La Nacion (Costa Rica) - Ancora
Por donde
Una selección de obras de la colección LUX en el Costa Rica Festival Internacional de Cine 2020 ofrece una introducción a la historia del cine experimental y el videoarte británicos
legado siguen muy activas e influyendo en la difusión de otras formas de crear imágenes.
Una de ellas es LUX, la principal colección y distribuidora de cine y video de artista en el Reino Unido y una de las mayores en Europa, con más de 1.200 artistas y 4.000 obras representadas. Para el Costa Rica Festival Internacional de Cine (CRFIC) 2020, seleccioné algunas piezas de filme y video desde Berlin Horse hasta el presente, con el fin de mostrar la amplitud de estas prácticas artísticas, rara vez disponibles en el país (ver recuadro).
Aunque arraigadas en su contexto histórico y artístico, ofrecen vívidos recordatorios del potencial radical de la imagen en movimiento y de las múltiples historias paralelas del “cine”, que sería mejor dejar de mencionarlo en singular.
Luces y sombras
En pleno auge de la contracultura a ambos lados del Atlántico, a mediados de los 60, un grupo de artistas y cineastas se reunía en la librería londinense Better Books para proyectar cine experimental y underground. De proveniencias e inspiraciones dispares, algunos querían crear una plataforma propia para producir y distribuir sus obras; otros proponían crear una organización hermana de The Film-makers’ Co-Operative, que funcionaba en Nueva York desde 1962, con figuras como
Jonas Mekas, Shirley Clarke y Stan Brakhage. Así, y propensa a la constante transformación y controversia, nació la London Film-makers’ Co-Operative (LFMC) en octubre de 1966.
A través de sus cambios y las sedes por las que peregrinó, la LFMC se concentraba en producir, distribuir y exhibir cine “independiente”; es decir, filmes creados al margen del sistema industrializado de estudios y abierto a explorar distintas estructuras narrativas, metodologías de producción y relaciones con la audiencia.
Una obra como Dresden Dynamo (1971-72), de Lis Rhodes, muestra el ímpetu experimental y, en aquella primera época sobre todo, de cuestionar la materialidad misma del filme. En esta pieza hecha sin cámara sobre cinta de 16mm, la imagen es la banda sonora, “leída” por el equipo óptico y coloreada con filtros; se crea una sucesión de ruido, visual y sonoro, que pone en entredicho la imagen misma y su relación con el sonido. Otros artistas como Peter Gidal, Malcolm Le Grice y Annabel Nicolson buscarían su propia ruta para analizar esta condición material del filme, sus limitaciones y sus capacidades expresivas y políticas.
Un espíritu de experimentación similar alimentó el surgimiento de London Video Arts (LVA) en 1976, creada tras el influyente The Video Show en las Serpentine Galleries el año anterior, la primera gran exposición de video y arte en video en Reino Unido.
David Hall, fundador de LVA, había mostrado allí obras como Relative Surfaces (1974), pieza de ocho minutos donde juega con la agilidad de una cámara
Portapak para grabar, grabarse y grabar su reflejo. Aunque el arte en video había surgido con la tecnología desde la década anterior, a principios de los 70 luchaba aún por consolidar su autonomía como práctica artística, interesante para los creadores sobre todo por su carácter contestatario contra la televisión, las posibilidades de difusión amplia y la relativa facilidad de su uso y bajo costo con respecto al cine.
Otros artistas como David Critchley, Tamara Krikorian y Stuart Marshall se unieron bajo la bandera de LVA para promover el videoarte por medio de proyecciones, exposiciones y, algunos años más tarde, la producción y distribución (luego se llamaría London Video Access y London Electronic Arts). Sin embargo, ambas organizaciones, LFMC y LVA, así como muchas similares, sucumbirían ante conflictos internos, reducciones bruscas de financiamiento público en los años 80 y 90, el alza del alquiler en Londres y muchos otros factores que desembocaron en la creación del Lux Centre en 1997. Este mismo colapsaría, para dar paso finalmente a LUX, que hoy opera en Highgate, al norte de Londres, custodiando la colección y difundiéndola mediante distribución, publicaciones y exposiciones.
Hacia lo nuevo
¿Cómo le llamamos a este campo? Cine avant-garde, cine experimental, videoarte, moving image art, time-based media art, artists’ film (o cinema) son todos conceptos con historias institucionales y prácticas particulares. En cualquier caso, en los años 90 el “cine y video de artista” transformaron el campo del arte británico, con sus obvias repercusiones internacionales, y aún sigue siendo de los principales medios en cuanto a producción, exhibición y discusión.
Para complementar la breve revisión histórica de la Co-Op y de LVA, que incluye a artistas de generaciones posteriores (como Alia Syed), se mostrarán en el CRFIC obras creadas en filme o video digital recientemente. Artistas como Laure Prouvost (Premio Turner 2013, el mayor del arte contemporáneo en Reino Unido) y Luke Fowler son muy conocidos en el circuito de festivales, especialmente en Europa, por sus acercamientos a la imagen, desde las apropiaciones de lo documental hasta la mezcla de lenguajes narrativos y sus interpelaciones al espectador.
Artistas como Morgan Quaintance utilizan el medio como herramienta para la reflexión histórica y filosófica, casi una extensión de su producción crítica. En Early Years (2019) retrata a una artista jamaiquina, migrante de primera generación, y su liberación mediante el trabajo intelectual.
Por su parte, Beatrice Gibson analiza su maternidad mediante poesía y teoría queer y feminista, el baile, la alegría, la experiencia física. Extática y conmovedora, su baile final en I Hope I’m Loud When I’m Dead (2019) celebra el arte que la ha formado, la energía demoledora de los feminismos y el pensamiento radical.
Este recorrido por la colección LUX en el CRFIC es apenas una introducción, una invitación a futuras exploraciones conjuntas. Entre las grietas de las historias cinematográficas gastadas, un recorrido por lo disidente, lo experimental y lo desafiante de otras épocas puede iluminar aún otras narrativas, otras formas de hacer y de transformar nuestra comprensión del mundo mediante las imágenes.•