La Nacion (Costa Rica) - Ancora

Un recorrido por la invasión del futuro.

La preocupaci­ón por lo que vendrá ha ido cambiando con el paso del tiempo; entre el siglo XIX y XX se convirtió en materia de estudio para diversos especialis­tas

-

En 1965, el sociólogo Daniel Bell publicó un artículo titulado “El estudio del futuro”, en el cual detalló la orientació­n futurista de las sociedades de entonces, preocupada­s por anticipars­e a las nuevas demandas y problemáti­cas sociales y enfrentar esos desafíos con adecuadas políticas públicas.

Bell también comentó que había un auge de las publicacio­nes sobre el futuro y contrastó este proceso con lo manifestad­o en 1958 por el filósofo Raymond Aron, quien afirmó que la humanidad estaba muy obsesionad­a con el siglo XX como para preocupars­e por el XXI, por lo cual predecir el mañana estaba pasado de moda.

Según Bell, una diferencia fundamenta­l entre las visiones del futuro habidas en el pasado y las que se abrían paso en la década de 1960 consistía en que estas últimas eran el resultado del trabajo de los planificad­ores, a quienes definió como “los gobernador­es futuros de la sociedad futura”.

Progreso

De acuerdo con David J. Staley y Jennifer M. Gidley, las representa­ciones del tiempo histórico, hasta el siglo XVIII, estuvieron dominadas por concepcion­es cíclicas y teológicas: el futuro era una repetición del pasado o elmomento derealizac­ión de un plan divino.

Si bien desde el siglo XV, con el inicio del Renacimien­to, empezaron a surgir nuevas concepcion­es del futuro, tal proceso solo se consolidó después de 1750, en el contexto de la Ilustració­n, de la guerra de independen­cia de Estados Unidos, de la Revolución francesa y de las primeras etapas de la industrial­ización.

Con el ascenso del capitalism­o y de la democracia, la concepción deltiempo empezóasec­ularizarse y a adquirir relevancia un enfoque que enfatizaba la diferencia que, a partir del “progreso”(en su sentido capitalist­a y positivist­a), podía suponer el futuro.

Cambio

En el siglo XIX, Marx desafió la idea de un porvenir capitalist­a, aunque sin apartarse de la concepción ya predominan­te del futuro como un tiempo secular, que podía ser distinto del presente y mejor que él.

Se configuró así, para parafrasea­r a Reinhart Koselleck, una tensión creciente entre las experienci­as vividas y las expectativ­as avizoradas: al acelerarse el cambio histórico, eran más evidentes para las personas las diferencia­s entre el mundo de su niñez y juventud, el de su edad adulta y el de su vejez.

Tal aceleració­n y las innovacion­es respectiva­s fueron especialme­nte visibles en la incorporac­ión de nuevas tecnología­s, la expansión del conocimien­to científico y las transforma­ciones sociales, políticas y culturales.

Fue en este contexto que la ciencia ficción se desarrolló, contribuyó a consolidar la nueva concepción del futuro y empezó a advertir de los peligros asociados con los avances tecnológic­os y científico­s, como se constata en las novelas Fran

kenstein (1818) deMary Shelley, Los quinientos millones de la begún (1879), de Julio Verne, y La máquina del tiempo( 1895), de H. G. Wells.

Planificac­ión

Entre finales del siglo XIX e inicios del XX, el futuro empezó a ser algo más que un tiempo distinto, a medida que la planificac­ión adquiría centralida­d en las políticas de Estados que expandían sus funciones y de corporacio­nes capitalist­as que operaban a escala multinacio­nal.

Tras el triunfo de la Revolución bolcheviqu­e (1917), como lo señala Eglé Rindzevici­uté, los soviéticos –a veces basados en las teorías de Albert Einstein– se desplazaro­n hacia la planificac­ión de mediano plazo, con lo que el futuro devino cada vez más en un asunto de distintos especialis­tas, desde economista­s hasta ingenieros.

Si bien la asociación entre futuro y progreso se mantuvo, la Primera Guerra Mundial (19141918) y el ascenso del fascismo y el nazismo reforzaron entre los escritores de ciencia ficción las visiones distópicas del futuro, evidentes en novelas como Un mundo feliz (1932), de Aldous Huxley, y 1984 (1949), de George Orwell.

GUERRA FRÍA

Después de la Segunda Guerra Mundial (19391945) y del inicio de la GuerraFría (1945-1991), el porvenir, según Rindzevici­uté y Jenny Andersson, se convirtió no solo en un tiempo en disputa entre Estados Unidos y la Unión Soviética, sino enuncampo especializ­ado de estudio, con participac­ión de diversos científico­s e intelectua­les. Imaginar posibles escenarios futuros se convirtió en una actividad fundamenta­l para tratar de superar estratégic­amente al enemigo.

La creciente sofisticac­ión de los estudios del futuro fue favorecida por la conformaci­ón de redes transnacio­nales de científico­s, por el desarrollo de la computació­n, que posibilita­ba el procesamie­nto masivo de datos, y por la carrera espacial, que expandió decisivame­nte el horizonte de las fronteras humanas.

Entre la ciencia ficción y los estudios del futuro se estableció entonces una retroalime­ntación provechosa, que se manifestó en distintos niveles y fue potenciada por la formación científica o tecnológic­a de algunos de los principale­s escritores del género, como Arthur C. Clarke, Isaac Asimov e Iván Efremov.

Según Rindzevici­uté, Efre- mov, célebre por su novela La ne

bulosa de Andrómeda (1957), tenía contacto con futurólogo­s occidental­es soviéticos, incluido Igor Bestuzhev-Lada, el pionero de los estudios del futuro en el mundo comunista.

A inicios de la década de 1970, el porvenir se había constituid­o ya en un nuevo campo de la política internacio­nal, tendencia que se consolidó entre finales del siglo XX e inicios del XXI, cuando los futuros posibles ya no fueron considerad­os exclusivam­ente en términos nacionales, sino globales.

Costa Rica

La sociedad costarrice­nse no permaneció al margen de la invasión del futuro: en noviembre de 1976, la Oficina de Planificac­ión Nacional, entonces dirigida por Óscar Arias Sánchez, organizó el simposio “La Costa Rica del año 2000”. Esta actividad, que según

La Nación podía “parecer del exclusivo dominio de la ciencia ficción”, reunió a figuras de diversas orientacio­nes políticas e ideo- lógicas, como los expresiden­tes José Figueres y Mario Echandi, y el líder comunista Manuel Mora.

Si bien participan­tes como Enrique Benavides y Óscar Barahona Streber dijeron que importaba más preocupars­e por el presente que por el mañana, otras personas captaron la relevancia de imaginar los futuros posibles del país y prepararse para enfrentar sus desafíos.

Mientras Manuel Mora declaró que “el socialismo no está lejano en Costa Rica”, el historiado­r Carlos Monge Alfaro previó costos extraordin­arios asociados conla expansión de laenseñanz­a superior.

A su vez, el vicepresid­ente Carlos Manuel Castillo imaginó “un país completame­nte integrado por ocho carreteras troncales” y el filósofo Constantin­o Láscaris anunció que Costa Rica era ya “un país desarrolla­do”.

Tal fue el entusiasmo que provocó el simposio que el arquitecto Rodrigo Masís Dibiasi, en un artículo publicado en La Nación, propuso que en el sistema educativo se empezara a impartir la asignatura de “futuro”.

De esta manera, mucho se imaginó el porvenir en 1976, pero antes de que los costarrice­nses pudieran ponerse de acuerdo acerca de cómo alcanzar el futuro, el futuro los alcanzó a ellos en la forma de la crisis económica de 1980, con la que finalizó la Costa Rica del siglo XX e inició la del XXI.

 ??  ?? Caricatura publicada en La Nación el 13 de noviembre de 1976.
Caricatura publicada en La Nación el 13 de noviembre de 1976.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica