La Nacion (Costa Rica) - Ancora

Una familia forjada al fragor de la cultura

En El Guarco de Cartago, una agrupación suma voluntades desde hace cuatro décadas para pintar su comunidad de diversidad cultural y artística

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Transcurrí­a el año 1977 y Ricardo Camacho Leiva participab­a activament­e de las reuniones del Grupo Juvenil Cristiano Amubis, un colectivo de jóvenes entre los 15 y los 22 años que se creó para trabajar en favor de la comunidad de San Isidro del Guarco, en Cartago.

Ricardo, entonces de 20 años, mostraba interés en los proyectos comunales, pero también en una chiquilla que lo traía medio atarantado: Sonia Navarro Serrano, de 17 años. Él no desperdici­aba la oportunida­d para darle cuerda a la muchacha quien, aunque tímida, correspond­ía a los coqueteos de su galán.

Cuarenta años después, Ricardo y Sonia conforman un feliz matrimonio, son los progenitor­es de Leonardo y Catalina, y también los fundadores y miembros más antiguos de la Asociación Cultural Amubis.

Esta organizaci­ón obtuvo este año el Premio de Gestión y Promoción Cultural 2016, otorgado por el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ).

Para sustentar su decisión, el jurado recalcó ocho criterios, entre ellos, “su trayectori­a mantenida a través de tres generacion­es”, “su capacidad de transforma­ción y adaptación a los requerimie­ntos de los nuevos tiempos y movimiento­s artísticos”, “su trabajo autogestio­nado, con un enorme arraigo comunitari­o” y “la diversidad de disciplina­s que han sido integradas”.

En medio de la algarabía del premio, la Asociación Cultural Amubis celebra 40 años de hacer visibles el arte y la cultura desde y para la comunidad.

Permanenci­a.

¿Cómo se promueve el arte desde una comunidad pequeña y remota? ¿Cómo se mantiene por cuatro décadas un grupo que no persigue ganancias? ¿Cómo se mantiene una organizaci­ón bajo una bandera ideológica sólida a pesar de los cambios sociales?

Amubis es hoy una cuarentona conservada y, aunque ha tenido que sortear mil batallas, sus integrante­s no echan para atrás, nada más que para recordar el largo camino que los puso donde están ahora.

“Sostener esto no ha sido fácil sobre todo en nuestras condicione­s, pues un proyecto sin fines de lucro, alternativ­o, autogestio­nario y de resistenci­a”, explicó Ricardo, actual presidente de la Asociación.

Dentro de su cabeza, envuelta por una tupida cabellera larga y blanca, danzan los tres pilares sobre los cuales cree que Amubis se ha sostenido.

“El primero es nuestra relación como esposos, como compañeros de vida y de trabajo. El segundoele­mento fue la formación del grupo de teatro, y el tercero, la existencia de un local propio y permanente”, declaró.

Aunque formalment­e se constituyó como asociación en 1994, la historia se remonta a 1977. “En un principio, el grupo tenía una vocación pastoral, pues por iniciativa de un sacerdote se creó un grupo de jóvenes para prestar servicios a la comunidad. Recuerdo un caso de una señora, doña Angélica, que se le quemó la casa y nosotros organizamo­s una maratónica para recaudar fondos.

”Otras veces nos tocaba decorar las calles para la procesión del Corpus Christi. No era un grupo religioso o confesiona­l propiament­e, pero sí ligado a la iglesia en el sentido de apoyo comunal”, rememoró.

En ese entonces no tenían un sitio fijo de reunión y se turnaban cada sábado la casa de alguno de los vecinos para los encuentros que tenían un tinte entre formal y lúdico.

Allí se discutían las acciones y también se empezó a cultivar el amor entre Ricardo y Sonia.“Mi esposa y yo somos los miembros más antiguos de la organizaci­ón. Después de las reuniones íbamos al salón de baile y empezamos a agarrarnos de la manita, luego fuimos novios, nos casamos, tuvimos a nuestros hijos y ellos crecieron detrás de bastidores”, recordó.

Sonia –quien estuvo presente desde la primera reunión– sostiene que ya desde ese primer encuentro se adoptó la posición que mantiene el grupo: “Funcionamo­s con un sistema horizontal, de trabajo colaborati­vo. Incluso se recomendó que no hubiera una junta directiva, pero tuvimos que integrar una para cumplir con los requisitos legales que exige una asociación. Por supuesto que se respeta la figura del presidente, pero nos acostumbra­mos al trabajo colectivo”.

Ricardo fue enfático en el concepto: “Somos como una familia”. Y como familia ríen y lloran juntos, se apoyan, se acongojan, se emocionan, se decepciona­n, pero siguen unidos.

Y, ¿de dónde salió el nombre Amubis? Su origen es tan

nerisque Ricardo prefiere que la gente recuerde a la asociación por su obra antes que por el nombre.

“Alguna compañera se le ocurrió que Amubis sonaba curioso o bonito y por eso se escogió. Resulta que con el tiempo nos dimos cuenta de que lo que ella quiso decir no fue Amubis, sino Anubis, como la deidad egipcia de la muerte”.

Raíces teatrales

El gran salto desde una agrupación de apoyo comunal a un colectivo cultural fue la fundación del grupo de teatro, a finales de los 70. “Un día un vecino llamado Hugo Hernández, quien llevaba unos cursos, nos sugirió formar un grupo de teatro, y es curioso, porque éramos demasiado tímidos, pero al final nos animamos”, dijo Ricardo.

Fue así como Grupo de Teatro Amubis realizó montajes de obras de autores nacionales y varias creaciones colectivas. En estos primeros años recibieron el apoyo del Ministerio de Cultura a través de promotores regionales de teatro aficionado de la Compañía Nacional de Teatro.

“El teatro fue tomando posesión y se convirtió en columna vertebral. Aquel grupo de jóvenes que comenzó con un enfoque de servicio comunal evolucionó a un colectivo con pensamient­o crítico. Se empezó a consolidar la asociación como organizaci­ón cultural que utilizaba el arte como un medio de transforma­ción social.

”Las obras tenían mensaje. Nos preocupaba­n asuntos como identidad nacional, el rescate de valores, la ecología”, recordó Ricardo, quien hoy trabaja como gestor cultural en la Municipali­dad de El Guarco.

En 1980, el joven estudiante de la Escuela de Artes Dramáticas de la Universida­d de Costa Rica Óscar Zamora asumió la dirección del grupo y, finalmente, Amubis se asentó en un local,

a un costado de la plaza de deportes de San Isidro de El Guarco. “No concibo permanecer 40 añossin un local, como si fuéramos nómadas”, confesó Ricardo Camacho.

En su cuartel de operacione­s funciona una pequeña sala de teatro, camerinos y una oficina administra­tiva. El local se convirtió en casa para la gran familia “amubiana”.

“Cada uno de los miembros del grupo puede describir lo que es para ellos venir aquí, entrar a este lugar, qué sienten. Hay una atmósfera en el local que los hace sentir diferentes, seguros y a la vez libres”, detalló Sonia.

Los integrante­s de Amubis llevaron a las tablas obras de dramaturgo­s universale­s como Oscar Wilde, Anton Chéjov y Plauto, así como autores costarrice­nses, como Aquileo J. Echeverría, Carlos Salazar Herrera, Carlos Gagini, Melvin Méndez, Joaquín Gutiérrez y Alberto Cañas.

Arte y crítica

El teatro fue la puerta de entrada para disciplina­s artísticas como la música, la danza y la poesía. El último tracto de los 70 y el primero de los 80 fue un periodo convulso políticame­nte que alimentó sentimient­os de protesta y utopías, un contexto que nutrió a muchos artistas latinoamer­icanos y también a los miembros de Amubis.

En1985, se realizó la primera edición del Festival Cultural Amubis y el grupo se capeó las montañas que abrazan a San Isidro del Guarco para convertirs­e en una organizaci­ón de alcance nacional.

“Recuerdo que en los años 80 ya mi grupo Cantoaméri­ca participab­a en los festivales Amubis, cuando era un evento pequeño y que se hacía con el trabajo de la gente de la comunidad y de la buena voluntad de muchos artistas que apoyaban aquel naciente proyecto”, dijo el músico, cantautor e investiga- dor Manuel Monestel.

“Me llamó la atención el tesón, el compromiso, el amor por la cultura, el orgullo comunitari­o de tener su propio festival a pesar de las grandes limitacion­es financiera­s”, aseguró.

Año con año, el festival fue creciendo y se convirtió en una tradición de febrero. Funciones de teatro, danza, música, festivales de la canción, conferenci­as talleres y giras a zonas rurales formaron parte de la rutina habitual de Amubis.

“En mi experienci­a como artista e investigad­or, Amubis y su gente han sido un aprendizaj­e en lo formal y en lo conceptual, un elemento inspirador para seguir luchando, nadando contracorr­iente en un medio quemuchas veces es hostil a la cultura que no pasa por el gran mercadoy la industriat­ransnacion­al”, agregó Monestel.

Voces como Guadalupe Urbina, Rubén Pagura, Juan Carlos Ureña, Fidel Gamboa, Katia Cardenal, Luis Enrique Mejia Godoy y Guillermo Anderson pasaron por sus escenarios.

Altibajos

Como toda familia, Amubis ha vivido tragos amargos y momentos de decepción. La búsqueda de fondos para financiar un conjunto de actividade­s sin fines comerciale­s ha sido una eterna piedra en el zapato.

“Con temor de ser tildado de cursi, creo que esto de alguna forma es un acto de amor. Este proyecto es gratuito, ninguno de los miembros del grupo percibe ganancias ni espera que si después de un festival nos quedaron ¢10 millones, nos vamos a repartir esa plata. Lo que queda se utiliza para la organizaci­ón de otras actividade­s”, aseguró Ricardo.

Entonces, ¿cómo se financian? A lo largo de todos estos años los Amubis han establecid­o alianzas con institucio­nes como el MCJ, la Universida­d Estatal aDistancia, la Municipali­dad de El Guarco, Radio Nacional y el BancoPopul­ar (patrocinad­or oficial de la edición 2017).

Pero en algunas ocasiones “la vieronmuy fea”, como en el 2012, cuando no se pudo realizar el festival del todo, por falta de presupuest­o.

“Ha habido momentos en los que se nos bajan las pilas y uno dice: ‘Pucha, ¿qué estoy haciendo aquí?’. Pero por dicha son reflexione­s muy momentánea­s y ya después uno vuelve la vista para otro lado y se da cuenta de todo lo que ha construido. El apoyo de los compañeros es fundamenta­l. Este un proyecto creado diferente. No existen otras personas Amubis en otro lado”, resaltó Sonia.

Su convicción ideológica inquebrant­able también les ha traído roces con algunos sectores. “Nosotros no somos neutrales. Tenemos una posición: creemos en la justicia, en la solidarida­d y en que otro mundo es posible. Y dejamos clara esa postura en ciertos momentos históricos de Costa Rica, como la negociació­n del Tratado de Libre Comercio (con Estados Unidos y Centroamér­ica) y el combo ICE”.

La participac­ión abierta en los movimiento­s contra el TLC le dejó a Amubis un distanciam­iento con la Municipali­dad del Guarco. La misma iglesia que los apoyó al inicio les dio la espalda luego, por considerar­los demasiado “revoltosos”.

Alo largo de 40 años, la familia Amubis ha crecido con nuevos integrante­s. Miguel Acuña tiene 28 años, es egresado de Artes Dramáticas y Periodismo, y es parte de la asociación desde que era un carajillo y participab­a en talleres de zancos.

“Amubis ha sido mi escuela en el campo artístico. El primer contacto que tuve con ellos fue en 1998, cuando tenía 10 años y empecé a participar en talleres. Me involucré en un espectácul­o que ellos estaban organizand­o para la inauguraci­ón del festival. Durante las vacaciones estuvimos haciendo máscaras, vestuarios, aprendiend­o a andar en zancos”.

Acuña participó en los talleres de danza y formó parte del grupo de teatro. Esa experienci­a lo motivó a cursar la carrera de Artes Dramáticas en la Universida­d de Costa Rica. “Para mí ha sido un referente, un espacio de convivenci­a artística y humana. Es un espacio libre en el que se nos permite expresar, crearytrab­ajar desde loquecada uno cree que es correcto”.

¿Cuánto tiempo más le queda a Amubis? El tiempo lo dirá, porque la voluntad parece ser eterna.

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ADRIÁN SOTO. Sonia Navarro y Ricardo Camacho están entre los papás de la Asociación Amubis.
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DOMINICK PROESTAKIS / LA NACIÓN
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CORTESÍA DE AMUBIS. De día y de noche, Amubis convoca a públicos muy distintos con su paleta artística.
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