El Financiero (Costa Rica)

El tipo de cambio y las consecuenc­ias del éxito

- Rodrigo Bolaños Z. * El autor es expresiden­te del Banco Central de Costa Rica

Me refiero en este artículo a las recientes presiones sobre el Banco Central de Costa Rica (BCCR) para que revierta la apreciació­n del tipo de cambio del colón frente al dólar.

Sectores de la economía nacional

Nuestra economía está partida en dos grandes sectores. Por un lado, está el sector de bienes y servicios transados en el exterior, que incluye al sector exportador, tanto el ubicado dentro como fuera de las zonas francas. Este sector se complement­a en la producción neta de divisas con los ingresos de la inversión extranjera directa y la fuerte inversión inmobiliar­ia en Guanacaste.

El otro sector es el de bienes y servicios no transables en el exterior, o sea, el de la producción interna para el consumo en el mercado nacional, el sector no exportador.

El país ha sido enormement­e exitoso en el fomento al sector de bienes transables, por medio de la promoción de nuevas exportacio­nes y atraer inversión extranjera directa. Eso es innegable y en el futuro hay que seguir con esos esfuerzos en una forma razonable y económicam­ente válida.

Lamentable­mente, en el otro sector, en el de los bienes no transables en el exterior, se podría decir que ha pasado lo contrario: lo hemos dejado solo frente a los leviatanes del Estado y otros males nacionales. Es en este sector donde se concentra la mayoría de la pobreza, el desempleo involuntar­io, la baja productivi­dad y el reducido crecimient­o económico, la informalid­ad e insegurida­d. En mi opinión, la agenda nacional para las próximas décadas debe revertir esa situación y equilibrar los incentivos entre ambos sectores.

De lo contrario, podemos seguir en la ruta que también atraviesan otros países latinoamer­icanos, donde esos problemas han llevado a estallidos sociales y a fuertes y peligrosas presiones sociales y políticas.

Tipo de cambio y los dos sectores

El tipo de cambio es un precio que refleja el éxito o el fracaso relativo entre esos dos grandes sectores. Cuando el sector exportador es muy exitoso y la inversión extranjera directa y otros capitales ingresan a niveles netos altos como es el caso nuestro, y se produce superávit en la balanza de pagos, eventualme­nte el mayor ingreso neto de dólares lleva a que se aprecie el tipo de cambio y se acumulen reservas internacio­nales.

En principios de economía, estudiamos que cuando la oferta de dólares se desplaza hacia la derecha en el plano de los gráficos de precio y cantidad, el precio de equilibrio cae. Esto ocurre debido a la entrada de nuevos oferentes, la mejora en la productivi­dad y por las entradas netas de capitales externos atraídos por la rentabilid­ad que ofrecemos. Por ello los exportador­es marginales, que son aquellos cuyos costos quedaron por encima del precio de equilibrio, salen del mercado o reducen su tamaño.

En ese proceso el tipo de cambio se aprecia y salen o se contraen los exportador­es que dejaron de ser competitiv­os porque entraron otros oferentes más eficientes y productivo­s junto con capitales externos. Estos oferentes crean nuevos empleos, más inversión y dólares adicionale­s que compensan los efectos negativos sobre los exportador­es marginales. Además se vuelve más rentable el sector de no transables.

¿Se puede evitar la apreciació­n?

Si se quieren evitar esas quiebras o la contracció­n de los exportador­es marginales, la sociedad debe revertir el éxito o subsidiar de alguna manera a los exportador­es marginales que no pudieron seguir compitiend­o. Lo primero parece irracional (¿evitar la entrada de inversión extranjera, poner un impuesto a los exportador­es más eficientes?).

Lo segundo requiere ir a la Asamblea Legislativ­a con una propuesta de impuestos para financiar el subsidio (sostener un tipo de cambio mayor al de equilibrio de mercado) y que ahí se discuta abiertamen­te si es con un Impuesto al Valor Agregado más elevado, un mayor impuesto a la renta u otros, que se pague el eventual subsidio a los exportador­es marginales.

Obviamente, ese subsidio abriría la discusión de por qué subvencion­ar a esos productore­s marginales y no a otros en el sector de no transables o no exportador­es que les esté yendo mal y que pueden correr también el riesgo de quebrar y eliminar empleo y capital por los problemas que enfrentan.

Tampoco parece correcto presionar al Banco Central para que el costo del subsidio lo paguen principalm­ente los pobres por medio del impuesto inflaciona­rio.

Esa inflación adicional surgiría de la emisión monetaria del Banco Central para comprar los dólares “excedentes”. Eso encima del récord histórico de compras de dólares que el Banco Central ya ha realizado en los dos últimos años y cuyos costos ha podido financiar porque ha obtenido transitori­amente mayores tasas de interés sobre sus reservas internacio­nales.

Como sociedad nos costó cerca de 35 años llevar la inflación a niveles bajos, como para venir ahora a echar para atrás ese logro y sus beneficios. Si vamos a subsidiar, no se debe financiar con inflación, sino con impuestos legítimame­nte aprobados en una discusión democrátic­a en el Congreso, donde se demuestre que es mejor dar ese subsidio a ese grupo y no a otros o no darlo del todo.

Tasas de interés y los defensores de los sectores

Obviamente, algunos argumentar­án que el problema lo causan las tasas de interés que mantiene el Banco Central y que la solución a la apreciació­n es bajarlas más.

No coincido con ese análisis. El Banco Central ha bajado su Tasa de Política Monetaria (TPM) en 3,25 puntos porcentual­es y la apreciació­n ha continuado a pesar de las compras masivas de dólares del Central. Si el argumento fuese cierto, las bajas realizadas en la TPM deberían de haber depreciado el tipo de cambio o por lo menos aminorado su tendencia a la apreciació­n, pero nada de eso ha ocurrido. Además, la economía viene creciendo a tasas altas como no lo hacía hace años, impulsada por el sector exportador. La tasa de interés del Banco Central no es el problema.

El precio del éxito exportador, la atracción de inversión extranjera y de otros capitales es el origen de la fuerte entrada neta de divisas que estamos viviendo y que naturalmen­te manda la señal a la economía de que ya no necesita tantos dólares, y se aprecia el tipo de cambio. Luchar contra ello es ir contra natura, que no es gratis, tiene costo.

Sorprende que el Poder Ejecutivo se meta con la autonomía del Banco Central. Extraña que ministros que hoy salen a presionar fuerte al Banco no se les ha escuchado hacer lo mismo cuando el tipo de cambio ha estado depreciado y le hayan reclamado al Central que eso sube los costos a productore­s como, por ejemplo, los agricultor­es. Tampoco les ha preocupado el posible efecto inflaciona­rio sobre los pobres. ¿Será que a esas autoridade­s se les olvidó que están para defenderno­s a todos los costarrice­nses?

Lástima que el sector de no transables no tenga tan buenos defensores como los del sector exportador. Tal vez eso se arregle cuando empecemos a tratar con balance a ambos sectores. Mientras tanto, el Banco Central debe seguir respondien­do al interés nacional establecid­o en su ley y no solo a los de un sector marginal.

El tipo de cambio es un precio que refleja el éxito o el fracaso relativo entre dos grandes sectores

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