El Financiero (Costa Rica)

Los helados y postres japoneses se mudaron a un rincón de Escalante

Un letrero de “se alquila” impulsó a una soñadora

- Carlos Cordero P. carlos.cordero@elfinancie­rocr.com

Amedia cuadra del Fresh Market, en barrio Escalante, y en medio de los negocios a los que acuden cientos de clientes, usted podrá encontrar la heladería Ukiyo Mochi. Y ahí no solo podrá darse gusto con postres de origen asiático.

Su fundadora, Betsabeth Assal, no inició ahí. Lo hizo en su casa, en Curridabat. Los vecinos fueron quienes la impulsaron a instalarse en un local. Un día iba pasando por barrio Escalante y vio un letrero de “se alquila”. Llamó de inmediato y firmaron el contrato. Ella misma lo decoró y lo abrió a finales del 2021.

Ahí también vive los vaivenes que tiene todo emprendimi­ento y las diversas mejoras en servicios y productos con las que hace frente a los retos del mercado.

“Al principio es difícil iniciar el negocio, por el tiempo que hay que dedicarle y porque hay otras obligacion­es. Pero hay que sacar tiempo y buscar la manera”, recomienda.

Betsabeth es de Valencia, Venezuela. Allá se graduó como ingeniera civil en la Universida­d Santiago Mariño. Además, hizo un diplomado en seguridad industrial. Trabajaba en la construcci­ón de un ferrocarri­l en la zona.

En el 2015 nació su hijo Alí. El niño necesitaba una alimentaci­ón diferente de la que podían encontrar en el país. Es intolerant­e a la lactosa.

“No se conseguía leche de soya”, explica, mientras Alí —hoy de ocho años— juega con una tableta en una mesa al lado y se levanta de repente, habla, corre a otro lado. “Es hiperactiv­o”, me dice la madre.

Ella viajó a Costa Rica junto con Alí y su esposo, Xavier Pernalete, un ingeniero de software que hoy trabaja en forma independie­nte realizando diseños de aplicacion­es web y móviles, así como integracio­nes de sistemas de gestión de clientes o CRM.

Betsabeth es tímida y prefiere tener un perfil bajo. Pero la obligación y las circunstan­cias le hacen sacar lo mejor de sí. En Costa Rica recurrió a médicos especialis­tas para los análisis del niño. Y también pudo conseguir los medicament­os que Alí requiere para concentrar­se y estudiar.

Cuando llegaron al país, Xavier laboró en firmas de tecnología en Heredia y ella se quedaba al cuidado de Alí y del trabajo doméstico. En la casa empezó a hacer postres y a ofrecerlos a los vecinos.

Lo había heredado. En Valencia, su familia preparaba comidas y postres desde que ella era niña. Lo que más hacían era pasteles o tortas, como les llaman en Venezuela.

A Betsabeth le llaman la atención, desde sus 16 años de edad, las series asiáticas en televisión. En particular, los postres y los dulces. Investigab­a en Internet, en YouTube y empezaba a hacer pruebas. Practicaba haciendo cheesecake japonés, famoso en Osaka, la tercera ciudad más importante de Japón, famosa por la gastronomí­a, además del ocio y la vida nocturna.

Lo mismo que el mochi, unos pastelitos rellenos que son cocinados al vapor y elaborados con un arroz llamado mochigome y que es dulce.

Betsabeth practicaba. Fallaba. Buscaba la forma de mejorar. Lo lograba. La gente le dice si le sabe igual. Betsabeth escucha. Se preocupa si al cliente no le sabe como debería ser. Se fija en qué debe mejorar. Pero no se queda quieta, sin hacer nada. Estudia. Busca mejorar la técnica siempre.

Cuando llegó la pandemia, los vecinos le dijeron que hiciera los postres y que ellos le compraban. Fue cuando abrió el perfil de redes sociales de Ukiyo Mochi Ice Cream. Ella misma tomó las fotos y las subió. Empezó a darle publicidad.

Eso fue a principios del año 2021. Los pedidos llegaban. Ella misma iba a entregarlo­s o los clientes llegaban a su casa. Sus helados tenían demanda. No solo le gustaban a los menores de edad. Las personas mayores también los disfrutaba­n.

Los vecinos le decían que emprendier­a y que abriera un local. Un día en setiembre de ese 2021 pasó por barrio Escalante y vio el letrero de “se alquila”, llamó al número que indicaban ahí, habló con el propietari­o, vio el local y se decidió. Fue un martes.

Luego supo que en la zona era muy difícil conseguir un sitio. La suerte había jugado a su favor, pues el letrero lo acaban de colocar cuando ella llamó.

Lo primero que hizo fue acondicion­arlo. Inició los trámites con la Municipali­dad de San José y con el Ministerio de Salud. En diciembre, después de cumplir los requisitos, le dieron los permisos y la patente.

Ahora venía el siguiente desafío: conquistar clientes, hacer el punto y consolidar­lo. En el menú se incluyen, aparte de los mochis y el cheesecake japonés, pasteles de leche, confites de arroz y mousecake de conejo, así como varios tipos de té, café y leche fresca estilo coreana.

También se ofrece un cordon (una salchicha con masa dulce y salsa), gyosas (una empanada china frita o al vapor, vegetarian­a o con cerdo o pollo), noodle (fideos con caldo de pollo o cerdo) y sándwich.

La heladería abre de 11:00 a. m. a 10 p. m., de lunes a sábado, y los domingos hasta las 8:00 p.m. Y como todo en Escalante, el principal movimiento se da desde media tarde.

Alí es quien prueba de primero muchos de los productos. Si a él no le gustan, no van. Ella es firme creyente que son productos que generan la sensación de vuelta a la infancia, de juego, de ese espíritu creativo y lúdico que todos añoran.

Para ella la principal preocupaci­ón es atraer clientes. Siente que, por su procedenci­a, se le dificulta más. Lo intenta resolver a través de redes sociales, aunque reconoce que es más bien cautelosa en presentars­e ella misma.

Un momento difícil fue cuando recibía comentario­s negativos de alguien. Ella cree que no era cliente, pues no mostraba pruebas de lo que decía. Sin embargo, le puso atención. Lo tomó como una señal. —¿Y qué hiciste?

—Me puse a mejorar la calidad. Invité a más personas a probar los productos. A las personas les encantó. Hay personas de origen asiático que vienen acá y me dicen que es mejor que lo que encuentran en otros lados.

De ese momento surgieron nuevos productos, sabores adicionale­s de helados y otros postres. También mejores empaques. Y lo tercero que hizo fue publicar más contenido y más videos en redes sociales.

“No es solo decirle al cliente que compre. Hay que mostrar la experienci­a”, recalca Betsabeth. Las ventas se recuperaro­n. Ahora ella está pensando en nuevas formas para atraer clientes.

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MARVIN CARAVACA Besabeth Assal dice que los postres y helados siempre gustan a menores y a mayores de edad.
 ?? MARVIN CARAVACA ?? A Besabeth le encanta que, junto con los mayores, a la heladería lleguen menores de edad y que se sientan como en sus casas.
MARVIN CARAVACA A Besabeth le encanta que, junto con los mayores, a la heladería lleguen menores de edad y que se sientan como en sus casas.
 ?? MARVIN CARAVACA ?? La heladería Ukiyo Mochi se encuentra en barrio Escalante, donde el movimiento aumenta al final de las tardes.
MARVIN CARAVACA La heladería Ukiyo Mochi se encuentra en barrio Escalante, donde el movimiento aumenta al final de las tardes.

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