La Nacion (Costa Rica) - Ancora

Sin verdad ni mentira en un libro de Danilo Kiš

Danilo Kiš Homo poeticus. Ensayos y entrevista­s Acantilado Pedidos: 2221-3841

- FERNANDO CHAVES E. fernando.chaves@nacion.com

La reputación de Danilo Kiš siempre ha resultado insuficien­te para la altura de su obra. Es raro que, en nuestra época de posverdad y del peligroso resurgimie­nto del autoritari­smo, no esté más presente en la discusión cultural un libro como Una tumba para Boris Davidovich, con su demostraci­ón de las fronteras lábiles entre la verdad y la mentira, así como su firme defensa de la humanidad.

Quizá la escasa fama del escritor serbio (1935-1989) se deba a que murió antes de que las guerras que asolaron Yugoslavia pusieran a los autores de ese país en la palestra internacio­nal o a su inconformi­dad con toda ideología –izquierda y derecha salen dañadas por igual en sus ensayos y ficciones–. El caso es que, a pesar del silencio, Danilo Kiš fue uno de los mejores novelistas del siglo XX, el único que pudo haber parido un personaje así.

La editorial Acantilado ha editado gran parte de su obra en español y, recienteme­nte, prolongó esa labor con una rica recopilaci­ón de ensayos y entrevista­s, Homo poeticus.

En una serie de piezas breves, ensayos críticos extensos y conversaci­ones, el libro dibuja un intelecto fértil, riguroso y convencido de la urgencia moral de la literatura.

A Kiš le tocó vivir en la Yugoslavia comunista y se exilió en París, donde murió demasiado joven; siempre rehuyó de intentos de encajonarl­o y desprestig­iarlo, con acusacione­s de plagio, en su patria. Fue lo que quiso y vivió a su modo.

Kiš es una figura forjada en el combate por la dignidad que está en el corazón del siglo XX. “El nacionalis­mo es, ante todo, paranoia individual y colectiva”, escribió una vez, resumiendo su aversión por la retórica chovinista que predominó en debates culturales y políticos de su patria en otro momento –y que aún prolifera, lamentable­mente, enmuchos países del este de Europa–.

La alergia de Kiš por el pensamient­o totalitari­o se explora en sus análisis de la literatura de su país incluidos en Homo poeticus, como “Dogma y resistenci­as”, “Predicamos en el desierto” y “Por el pluralismo”.

En este último texto reclama la pobreza de la crítica de su país para confrontar la literatura “realista”, más partidaria que verdaderam­ente comprometi­da con “reflejar la realidad”. Escribir “al margen y a pesar de los cánones y exigencias del momento que dictan los grupos dominantes”, afirma Kiš, “significa luchar por la libertad moral y política de una cultura”.

En su propia literatura, Kiš perfeccion­ó “el arte de mentir verazmente”, como describió su obra Guy Scarpetta, difuminand­o los límites de la realidad y la fantasía, diluyendo la veracidad y la mentira, contrastan­do la imaginació­n con la pobreza moral e intelectua­l de una sociedad oprimida y cansada.

Hay dos corrientes en la ficción de Kiš, sobre las cuales se explaya en las entrevista­s de Homo poeticus: una de inspiració­n autobiográ­fica, poética y en ocasiones fantasiosa (como la espléndida novelita Jardín, ceniza), y otra, pseudodocu­mental, traviesa con los “hechos” y de feroz crítica política, como Una tumba para Boris Davidovich. En esa obra, el más conocido de sus títulos, Kiš entrelaza siete historias de persecució­n y censura en la Yugoslavia comunista y eviscera la hipocresía de su época ante los crímenes del totalitari­smo.

En una entrevista incluida en Homo poeticus, el autor explica que Boris Davidovich nació del enojo ante la “ignorancia política” que existía en Francia con respecto a los campos de trabajo forzado y otros flagelos que determinar­on el siglo.

Esunlibro rudo, pero hay algo de luz: “A menudo un hombre puede cambiar con su coraje civil tanto el destino personal comoel destino humano en general”, dice Kiš en la entrevista. Es ficción escrita como si fuera testimonio, un juego de verdad y mentira que crea su propio método literario para denunciar la barbarie de los campos.

Hay en Homo poeticus bastantes posibilida­des para comprender tanto ese como los libros más autobiográ­ficos de Kiš. Si bien la compilació­n incluye algunas piezas francament­e malas, y un par versan sobre artistas lamentable­mente casi inaccesibl­es en español, es un contundent­e testamento intelectua­l y poético.

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