Iglesia de San Rafael de Escazú
En un encantador pueblito bajo un manto esplendoroso de místicas montañas que lo resguardan y que creció como el segundo distrito de la provincia de San José, se vislumbra una pequeña iglesia católica de influencia barroca franciscana, cuya edificación se basa en una grave tragedia vivida por los vecinos del pueblo de San Rafael de Escazú. Cuenta la historia que a mediados del siglo antepasado, una gran tormenta desató una cabeza de agua en el río Agres, la cual finalizó en el camino viejo a Pacacua, lugar donde se levantó una estatua a dicho santo y que aún se mantiene el monumento en el sitio.
Casi 100 años después, se le encomienda el proyecto de erigir una ermita al gran arquitecto y artista Teodorico Quirós Alvarado, quien fue uno de los pioneros en investigación de la arquitectura colonial, por lo cual desarrolla en su fachada una proyección única basada proporcionalmente en la iglesia de Ujarrás, dicha fachada de ladrillo evoca una forma de contorno muy similar, pero con diferencias sutiles. La altura de ella es mayor, la ubicación de las ventanas varía según su eje, el campanario pasa a tener tres elementos y cuatro pequeñas torres; todo esto genera una similitud.
Entendiendo un poco más su conformación arquitectónica, la planta tiene un estilo eclesial típico, con tres naves y un pequeño presbiterio el cual hace constar la influencia del barroco tardío en esta estructura. Su emplazamiento atípico ubica la plaza, la escuela y la iglesia como cabecera de distrito, pero su proyección es hacia el norte, no al oeste como la mayoría, lo cual hace suponer que la importancia de la antigua vía a Pacacua fue el origen de la decisión de cambiar la direccionalidad de la fachada.
En su interior se logra vislumbrar una sencillez pragmática, con detalles importantes de madera y un altar que realza el valor conceptual barroco. Cuando se observa de frente, esta blanca estructura se contrarresta con el verdor de los cerros, lo cual mantiene una proporción única, ya que en sus inicios era un pequeño ranchito de techo de paja. Gracias a la donación de los terrenos por la señora Josefina Saborío de Flores se logra entablar el sueño de los vecinos que fehacientemente le dieron vida, dando un nuevo sentido al lugar. La iglesia de San Rafael de Escazú guarda muchos interesantes secretos que son dignos de admirar.