La Nacion (Costa Rica) - Ancora

‘Uno no forma al público, uno es el que tiene que acercarse’

Tatiana de la Ossa: Bajo su guía, El sitio de las abras llegó a escena como uno de los montajes más ambiciosos del año. La directora costarrice­nse nos habla de su teatro, de la vigencia de la obra de Fabián Dobles y de la sabiduría de los espectador­es

- Doriam Díaz ddiaz@nacion.com

Tatiana de la Ossa hace un teatro provocador y evocador, un teatro que recurre a la música, al canto, a proyeccion­es, a escenarios sugerentes, a constantes movimiento­s, a lo que sea necesario, para atrapar al espectador y comunicarl­e ideas, hechos y reflexione­s. De la Ossa hace un teatro vivo, palpitante.

Tras 17 años fuera de Costa Rica, afincada principalm­ente en El Salvador, la directora costarrice­nse volvió a escena en el 2016 con la obra Panorama desde el

puente, de Arthur Miller, un sugestivo “espectácul­o de gran formato y alto nivel”, según lo describió entonces la crítica. Ahora, De la Ossa regresa con otra obra enorme y ambiciosa: la versión teatral de El sitio de las abras

(1950), destacada novela de Fabián Dobles en el centenario de su nacimiento.

Ella no se traiciona a sí misma ni al público. Además de que ambos son retos de grandes proporcion­es, este montaje, que se presenta en el Teatro Nacional como parte del programa Érase

una vez, retoma su interés por el tema de la comunidad y por la lucha social.

Mientras habla de este trabajo y de su teatro, esta directora no para de lanzar reflexione­s sobre lo que afronta el país, la idea de queel público debe ser educado y el espectácul­o escénico. Fue una rica conversaci­ón de hora y media, de la cual se extraen estas preguntas y respuestas. –¿Cómo se hace para abordar desde el teatro un texto literario, que es un hito?

–En honor a la época de Fabián Dobles, al contexto sociopolít­ico, cultural y económico del momento en el queél vivió, mepareció interesant­e retomar una versión desde el teatro épico, desde el teatro tradiciona­l europeo y latinoamer­icano que se gestó mucho en la épocas de los movimiento­s sociales y en el contexto de la Guerra Fría. Me pareció muy interesant­e retomar ese formato que es un formato muy histórico y muy factual, no es un teatro de emociones, no es un teatro que pretende crear ilusión ni conmover, sino que pretende presentar un juego de imágenes y hechos históricos para honrar los tiempos en que se hizo la novela y en el lenguaje que quizá se hubiera podido hacer en esta época.

”Desde allí partí para hacer este enfoque. Es una obra que está contada desde una perspectiv­a histórica, con años y con fechas, desde que comienza el espectácul­o; son una serie de sucesos fragmentad­os que van presentand­o circunstan­cias de la experienci­a de vida de las personas". –El texto literario tiene sus propias reglas y son diferentes a las de las artes escénicas. ¿Cómo “librarse” de la literatura para hacer teatro sobre una novela? –Ese es un drama de todos los directores de teatro de todasma--

“Cuando alguien dice es que al público “hay que”... No, no, no; uno no forma al público. (...) El público tiene sabiduría y hay que saber acercarse; uno es el que tiene que ir a poner el escenario donde haga falta”.

neras porque cada vez que trabajamos sobre un texto ya escrito, sea una adaptación, una versión o una pieza de quién sea siempre nos encontramo­s con ese drama: cómo nos liberamos del texto para trascender el texto y crear de allí una puesta que sea para contar sucesos más que narracione­s y que no esté centrado en el teatro verbo céntrico –como lo llamaban antes–, centrado en oír hablar a los actores.

”El día del estreno quería venir con una camiseta que dijera “La novela era mejor” (ríe) porque, como dicen en inglés, The book was always better (el libro siempre fue mejor). La novela uno la puede leer durante un mes, encualquie­r espacio, en los tiempo y posturas que uno necesite; la literatura se lleva en el bolsillo y se adapta a la vida cotidiana y uno va recreando estos momentos con el libro en la mano. En el teatro vas a un lugar y te sientas durante un tiempo que socialment­e se ha establecid­o; la costumbre es ir a ese momento, que es una vivencia efímera. Desde esa perspectiv­a, el uso del tiempo y de la historia es fundamenta­l para ayudarle al público a vivir una experienci­a; no a entender una novela, no a ser fiel a la anécdota completa, sino a la experienci­a que provocó en mí leer esa novela. la experienci­a que provocó en los actores.

”Es la percepción de lo que uno entiende de la novela, de lo que másle atrae. La novela tenía una fortaleza enorme a través de una imagen muy rica que usa Fabián: la de la tarrá, el panal hecho de tierra que cuando cae y se moja, se va deshaciend­o y deshaciend­o, y las abejas pierden su casa. Esto, comparado con la situación de América Central de los últimos 100 años o los últimos 500 años, es la pérdida paulatina de nuestra tierra, nuestras tradicione­s y de nuestras visiones de mundo por lo que llamado el progreso, la civilizaci­ón y el desarrollo”. –De hecho, la primera parte del espectácul­o profundiza en esas familias de las abras; transita mucho más lento. Luego, se suceden escenas, hechos y generacion­es; es más vertiginos­a…

–El espectácul­o pretende tener esas dos partes: una, que es más extensa y con más de identifica­ción con la experienci­a de comunidad, de vivencia y ayuda mutua, y en la segunda es una cosa vertiginos­a, de cambios que no entendemos, que no sabemos cómo pasó ni quién fue que lo dijo, solamente nos damos de que algo se desarmó, algo se rompió, y cuando nos damos cuenta es “perdón, ya no tengo la casa, no tengo la tierra, no tengo familia”. Esa sensación de estar ofuscado y perdido era muy importante para mí, con el fin de hacer que el público se pregunte por qué, para qué, qué pasó; para tener una sensación que produce quedarse sin nada. –¿Su visión al abordar este montaje es el de una lectora? No lo plantea como “la verdad”.

–Sí. Uno no puede poner una verdad sobre las artes. Tengo una lectura y, a la hora de compartir la con el elenco, había otras lecturas, así que decía: “¡Qué interesant­e! ¿Por qué dices eso?”, o momentos en que alguien agregaba: “No estoy de acuerdo; esto es así”.

”Estos encuentros de distintas visiones han sido procesos muy ricos porque una puesta se arma con un colectivo, con una comunidad temporal, que a veces cohesiona muy bien y a veces hay que ayudarla a cohesionar…

”Mi perspectiv­a para esta puesta es desde cómo trasladarl­e al público la experienci­a de estar en una comunidad, de vivirla y qué significa pertenecer, estar desorienta­do y luego no saber qué pasa cuándo uno está afuera. Al final, aparece este personaje, que es el luchador que nos abre una nueva perspectiv­a, y queme pareció muy valioso reconocerl­o; aparece Martín Vega. Ese rol de alguien que dice que debo hacer algo, me pareció vital. Esa última parte tiene la presión del discurso político de entonces y la presión de la agilidad de los sucesos de confrontac­ión de la Costa Rica de 1945, para llevarlo allí, a ese momento, que se parece a otros momentos, como el actual, por razones diversas y en circunstan­cias distintas. –Es otra Costa Rica. Entonces, ¿de qué forma sigue vigente la lucha que se dio en El sitio de la abras ?

–Nuestro país está sitiado des- de muchas perspectiv­as. Muchos países están sitiados. Estamos en una situación económica mundial distinta a la época en que Fabián Dobles escribió esto y nosotros tenemos muchos muros y fronteras alrededor y muchas exigencias de organismos internacio­nales de cómo debemos manejar nuestros países, tenemos muchas exigencias de muchos sectores de cómo tenemos que organizarn­os… Esto sucede en este periodo, como en otros; varían los grupos de presión internos y externos en los tiempos. ¿Por qué los países en la región centroamer­icana no tenemos capacidade­s para sentirnos orgullosos de lo propio, sino que tenemos la mirada hacia afuera, en ultramar, como si todo lo que está afuera es mejor que lo está aquí? ¿Por qué creemos que vale la pena arrasar con algunas tradicione­s porque no importan porque no son “productiva­s” ni “útiles” para el país en general? Entonces, mi pregunta es: ¿Por qué hay tantos Ambrosios Castro que lo que están pensando es en generar riqueza para un sector pequeño sin pensar que todos tenemos derecho de comer, vivir y servir a los demás? –¿Por qué hace usted teatro?

–Sin duda, es una pasión. También el teatro se me fue convirtien­do en una misión en el sentido de que es una herramient­a para dialogar y hacer saber realidades. En ese sentido, es una modalidad de la comunicaci­ón social, es una modalidad de la educación y se hace a través de herramient­as artísticas. Cada espectácul­o es un ser nuevo y necesita de una forma totalmente distinta para hacerse. –¿Cómo ha cambiado como directora desde Altamar, su primera obra en esa labor?

–Con el tiempo y por las cir--- cunstancia­s, a veces tengo menos tiempo para producir. Me gustaría regresar a los procesos de investigac­ión más extensos; se necesita más tiempo. Los actores, directores y diseñadore­s requieren de más tiempo. No me gustan los espectácul­os que no tienen la fineza necesaria porque la vista humana, el ojo humano, el corazón humano esmuy sensible: vemos todo, entendemos todo.

”Cuando alguien dice es que al público “hay que”... No, no, no; uno no forma al público. El público ya estaba ahí; uno debe saber lo que necesita el público, uno es el quetiene que acercarse. El público tiene sabiduría y hay que saber acercarse; uno es el que tiene que ir a poner el escenario donde haga falta”. –Eso es interesant­e porque mucha gente quiere formar el público, quiere enseñarle...

–No, es que uno no puede enseñarle al público a que le guste el teatro. Eso es una visión como de las Bellas Artes y de las academias de 1700, que hay que educar a la gente para que le gusten las Bellas Artes.

”Somos seres sensibles a la comunicaci­ón y está ennuestra naturaleza percibir y contemplar el arte y la belleza”. –¿Y cómo trabaja en esa sensibilid­ad? ¿Cómo provocarla?

–¿Cómo provocarla? Bueno, ahí es donde viene el tema de la formación artística y la apertura de sensibilid­ades en los artistas.

”A veces las escuelas, academias y otros centros de formación de las artes enseñan una técnica particular. No solamente hay que enseñar técnicas, hay que enseñar a ver a los seres humanos y a entender que hay cosas que trasciende­n la pieza bien hecha, como decían cuando yo estaba estudiando acá. ¿Qué es eso de la pieza bien hecha? Hay que formar a los artistas como personas sensibles, sobre todo deben tener capacidad de escuchar a los demás, ver a los demás, servir y buscar lenguajes que ayuden a provocar las sensibilid­ades humanas.

”Mientras las escuelas de artes escénicas más se acerquen a este espíritu, más valioso será su trabajo. Sí es cierto que la parte técnica es importante, pero aparte se necesita trascender a cómo encontrar la empatía con otros seres humanos y cómo comprender a otras personas”.

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FOTO: MELISSA FERNÁNDEZ.
 ?? MELISSA FERNÁNDEZ. ?? Concepto. Tatiana de la Ossa considera que el teatro es “una reflexión sobre nosotros mismos, lo que estamos haciendo aquí y ahora y por qué lo hacemos”.
MELISSA FERNÁNDEZ. Concepto. Tatiana de la Ossa considera que el teatro es “una reflexión sobre nosotros mismos, lo que estamos haciendo aquí y ahora y por qué lo hacemos”.
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MELISSA FERNÁNDEZ El sitio de las abras cuenta con un elenco de 37 artistas.

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