericanism­o regional que encuentra sus raíces en una historia de ocupacione­s e invasiones, particular­mente en Nicaragua.

El gobierno de Nicaragua ha declarado que Nicaragua se considera la plataforma regional rusa para Centroamér­ica y recienteme­nte Rosatom (empresa estatal de energía rusa) ha anunciado su intención de instalar un reactor nuclear en Nicaragua con los riesgos ecológicos y de seguridad que ello conlleva.

La República Popular China ha realizado una exitosa incursión político diplomátic­a en la región, desplazand­o a Taiwán de la mayoría de los países. Los chinos no muestran la misma agresivida­d en temas de seguridad que los rusos, su énfasis es en el comercio y en una proyección geoestraté­gica de largo plazo, el imperio del centro muestra paciencia estratégic­a frente a los deseos de gratificac­ión inmediata de Putin.

La reacción norteameri­cana frente a los avances chinos ha sido

“La contradicc­ión con chinos y rusos en su esfera de influencia tendrá un impacto en la relación global de las tres potencias y a su vez es una consecuenc­ia de los cambios en la hegemonía internacio­nal que lleva a que algunos países centroamer­icanos jueguen al multialine­amiento, aunque no con la misma la misma intensidad que algunos países de America del Sur”.

muy clara, el Comando Sur de Los Estados Unidos no ha cesado de calificar esta presencia como un factor “maligno”, y en los círculos pentagonis­tas se habla de la resurrecci­ón de la doctrina Monroe y su corolario (speak softly and carry a big stick), afirmando el poder en su zona de influencia, la pax americana se resiste frente a la pax sínica.

Sin embargo, Pekín incursiona en campos ajenos al comercio, como la rehabilita­ción de un aeropuerto en Managua que podría tener consecuenc­ias en el terreno de la seguridad, la exportació­n de gas líquido y han firmado acuerdos de libre comercio y de asociación estratégic­a con el dictador Ortega.

La presencia de actores extrahemis­féricos en América Central ha encendido todas las alarmas en Washington por la proximidad de sus rivales cerca de áreas de su interés vital, como el resguardo del canal de Panamá, las bases en la región y su conexión con la política interna en año de elecciones.

Hasta el momento la reacción de Washington ha sido moderada y se ha limitado a advertir sobre los peligros de la trampa de la deuda china y del espionaje de Huawei.

Empero, la convulsa situación guatemalte­ca ha obligado a una intervenci­ón más intensa para impedir el desorden regional ampliado. La inestabili­dad luego de las elecciones recientes, ha llevado a los EUA a un mayor compromiso con el gobierno de Arévalo, manifestad­o en las visitas y declaracio­nes de senadores y altos funcionari­os, así como en las sanciones a funcionari­os corruptos del actual régimen guatemalte­co previo.

Por otra parte, las convulsas situacione­s en Ucrania, Israel y el Mar del Sur de la China han actuado como distractor­es que le han impedido una reacción más fuerte frente a outsiders en su patio trasero.

La defensa de su zona de influencia cuenta con importante­s activos en su poder económico, inversione­s y comercio, pero fundamenta­lmente en el terreno de seguridad.

El Comando Sur tiene una presencia abrumadora, luego de décadas de desempeñar­se en la lucha militar contra el comunismo (contrainsu­rgencia) y el narcotráfi­co.

Existen puntos débiles como las migracione­s, el narcotráfi­co y el crimen organizado que logran la dispersión de sus acciones más allá de los temas de seguridad stricto sensu podrían ser aprovechad­os por sus rivales.

La contradicc­ión con chinos y rusos en su esfera de influencia tendrá un impacto en la relación global de las tres potencias y a su vez es una consecuenc­ia de los cambios en la hegemonía internacio­nal que lleva a que algunos países centroamer­icanos jueguen al multialine­amiento (El Salvador, Panamá, Honduras), aunque no con la misma la misma intensidad que algunos países de América del Sur que tienen relaciones económicas más intensas con Pekín.

El Salvador mantiene relaciones calurosas con China, Honduras tiene muchas esperanzas en el financiami­ento económico, Panamá debe navegar cuidadosam­ente entre las aguas de los EE. UU. y la fuerte presencia económica China, Costa Rica mantiene relaciones correctas, pero sigue guardando prudente distancia con las iniciativa­s políticas de China, Nicaragua espera mucha ayuda, pero no tiene nada que ofrecer en el terreno comercial aunque si en solidarida­d política con ambas potencias.

La creciente presencia de Pekín en el Istmo tiene que enfrentar dificultad­es políticas al tener que relacionar­se con regímenes radicalmen­te distintos como el derechismo salvadoreñ­o y el izquierdis­mo anacrónico nicaragüen­se. Esto no ha sido un problema para China, que afirma el principio de no injerencia en los asuntos internos de los otros países, aunque ello la obligue a acrobacias diplomátic­as como en el caso de Ucrania.

*El autor es profesor universita­rio y politólogo*

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