La Nacion (Costa Rica) - Ancora

El fuego creativo

- Doriam Díaz ddiaz@nacion.com

Como si fuera un río, el artista costarrice­nse Crisanto Badilla Arguello se zambulló en el arte hace más de medio siglo y, desde entonces, se ha dejado llevar por estas aguas. Trabaja en varias técnicas, aunque es en la escultura en la que sobresale y se convirtió en unos de los creadores prominente­s de Costa Rica.

Luego de tanta agua bajo el puente (exposicion­es, reconocimi­entos y exploracio­nes), Badilla exhibe desde diciembre su fuego creativo en una exposición en el Museo Calderón Guardia, ubicado en barrio Escalante. La muestra privilegia las obras en bronce y la temática de las mujeres; sin embargo, hay otras técnicas en estrecha comunicaci­ón con el resto de su trabajo.

Del placer de la escultura, la tradición artística en Heredia y su propio legado habla el artista de 78 años en esta conversaci­ón.

garizan completame­nte el libro. No debe venderse un solo ejemplar en Inglaterra, hacerlo supondría sacrificar la reputación que me haya ganado ofreciendo al público lo mejor de lo que soy capaz”.

Tenniel toma la palabra

Cuando la Editorial Macmillan preparaba la segunda parte de la obra, Alicia a través del espejo y lo que encontró allí, el ilustrador envió un mensaje al autor, fechado el 1.° de junio de 1870, con un boceto de la escena del vagón de tren. Allí le indicó:

“Mi querido Dodgson: Creo que cuando sobreviene el salto en la escena del tren podría hacer que Alicia se agarrara a la barba del chivo, ya que es lo que más a mano tiene, en vez del pelo de la señora. La sacudida arrojaría prácticame­nte a la una sobre la otra.

Le ruego que no lo considere una grosería, pero me veo en la obligación de decirle que el capítulo de la «avispa» no me ha despertado ningún interés, y no se me ocurre cómo ilustrarlo. Si quiere acortar el libro, no puedo por menos de pensar -con todos mis respetos- que esta es su oportunida­d.

Con angustiosa premura. Le saluda atentament­e, J. Tenniel”.

Contra cualquier predicción, Carroll aceptó las dos sugerencia­s. Para no desafiar las leyes de la física, la niña se sujeta de la barba del chivo cuando viaja en el tren y suprime, en su totalidad, el fragmento que se refiere al encuentro de Alicia con la avispa. Se cree que no se trataba de un capítulo, tal como lo dice el ilustrador, y que era un fragmento que originalme­nte iniciaría en la página 183 como parte del capítulo VIII: “Es invención mía”.

¿Un texto innecesari­o?

Burstein y Cohen afirman que la avispa recurre a un lenguaje popular de la Inglaterra victoriana. Por ejemplo, menciona el término «Worrit», que se utilizaba vulgarment­e como verbo, como en la expresión “Don´t worrit your poor mother [No incordies a tu pobre madre]”. Asimismo, al insecto le encanta el azúcar moreno, que era el predilecto de las clases populares pues era más barato que el blanco y refinado.

Fue una moda, para hombres y mujeres, usar peluca en Francia e Inglaterra durante los siglos XVII y XVIII como señal de su profesión o clase social. A algunos varones, la falsa cabellera caía de sus cabezas y les cubría parte del pecho y la espalda. Sin embargo, durante el reinado de Victoria, tal práctica se empezó a extinguir y en los tiempos de Carroll ya estaba en desuso pues solo jueces, abogados o actores lucían pelucas en actos ceremonial­es. Por eso, se piensa que la de la avispa se caracteriz­a por su vejez y añejamient­o.

Aunque, eventualme­nte, no agregue nada importante a la obra, el fragmento de la avispa merece el estudio y la atención pues permite conocer, con mayor profundida­d, ese reino que se encuentra al otro lado del espejo. •

*El autor es profesor de literatura infantil de la Universida­d de Costa Rica y miembro de la Academia Costarrice­nse de la Lengua.

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WIKIMEDIA COMMONS Una de las ilustracio­nes de John Tenniel (1820-1914) para la segunda parte de
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