La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

MICK JAGGER, SU MAJESTAD SATÁNICA

El venerable roquero lleva una vida apacible, azotado por un mal cardíaco y en brazos de su juvenil esposa.

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Miserable, depravado y decadente. Ahora solo es un perro inquieto que lo dio todo. A sus 76 años luce arrugado como una ciruela seca; y su viejo corazón de macho cabrío apenas le da fuerzas para jadear como un viejo sátiro.

Antes de fundar The Rolling Stones consideró dedicarse a la política o al periodismo; pero el sórdido mundillo de la música rock lo atrajo con más intensidad, y se convirtió en una de las figuras más dominantes del siglo 20.

Es de Perogrullo mencionar a quién nos referimos, dado que solo alguien que hubiera estado congelado durante 60 años –como el Capitán América– ignoraría que se trata de Michael Philip Jagger, nacido en Kent –Inglaterra– el 26 de julio de 1943.

Si algún día los extraterre­stres deciden invadir la Tierra se darán cuenta que Mick se les adelantó desde 1960, cuando colonizó las mentes de los terrícolas con sus provocativ­os movimiento­s pélvicos y su voracidad sexual.

Ícono memorable de la contracult­ura, marcó con fuego la conciencia de la juventud rebelde de aquellos años de locura; a tal grado que médicos y psicológos –de esos días– considerar­on a Mick cualquier cosa menos inofensivo.

Solo un mamacallos –a

mediados de 1965– habría pronostica­do que Jagger y su pandilla iban a estar juntos más de 50 años; y –de haberlo hecho– lo habrían sepultado a carcajadas por imbécil.

Nadie daba ni medio penique por un grupo de inestables mentales, del cual dos miembros fueron encarcelad­os y otro –Brian Jones– murió ahogado en su propia piscina.

Los expertos son los que más saben, pero los que menos entienden. Jagger –casi octogenari­o– todavía brincotea como un chapulín, grita sus escandalos­as letras y morirá en un concierto, eso si el corazón no lo mata antes.

START ME UP

Algunos envidiosos aseguran que los Rolling Stones deberían llamarse ahora los Strolling Bones, algo así como los huesos rodantes. Aún así, las nuevas generacion­es inundan sus conciertos y compran sus célebres canciones.

Legiones de diletantes –y académicos de cafetín– analizan con fruicción el género, la imagen y la sexualidad de Mick; convencido­s de que sus contoneos expresan una visión alternativ­a de la sociedad.

Contrario a lo que difunden sus detractore­s, Jagger no es un tragavirot­es ni un mangurrián; sus desplantes son un truco de mercadeo ideado por él en sus inicios, en oposición a la imagen de niños bien de The Beatles.

A los 20 años Mick dejó las aulas en la London School of Economics, para abrazar su carrera como cantante, contra los anhelos de su padre –Basil– profesor de gimnasia, y su madre –Eva Scut– una abnegada ama de casa.

Desde niño cantó en el coro Origen del nombre. Para anunciar una presentaci­ón salieron del paso y tomaron prestado el título de una canción de Muddy Waters, cuyo disco estaba en el piso:

Rebelde sesentero. Es su juventud el achacoso Mick fue anarquista y peleó en las calles contra la policía, opuesto a la Guerra de Vietnam. La fama y el dinero torcieron sus conviccion­es.

de la Iglesia y escuchaba a los intépretes en la radio, la televisión o las películas, para imitar sus gestos y voces.

Con nueve años conoció en la escuela a otro chiquillo –Keith Richards– a quien volvió a encontrars­e 10 años más tarde en una estación de trenes; reanudaron su amistad, la pasión por la música y montaron el grupo Blues Incorporat­ed.

Al dúo se unió Brian Jones y los tres sentaron las bases de los Rolling Stones, y pasaron a ser los enemigos públicos número uno de la gente decente.

BROWN SUGAR

Si el número de la bestia es 666, el de Mick sería 4000; dado que esa cifra es el monto en

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ARCHIVO Con esta fotografía, Bigger Bang’. del 2005, los Rolling Stones anunciaba su álbum ‘A

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