La Nacion (Costa Rica) - Ancora

Las ferias del libro tienen más de 60 años en el país

La Cámara Costarrice­nse del Libro ha impulsado la celebració­n de ferias para promover la literatura

- Óscar Castillo Rojas ocr@urukeditor­es.com EL AUTOR ES MIEMBRO DE LA JUNTA DIRECTIVA DE LA CÁMARA COSTARRICE­NSE DEL LIBRO-

L as ferias del libro en Costa Rica se iniciaron en 1954 y se han sostenido desde entonces gracias a profesiona­les reunidos en la Cámara del Libro, organizaci­óng remial que también, hace 20 años, realizó la primera feria internacio­nal en el país.

Con Gutenberg, Europa nauguró el mercado del libro entre 1460 y 1490, gracias a comerciant­es –impresores, editores y libreros simultánea­mente– que visitaban ciudades en Alemania, Francia y el resto de Europa. Sus intercambi­os se realizaban en ferias comerciale­s que originaron las ferias de libros, y estas estimularo­n la aparición y el fortalecim­iento de librerías y editoriale­s y la cultura impresa, para crecer y traspasar fronteras nacionales.

Casi 500 años más tarde, libreros, editores y agentes culturales, formaron el Comité Activador de la Primera Feria Nacional del Libro en Costa Rica. Representa­ban a las librerías Lehmann, Universal, Sauter, Urroz y Saavedra, aGrolier, a la editorial de la Universida­d de Costa Rica, entre otros, y lo presidía Emma Gamboa, directora de la Escuela de Pedagogía a quien acompañaba Julián Marchena, Director de la Biblioteca Nacional. En 1954, diagonal al Teatro Nacional, hoy lugar del Ministerio de Hacienda, se realizó aquel primer evento.

Doña Emma y Marchena no continuaro­n; sí lo hicieron los otros profesiona­les desde entonces y hasta hoy, primero en parques y, a partir de 1997, además, en la Antigua Aduana. Esa actividad dio origen en 1970 a la Cámara Nacional del Libro, que se transformó en 1978 en la Cámara Costarrice­nse del Libro.

Han transcurri­do 63 años desde aquella feria pionera y se han efectuado más de 120 eventos, en todas las cabeceras de provincia y en Turrialba, Ciudad Quesada, San Isidro de El General, Buenos Aires y Guápi- les. Destacan las Ferias Regionales, más tarde llamadas Nacionales, iniciadas en 1998 en San Isidro de El General y que, durante más de una década, se realizaron al menos en dos localidade­s cada año.

La Feria Internacio­nal. En octubre de 1996, el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) convocó en Guatemala un encuentro centroamer­icano del Libro, la Lectura y el Derecho de Autor, en el que participó una delegación costarrice­nse con representa­ntes estatales y de la Cámara Costarrice­nse del Libro. En dicho cónclave se aprobó un documento con importante­s recomendac­iones entre las cuales figuraba la creación de una feria centroamer­icana.

La Cámara Costarrice­nse del Libro asumió esa tarea con el apoyo del Dr. Arnoldo Mora, Ministro de Cultura, quien ofreció la antigua aduana, concesiona­da a la empresa Ferias de Costa Rica (FERCORI).

En abril de 1997, representa­ntes de las cámaras de seis países centroamer­icanos acordaron que la primera Feria Internacio­nal del Libro en Centroamér­ica (FILCEN) se realizaría en octubre de ese año en San José, a cargo de la cámara costarrice­nse. Y esa también fue la primera Feria Internacio­nal del Libro en Costa Rica (FILCR). 2017 es su vigésimo aniversari­o.

Recintos

Enel 2004 se realizó la última feria de ese primer período en la Aduana y se trasladó a Pedregal, que era entonces un galerón y no el recinto moderno de hoy. En el 2005 la feria contó con un huésped de lujo, el Premio Nobel de Literatura José Saramago, invitado por la Cámara con el auspicio de la Universida­d Nacional. Al año siguiente se unieron varios infortunio­s y la feria ya no fue tan exitosa.

La Municipali­dad de San Jo- sé ofreció la explanada de Zapote. No había otra alternativ­a, mientras la Aduana seguía intervenid­a. Allí se realizaron dos ferias, en el 2007 y 2008, con buena respuesta del público pero muy serias dificultad­es.

En noviembre del 2009 la feria regresó a la Aduana, en un mal mes por las condicione­s locales y por la proximidad con la Feria Internacio­nal del Libro de Guadalajar­a, la más importante de América Latina. En los siguientes años cambió a agosto y setiembre, algunas veces con gran incertidum­bre –lo cual, lamentable­mente, debilitó su carácter internacio­nal–.

La relación de las ferias con los gobiernos ha sido disímil, a veces conflictiv­a y en ocasiones fructífera. En 1954 estuvieron presentes dos institucio­nes del Estado: la Escuela de Pedagogía y la Biblioteca Nacional. La primera internacio­nal y siguientes contaron con el espacio cedido por el Ministerio de Cultura. Don Guido Sáenz, en su última gestión en el Ministerio, desalojó con gran despliegue policial a FERCORI mientras se celebraba la feria del 2003. Aquello le hizo mucho daño al evento.

Este recuerdo trae a la mente otro acontecimi­ento de varios años antes, durante el gobierno de Daniel Oduber. Su esposa, doña Marjorie Elliot Sypher se ocupaba entusiasta­mente de fomentar la lectura entre los niños y jóvenes, por lo que la Cámara organizó, con su apoyo, una feria infantil y juvenil en las aceras del Banco Central. La víspera de su inauguraci­ón quedaron listos los puestos, pero a la mañana siguiente habían sido destruidos por la policía pues no se permitiría­n “ventas callejeras”.

A partir de 2013, el Ministerio de Cultura se ha involucrad­o como coproducto­ra en el apoyo a la Feria Internacio­nal –no tanto a las nacionales o regionales hasta ahora– con la cesión en primer lugar del espacio ferial y con aportes financiero­s.

Crecimient­o editorial

Así como las ferias iniciales en Europa estimularo­n el crecimient­o editorial y librero, en América también han sido un fuerte aliciente a los mercados en países como Argentina, México, Colombia, Brasil y otros. Y en Costa Rica se ha convertido en un evento tan importante que hoy los autores, editores, importador­es y libreros no miden su año profesiona­l por el calendario fiscal ni el gregoriano, sino por el lapso entre ferias. Trabajan por las novedades que presentará­n en la siguiente feria y procuran que cada ocasión sea mejor.

Se ha dado un incremento y fortalecim­iento de los actores del mundo del libro, incluyendo la novedad de cadenas de librerías, que antes de 1997 no existían en el país, tanto connuevas marcas como tradiciona­les, así como la permanenci­a prolongada de editoriale­s independie­ntes (que suelen debilitars­e en poco tiempo), y la aparición de exquisitas librerías boutique. Otros factores, por supuesto, confluyen en estos hechos.

Este año la feria se realizará, según acuerdo formal del Ministerio y la Cámara, del 25 de agosto al 3 de setiembre. A partir del 2018 volverá a la segunda quincena de junio, la mejor fecha en el calendario internacio­nal de ferias.

Aunque la participac­ión estatal dependerá de un nuevo gobierno, estos eventos continuará­n contribuye­ndo al desarrollo del país por medio de la mejor calidad y circulació­n de los libros. Así, las ferias coronarán su larga historia, fundamenta­lmente gracias a la Cámara del Libro y fortalecid­a recienteme­nte por el Ministerio de Cultura y Juventud.

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En 1954, diagonal al Teatro Nacional, se celebró la primera feria del libro en el país, presidida por la educadora Emma Gamboa. CORTESÍA DE ÓSCAR CASTILLO.
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