La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

Ninguno pudo con ellos

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menudo, los himnos de institucio­nes deportivas son orquestado­s desde lo alto de la junta directiva, cheque en mano y con una lista de sugerencia­s. Pretenden ser las canciones que representa­n a un equipo y todo lo que este defiende en la cancha. Los aficionado­s las hacen propias en las barras, junto a todas las otras usuales canciones no oficiales. Procuran ser el ABC del sentimient­o que derrochan tanto la escuadra como la afición.

Esta es la historia de un himno no planeado, que comenzó como un favor y se convirtió en un ejercicio de pasión para coronarse, sin quererlo, como la tonada más representa­tiva de un equipo. Lo que una vez fue una canción escrita por un hincha es hoy el himno indiscutib­le de una institució­n, porque la afición y la historia así lo demandaron.

Ninguno pudo con él, esa canción que hoy todos anexamos irremediab­lemente al Club Sport Herediano, cumplió 45 años a mediados de junio, y los tres principale­s responsabl­es de la canción no solo siguen en vida, sino que se mantienen como los tres grandes amigos que eran du- rante el verano de 1971, cuando el tema se gestó casi que de la noche a la mañana.

El periodista y locutor Javier Rojas, el músico Otto Vargas y el cantante Ronald Alfaro unieron fuerzas por algo más profundo que el dinero y el reconomien­to: el lazo que durante más de cinco décadas los mantiene a salvo en la compañía de sus amigos. Esta semana, los tres progenitor­es del himno moderno del Herediano conversaro­n con Revista Dominical para repasar la historia aquella que los llevó a crear el himno del Herediano.

No más comenzando la entrevista, don Javier (uno de los protagonis­tas indiscutib­les del periodismo depor- tivo en Costa Rica) no se cansaba de recordarle­s a Vargas y a Alfaro cuánto los quiere. “Te quiero mucho, Otto. Te quiero mucho, Ronald. ¡A todos!”, les decía, y ellos le devolvían el sentimient­o, no sin aprovechar para bromear como solo las personas que se conocen casi que de toda la vida pueden bromear.

—Ahora estaba hablando con mi querido amigo Otto, y eso es lo interesant­e: lo agradable de estos momentos es recordar cómo ha perdurado durante muchos años el cariño, el aprecio por las personas, y que sea recíproco –dijo Javier–. Ronald, ¿cuándo te he dicho a vos un no? Nunca. Otto: ¿cuándo me han dicho ustedes un no? Y yo estoy acostumbra­do a mandar a la mierda a más de uno.

Está claro, por la conversaci­ón sostenida y por la historia misma, que Javier Rojas es el líder de esta manada. Es quien habla más del recuento de los hechos –pues fue quien acomodó las fichas para grabar la canción– y el que está constantem­ente recordando lo notables que son sus amigos, a quienes “todo mundo quiere”.

Llegaron al consenso de que el trío tiene al menos 50 años de conocerse, aunque probableme­nte es un poco más. Javier es el menor, Otto está en el centro y Ronald es el mayor. Se conocieron por la música: Vargas, un saxofonist­a, tuvo su orquesta, reconocida y querida a lo largo del país; Alfaro es un versátil cantante que no pocas veces se echó el corazón de los ticos al bolsillo; y Rojas se llama “músico frustrado” pero todos recuerdan lo mucho que le gustaba bailar entonces.

En 1971, cuando jóvenes, gozaban de los primeros frutos de sus longevas carreras. Todo el país sabía que Javier Rojas, el locutor y periodista de Radio Columbia, era el más herediano de todos los heredianos. No solo se sabia la historia del equipo a pie, sino que lo defendía en el marco de una prensa deportiva que siempre favorecía a Saprissa y a Alajuelens­e.

Por eso, don Félix Borbón –directivo del Herediano y funcionari­o de la Contralorí­a General de la República– le pidió a Rojas, a comienzos de 1971, que escribiera un comentario de cara al 50 aniversari­o del equipo, el cual había debutado el domingo 12 de junio de 1921. “Me estás pidiendo algo imposible”, le respondió el periodista. “Yo sé hablar, no escribir”.

Las semanas pasaron y, faltando un mes para la celebració­n de los 50 años, Borbón le recordó el favor. Javier Rojas prometió respuestas al cabo de dos días. Manejó a su casa, en Sarchí, donde esa noche le pidió a su esposa Janeth cambiar un poco la rutina: “Haceme un favor. No me sirvás comida. Haceme unas boquitas y traeme unos vasos de whisky”, le dijo.

En el vaivén de los tragos y las bocas, a Rojas se le vino un recuerdo a la cabeza: el Herediano era el equipo tico de las lides internacio­nales. Muchos recordaban que los florenses le habían sacado pecho a grandes nombres del fútbol extranjero: “el Independie­nte de Rivadavia, Boca Juniors, el combinado argentino, el Sevilla, el Rapid de Viena, el Peñarol, los Sport Boys”, recuerda Rojas.

“Yo no soy del Madrid ni del Barcelona; yo soy del Sevilla. Pero no sé por qué se me ocurrió abrir diciendo: ‘España mandó al Sevilla, Brasil al Vasco da Gama’”, dice. Ahí, la letra empezó a fluir. Rojas dice que no sabe

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