La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical
He aquí la receta para vencer al hampa
En Barrio Cuba, un centenar de costarricenses se reunieron para convertir su cuerpo en un arma y evitar ser víctima de un temido secuestro. Lo hicieron en torno al Krav Maga, sistema israelí de defensa personal y su ‘sensei’ estrella, Avi Moyal
Dennis no tiene pinta de luchador, ni de atleta, ni nada que se le parezca. Tiene 56 años, es pequeñito, moreno y viste camisa polo con un jean algo gastado. Es de sonrisa tímida y semblante retraído el señor Dennis, un sencillo padre de familia que, navegando en Facebook, un día se topó con un anuncio que simplemente no pudo sacarse de la cabeza: “SEMINARIO ANTISECUESTRO”.
Entonces Dennis pensó en sus hijos, en su esposa, en sus primos y también en él mismo. –¿Qué iba a hacer si un día le pasaba algo en la calle o si algo o alguien amenazaba con meterse con alguno de sus chiquillos?–.
Seguramente Dennis se imaginó los asaltos, los robos y los “paseos millonarios” de los que hablan en la tele. Sintió temor. Y aunque su trabajo como instructor de servicio al cliente no parece ser un oficio riesgoso, no dudó en apuntarse en el seminario anti-secuestro, que en redes sociales se promocionaba con la imagen de una mujer con la boca tapada y rostro horrorizado.
No había nada que perder. Si todo salía bien, quizá Dennis podría convertirse en la pesadilla de un desgraciado y sorprendido delincuente.
DESCUBRIENDO EL KRAV MAGA.
Dennis, posiblemente, nunca había escuchado del famoso
Krav Maga, un tipo de arte marcial de origen israelí que pone su acento no el ataque sino en la defensa personal. Mucho menos sabía de Avi Moyal, el tipo que iba a impartir el seminario, un hombre espigado y buena vibra que lleva el Krav Maga en la sangre y lo esparce por todo el mundo como si fuese una misión apostólica.
Pero bueno, Dennis fue al taller antisecuestro y para bien, lo conoció todo.
En Barrio Cuba, dentro de una moderna y cómoda bodega, Dennis iba aprender técnicas básicas para defenderse de un posible rapto, pero más allá de eso se toparía con una comunidad solidaria, muy unida entre sus miembros y con un lema que los cobija a todos: “estar preparados para lo inesperado”.
Una comunidad de artes marciales, sí, pero curiosamente cimentada en una desgracia histórica: el famoso Krav Maga nació en tiempos del holocausto.
En la época del dominio nazi, donde los judíos eran catalogados como infrahumanos por el regímenes y movimientos antisemitas, eran comunes las palizas y ataques a mansalva contra esta población.
“En ese tiempo el pueblo judío no tenía ejército ni quien los defendiera. Entonces, cuando los nazis llegaron y comenzaron a matar a todos los judíos, se hacía necesario hacer algo para salvaguardar
la vida”, explicó Moyal, quien actualmente es el presidente de la Federación Internacional de Krav Maga (IKMF, por sus siglas en inglés).
Moyal no es cualquier sensei, además de ser la máxima autoridad de Krav Maga a nivel mundial, fue el alumno predilecto del legendario inventor del método: Imi Lichtenfeld, quien murió en enero de 1998 y dejó un valioso e impresionante legado.
“Por la difícil situación que existía Imi dijo: –tenemos que aprender a defendernos– y puso manos a la obra”, agregó Moyal.
En ese tiempo, lo primero que hizo Imi Lichtenfeld fue enseñar técnicas boxísticas a la comunidad hebrea, pero rápidamente se dio cuenta de que no era suficiente. Entendió que las tácticas de lucha deportiva resultaban inútiles para enfrentar la brutalidad de los ataques callejeros.
Entonces el Krav Maga, que en español significa combate de contacto, fue la solución: un sistema de lucha sustentado por básicamente dos principios fundamentales: autoprotección y contraataque, que podría ser utilizado por cualquier individuo para repeler ataques físicos, ya sea de carácter armado o no.
La invención de Imi fue tan exitosa y eficaz que el Krav Maga es actualmente el sistema oficial de lucha y defensa personal del las Fuerzas de Defensa y Seguridad Israelíes. Desde 1951, cuando se creó el estado de Israel, la técnica comenzó a ser practicada por el ejército y la policía de ese país. Imi, por supuesto, fue el instructor estrella de las primeras generaciones.
Después de retirado,en 1964, Imi comenzó a enseñar Krav Maga nuevamente a civiles, lo que ayudó que la técnica se propagara por todo el mundo rápidamente. De hecho varios luminarias del cine, como Jennifer López, son conocidas por practicarlo.
En la película del 2002, Nunca más (Enough), Lopez tuvo que aprender Krav Maga para interpretar el papel de Slim, una mujer que después de casada busca protegerse de un marido agresor.
Gal Gadot, quien también fue soldado de las Fuerzas Israelís practicó Krav Magá, así como Angelina Jolie y Jessica Chastain para algunas de sus películas, entre las que sobresalen Tomb Raider y Al filo de la mentira (The Debt, 2011), respectivamente.
Finalmente, lo que terminó por democratizar la disciplina fue la Federación Internacional de Krav Maga, creada en 1990 y cuyos tentáculos llegaron a Costa Rica a mediados de 2007. En la actualidad, unos cuatro grupos de Krav Magá operan en Costa Rica.
“Eso sí, como organización solo estamos nosotros, pues contamos con ocho academias adscritas a la IKMF (International Krav Maga Federation). Los otros grupos no son reconocidos”, aseguró Christian Araya, uno de los líderes del grupo en el país.
EL ARMA ES EL CUERPO
Antes de comenzar el curso antisecuestro Dennis tuvo que haberlo visto: en Barrio Cuba, donde varios ticos que abrazan esta disciplina se congregan a diario para practicar el Krav Maga, se puede apreciar el afiche de una ametralladora AK-47 y la siguiente leyenda: “esta es una herramienta (la ametralladora), el arma soy yo”.
Más claro ni el agua. El alumno de Krav Maga anhela transmutarse en esa seguridad que muchos buscan en los gatillos y en las balas, pero sin llegar nunca a los extremos de matar o dañar a alguien sin sentido.
“La idea es defenderse en momentos cumbre de peligro. Neutralizar al oponente, nada más. Controlar la mente y reaccionar en el momento preciso y con el movimiento preciso. No matar, porque eso más bien puede ser un problema. No enseñamos bajo la línea militar”, expresó Julio Segura, uno de los instructores de la academia.
“En este país, si uno llega y mata a un delincuente o lo lesiona de gravedad, el que puede terminar en la cárcel es uno. Son las leyes”, añadió Segura.
Por ese motivo, los movimientos que enseña el Krav Maga no son letales, pero en su mayoría si son bastante rudos. Van desde mordiscos, agarronazos, golpes en la nuca y patadas en los genitales, todo con secuencias de movimientos debidamente calculadas para neutralizar el ataque. Todo es milimétrico, veloz y singularmente efectivo.
En esa línea, en el Krav Maga se trabaja con intensidad el acondicionamiento físico, pues “entre mejor físicamente este tu cuerpo, mejor serán tus habilidades. Son técnicas de defensa personal fáciles de aprender, movimientos naturales del cuerpo que se basan en la memoria muscular y agresividad”, detalló Araya.
Avi Moyal sabe que la cosa no es jugando, por eso antes de iniciar el seminario advierte: “Si alguien siente que los ejercicios están siendo muy rudos, por favor se aparta y se integra más tarde”.
Y dicho y hecho, lo que parece ser solo el calentamiento, consiste en una serie de golpes y empujonazos que no cualquiera podría soportar de arranque. De hecho, Dennis es el primer caído de la velada.
“Me está doliendo la rodilla, tengo una lesión ahí”, indica Dennis y se sale de la actividad apenas cinco minutos después de iniciada. Se cruza de brazos cerca de la puerta, sin hablar con nadie, esperando la oportunidad de volver a escena.
El resto de participantes, mucho más jóvenes y vitales,
La Federación International de Krav Maga funciona en más de 90 países y entrena tanto a civiles como cuerpos policiales. También lo practican militares élite como las Fuerzas Especiales Israelíes, el SWAT, CIA, FBI, Servicio Secreto Chino, entre otros.
resisten los embates.
Otros, al igual que Dennis son novatos. Entre ellos nos encontramos a dos empresarios de transporte, de origen colombiano, un guarda de seguridad y un instructor de defensa personal, Aarón Méndez, que nunca había hecho Krav Maga.
Con un pantalón de camuflaje, un chaleco de mezclilla, zapatos “burros” y varios tatuajes, Méndez sobresale en el grupo. A primera vista parece un rudo peleador, extraído del famoso videojuego Street Fighter. Sin embargo, al hablar con él y conocer sus motivos para matricularse en el seminario, la impresión cambia.
“Yo imparto cursos de defensa personal en barrios conflictivos o de bajos recursos de Cartago. Me he especializado por varios años y, lo que me gusta es ayudar, ayudar a las comunidades”, dijo Méndez con voz pausada y muy serena.
“Vengo al curso de Krav Maga porque, en particular, este forma de autodefensa ofrece técnicas para situaciones específicas. Por ejemplo, en este caso es un seminario anti secuestro, pero se que hay especializados en robos y demás”, agregó.
Con Moyal, los alumnos del seminario aprendieron una y otra vez a quedar fuera de la línea de fuego, a golpear en el lugar preciso al agresor y a moverse con la rapidez suficiente para dejarlo completamente desarmado. Pistolas y cuchillos de goma sirvieron para las intensas prácticas, cuyas secuencias defensivas son odas a la sincronización de cuerpo y mente.
Pero un detalle: de qué vale dominar la técnica si el miedo tiene por “maña” paralizar a la gente. Avi Moyal también habló de eso.
EL KRAV MAGA,
EN LA CALLE.
Moyal sabe que el miedo acaba con todo. Por eso, energico en sus palabras, motiva a sus alumnos con el siguiente discurso: “Piensen que esto es como un ejército de rey británico. Vamos a la guerra y es momento de dejar atrás todas las cosas que nos detienen, que nos paralizan. No piensen en nada, solo tienen que pensar en batallar y salir con vida de la batalla, del problema”, exclama fuerte Moyal, mientras invita a sus alumnos a gruñir y moverse como si tuvieran rabia.
Es que claro, la mente es poderosa, y el Krav Maga ayuda a controlarla. Eso lo sabe bien Natalia López, quien en plena luz del día, viniendo de la universidad, fue acosada por un hombre desconocido.
López, quien practica Krav Maga hace un par de años, recuerda que para evitarlo se cambió varias veces de acera pero el sujeto no desistía en su intento de perseguirla.
“De un pronto a otro el hombre me agarró del pecho y no me soltaba. En un momento me solté, pero me volvió a agarrar, entonces lo que yo hice fue propinarle un hammer (golpe de martillo) en el cuello y le estrellé contra un portón”, recordó.
Natalia no pensó en otra cosa más que defenderse y esa determinación hizo la diferencia.
“Fue un momento de mucha adrenalina, yo no grité, ni hice nada, solo actué. El movimiento que hice fue un desarme de agarre, no fue pensado. Fue automático. Me dije: –ok, me están atacando y tengo hacer algo para defenderme–. Siento que eso ya está internalizado en mi”, comentó.
Otra que chica que dejó el miedo atrás fue Melania Artiñano, de 24 años. Ella practica
En Costa Rica, la organización IKMF Costa Rica cuenta con 8 academias y la sede central esta ubicada en Desamparados.
Krav Maga y trabaja en un gimnasio en Escazú, como instructora.
Melania, con sus propias manos, enfrentó a un ladrón que intentó robar en el negocio donde trabajaba.
“Por medio de las cámaras de seguridad vi que estaba robándose las cajas donde está el dinero. Era mediodía. Algo en mi me hizo reaccionar. Pensé que eso no podía suceder y decidí correr tras él”, reveló Melania.
La chica alcanzó al delincuente, lo tomó por la espalda y lo derribó en plena calle.
“No le hice daño físico. Solo le quite las pertenencias y sí, tengo que reconocer que le grité muchas cosas porque estaba realmente enojada”, agregó.
Pero el Krav Maga es una disciplina de defensa, no de ataque, por lo que la reacción de Melania no fue completamente apegada a las reglas. El ladrón no estaba amenazándola físicamente y ella lo reconoce.
Sin embargo, para la aguerrida Melania, hay un factor clave que hace más que valioso su testimonio.
“Sí, es cierto, no me estaba haciendo daño a mi directamente. Pero hay que recalcar algo clave, que sin el Krav Maga no hubiera logrado: tuve mucho control mental. Antes de aprender esta disciplina posiblemente yo hubiera salido gritando, entrado en pánico. Pero no, mantuve la calma y recupere las cosas”, finalizó.
UN DEPORTE PARA TODOS.
Melania y unas diez mujeres más estuvieron presentes en seminario anti-secuestro, en Barrio Cuba. Vestidas de negro, identificándose como alumnas regulares del Krav Maga, terminaron la lección de Avi Moyal felices, enteras y sin quejarse de nada. Ellas demostraron que, a pesar de su eventual rudeza, la disciplina puede ser practicada por cualquier individuo que se lo proponga.
Esta comprobado que para las mujeres, expuestas constantemente al acoso callejero, la técnica es más que eficaz.
“Todos pueden hacer Krav Maga, incluso niños desde los 5 años en adelante. Eso es importante que lo sepan, ni siquiera tienen que haber practicado ningún tipo de arte marcial anteriormente”, comentó el instructor Segura.
Pero si lo que usted quiere es simplemente mejorar su estado físico, sentirse acogido en una comunidad de amigos y aprender defensa personal por pasión pura, el Krav Maga también es su lugar. El señor Dennis, quien al final no pudo hacer todo el seminario alegando dolor de rodilla, puede dar fe de ello: sintió la buena vibra del Krav Maga, los brazos solidarios de quienes intentaron ayudarlo y quizá, por eso, nunca abandonó el barco.
Dennis se quedó hasta el final, escuchó atento las lecciones del sensei Moyal y recibió con sonrisa tímida su título de participación. Ahora, quizá, camine más seguro por las calles josefinas, pues “lo inesperado (robo, secuestro, o lo que sea)” ya no podrá contra él. O bueno, esa es la idea.
“
Cada uno es dueño de sus miedos y de su angustiado corazón. Cada uno es dueño de su rabia, de su exilio, su cabanga y su dolor.
Cada uno es dueño de sus sueños, de su terca y hermosa utopía. Cada uno es dueño de sus dudas, de su sed de libertad y de justicia; pero unidos lograremos, a pesar de los escépticos, convertir en fértil aguacero esta inmensa sed de paz y libertad.
Solo unidos lograremos, sin perder jamás la dignidad, abrazarnos en la lucha sin prejuicios y la violencia de raíz erradicar.
Cada uno es dueño de su paraíso, de su infierno y de su propia soledad. Cada uno es dueño de su compromiso, su esperanza y su ansiada libertad.
Cada uno es dueño de su fe, de su dicha y de su felicidad. Cada uno es dueño de su empeño, su pequeña y su íntima verdad.
Solos somos un río, juntos somos un mar. Todos somos patria para multiplicar, juntos nuestro canto se hace voz plural; un pueblo firme y unido que a pesar de estar herido lucha por su libertad”.
Desde su segundo exilio en Costa Rica, Luis Enrique Mejía Godoy hizo este escrito. Pronto será una canción, una
más que se suma al amplio repertorio de corte político y social que en sus más de 50 años de carrera ha creado para ser una voz del pueblo nicaragüense que, también desde hace muchos años, lucha por la libertad de una represión, represión que vivió desde finales de los 70 y que en la actualidad revive frente al gobierno de Daniel Ortega.
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Acompañado por su esposa Lucía, viven en una casa prestada y espera con toda su fe, poder regresar a estar con su familia, aunque tiene muy claro que para volver a su tierra, podría pasar un buen tiempo. Sin embargo, desde su trinchera, que es la música, Mejía Godoy sigue apoyando la causa del pueblo, la de los jóvenes, las madres, los niños y los hombres que día a día se levantan para luchar por su Nicaragua.
Radicado en Costa Rica desde julio del 2019, Luis Enrique Mejía Godoy, el cantor de la revolución, pilar de una de las dinastías musicales más importantes de Nicaragua y Centroamérica (junto a su hermano Carlos y sus sobrinos Luis Enrique y Perrozompopo), habló largo y tendido sobre lo que extraña de su patria, el por qué de sus canciones, el amor que profesa
“Parece que los nicaragüenses estuviéramos siempre a prueba”, Luis Enrique Mejía Godoy.
por su país y, por supuesto, de la traición que siente en su alma al ver lo que sucede en Nicaragua desde abril del 2018, cuando el pueblo salió a las calles a protestar en contra de la reforma al seguro social impuesta por el gobierno de Daniel Ortega y que desencadenó en una represión oficial que ha causado decenas de muertes, presos políticos, exiliados, torturados y desaparecidos, por mencionar solo unos casos.
Luis Enrique alzó, una vez más, la voz por sus compatriotas, esos que defendió con la canción y la guitarra hace más de 40 años cuando unió su talento a los ideales del Frente Sandinista de Liberación Nacional, que luchó por quitar del poder a Anastasio Somoza.
En su segundo alejamiento de Nicaragua, el compositor canta y habla en contra de la represión encabezada por Ortega, hombre con quien en su momento comulgó en los valores de la revolución sandinista.
-¿Qué pasa en Nicaragua, siente que hay contradicciones?
-Como dice la poeta Gioconda Belli: hay muchas cosas violentamente dulces y hermosamente difíciles porque vengo de un país que tiene una historia muy convulsa. La historia de Nicaragua no se entiende de otra manera más que de grandes sobresaltos, grandes contradicciones; estamos hablando de que arrastramos más de 200 años así. -¿Hay responsables?
-Creo que el mayor daño, si se puede decir de esta manera, que se le ha hecho a mi país viene de los políticos, no importa de qué tendencia sean. Hemos pasado dos revoluciones que fueron la liberal y la sandinista, de por medio una dictadura, golpe de estado, cuartelazos; eso sin meter los problemas naturales que son una respuesta de la naturaleza por el mal cuido que hemos tenido. Parece que los nicaragüenses estuviéramos siempre a prueba y quizá por eso ahora la parte positiva es que también somos generosos, solidarios, abiertos, trabajadores y como decía el poeta Pablo Antonio Cuadra: un pueblo en perenne éxodo.
-Usted fue parte de la Revolución Sandinista desde su trinchera, ahora esa organización que está en el poder es contra la que protesta...
-En la Revolución Sandinista entendí que no había ninguna otra opción por la que Somoza hubiera dejado al pueblo más que por una rebelión armada, aunque yo nunca luché con y por las armas, nunca fui amigo de eso. Al final eso fue lo que sucedió aunque se trató de evitar muchas veces, finalmente pasó, fue un costo muy alto de sangre, de sacrificio y de víctimas inocentes que no tenían que ver con uno o con otro lado.
-Cuando hay en un país una insurrección armada significa que si no hay conducción eso va a la anarquía, al caos; entonces en ese sentido era bueno que hubiera un movimiento, que no era un partido político que fue el Frente Sandinista de Liberación Nacional que vanguardizó esa insurrección. Yo no era militante, pero era simpatizante y puse mi canto al servicio de esa causa
“La canción es un arma cargada de futuro, una herramienta para la paz”,
que entendía que era la causa de todo el pueblo.
-Había esperanza... -Nosotros románticamente creímos que quizás podíamos hacer, entre comillas, un experimento socio cultural y económico que no se parecía a ninguna de las revoluciones hasta ese momento. Era lógico pensar así, no era tan loco porque había cristianos, marxistas, pequeña burguesía, campesinos, obreros, partidos políticos, movimientos, muchas mujeres e inclusive niños; era una insurrección totalmente popular y por eso creo que tuvo gran simpatía en todo el mundo y más en países tan cercanos como Costa Rica, que somos pueblos hermanos y sentían como propia esa lucha, tanto que no solamente participaron sino que murieron muchos costarricenses en esa lucha contra
porque es sorprendente, no puede ser que en Nicaragua esté sucediendo algo así otra vez.
-¿Se siente traicionado por el grupo del cual defendió sus ideales?
-Me siento traicionado porque yo fui un joven en ese momento que estaba con todos los ideales de hacer una revolución que fuera para todos democrática, con igualdad, con equidad de género, con igual participación, salud, educación gratuita; lo que nunca tuvimos. Yo soñaba con un país sin ejército, con un país con más escuelas que cuarteles, con más guitarras que fusiles; por eso escribí canciones como Cuando crezcas pueblo mío en el 71, y ahora me pregunto cómo es posible que tantos años después yo esté hablando de lo mismo. Aún canto algunas canciones muy viejas que no perdieron la vigencia, pero desde el 18 de abril del 2018 he hecho entre 25 y 30 canciones más.
-¿Por qué decidió estar ahora de nuevo del lado del pueblo?
-Es un enfrentamiento, una confrontación entre nuestro mismo pueblo por un problema fundamentalmente ideológico, vuelvo a repetir qué daño le han hecho los políticos a nuestro pueblo. Yo he tenido mucha suerte porque nunca estuve preso, ni me torturaron, pero de alguna manera he sido perseguido u odiado por las ideas. No tengo esa experiencia terrible de perder a un hermano o un padre; sin embargo mi conciencia me dicta estar del lado correcto y por eso estoy de este lado.
-¿Qué les dice a los jóvenes?
-Yo escribí sobre la ambición al poder, sobre estar cegados, escribo contra el rencor y la venganza; les digo a los muchachos que ellos tienen una gran responsabilidad, yo los voy a apoyar pero esta lucha no me toca vanguardizarla a mí, no es mi generación; pero necesitamos apoyarlos. Lo otro es decirles a los políticos que ya les pasó su chance, que le den un chance a la juventud.
-¿Está seguro de que con la palabra se llega a concientizar, lo ha comprobado?
-Absolutamente. He estado con madres, con jóvenes, con torturados, con exprisioneros, con mucha gente fuera y dentro de Nicaragua; estoy convencido de que lo que hago es arte, no soy un panfletero ni un propagandista, tampoco tengo partido político, sí tengo una posición que es al lado del pueblo, pero no quiere decir que no entienda que hay que organizarse, pero hay que dejar que los jóvenes tengan la palabra.
-Esa es una gran responsabilidad..
-Estoy convencido de eso. El poeta Gabriel Celaya dijo que la poesía es un arma cargada de futuro, yo lo aplico a la canción porque la canción es
“El país está enfermo, donde lo toqués le duele. El país está maltratado, violado”, Luis Enrique Mejía Godoy.
un arma cargada de futuro, una herramienta para la paz. Si algo percibo al final de todo esto es que la paz y la felicidad son utópicas.
-¿Hay esperanza?
-Soy una persona optimista, una persona de fe no solamente porque creo en Dios, pero no se lo dejo todo a él. Le pido a Dios que me dé fortaleza, pero no que me deje las cosas fáciles, Dios no nos va a resolver esto. Creo que tengo mucha responsabilidad porque mucha gente me escucha, no solo me aplaude porque le gusta lo que hago, estoy seguro de que llego a la conciencia de las personas.
-¿Hay que seguir escribiendo canciones?
-Son más de 25 discos grabados con canciones de distintos temas a lo político y económico; canto sobre la naturaleza, el ser humano, el amor, la pareja, la familia, la herencia. Lo que pasa es que estas coyunturas a veces te golpean tanto que, como le decía a mi hermano Carlos, no aguanto la presión, siento que la conciencia me pregunta qué pasó con los presos políticos, qué pasó con las madres, con los niños.
-Este es su segundo exilio en Costa Rica. ¿Qué les dice a los ticos?
-Costa Rica es mi segunda patria, viví 12 años intensos aquí. Estoy seguro de que tienen muchos problemas pero les digo a los ticos que cuiden y defiendan esta democracia, que no estén al margen, que participen pero respétense porque eso es lo que Nicaragua hasta ahora no ha logrado. Estamos en un momento muy difícil porque para llegar a la unidad tenemos que ponernos de acuerdo, antes de llegar a un diálogo con el gobierno tiene que haber uno entre nosotros; yo no juego ningún papel más que el de concientizar, motivar y movilizar.
-¿Qué necesita Nicaragua para llegar al cambio?
-No vivo en Nicaragua, no puedo vivir en mi país, estoy exiliado en Costa Rica y me duele Nicaragua. Quizá lo que yo diga no tiene mayor importancia, habría que preguntarles a los dirigentes políticos y a los que dicen que están realmente interesados en lo que pasa. No me gusta ser extremista, no sé si esto sonará así, pero en Nicaragua lo que tiene que haber es un cambio de sistema, un cambio de presidente con unas elecciones supuestamente democráticas, vigiladas y no amañadas no es suficiente; no, no, porque qué pasa con la Corte Suprema de Justicia, con el Consejo Superior Electoral, con la policía, con el ejército.
-¿Cómo está Nicaragua? -El país está enfermo, donde lo toqués le duele. El país está maltratado, violado. La Nicaragüita está abusada en todo el sentido de la palabra; en este momento hay toda una efervescencia por todo este asunto. Yo decía que antes de unas elecciones preferiría que eligiéramos un gobierno de transición para que ese gobierno sea el que ordene sin violencia, que a nadie se le ocurra ir por las armas a casa presidencial porque no comulgo con eso. Tenemos que agotar absolutamente todo para poder contar con el apoyo de la OEA, de la ONU, de países democráticos, no estamos pidiendo dinero, lo que pedimos es que nos escuchen, que nuestra voz no sea un grito en el desierto. El consenso es lo más sensato, el consenso nacional, la patria primero. -¿Qué extraña de su país? -Extraño todo, el olor de la tierra, la comida, mis hijos, mis nietos que todos están allá; solo mi hermano Carlos y yo estamos entrando y saliendo. No sé cuándo vamos a regresar, no sé si habrá condiciones para regresar; la razón por la que yo no estoy en Nicaragua es porque estoy seguro de que no me van a dejar hablar, que no me van a dejar expresarme, que no me van a
“Yo no estoy en Nicaragua es porque estoy seguro de que no me van a dejar hablar, que no me van a dejar expresarme, que no me van a dejar hacer ni un concierto”,
“En la noche cuando empieza el jolgorio, ya cerramos y nos vamos”, me comenzó a explicar don Óscar, quien junto a su familia ha visto en todos estos años cómo ese tranquilo barrio josefino se ha ido transformado en un ruidoso y popular centro de vida nocturno, donde abundan los bares, los restaurantes y las discotecas.
Pero a don Óscar sus nuevos vecinos ni le incomodan ni le molestan y hasta parece divertirse cuando, de vez en cuando, se asoma por las ventanas de su local y es testigo de la transformación que ha sufrido en esta década uno de los barrios más famosos de nuestro capital.
¿Cómo resistirse al cambio?, parece preguntarse, cuando es imposible escapar de las garras del presente, las consecuencias que se derivan de las buenas y malas decisiones de vida y las sorpresas que el destino siempre nos depara.
De eso puede dar testimonio, precisamente, don Óscar Luis Santos Basso, un abogado gay (“¡póngalo así!” dice), budista y profesor universitario que nació en Uruguay, tocó suelo costarricense gracias al fútbol de Cartago, fue el estilista de muchas mujeres de alcurnia en el país y que inexplicablemente terminó siendo un experto en la fabricación de pastas.
¡MAMMA MÍA!
La única relación que tuvo don Óscar con las pastas fue de niño por su familia. El uruguayo, quien llegó a Costa Rica en la década de los años 70, tenía abuelos italianos quienes desde pequeño le enseñaron a prepararlas.
A pesar de ello, jamás imaginó que alguna vez estaría ligado con este tradicional alimento italiano y menos aún en un pequeño país llamado Costa Rica. Es más, aún hoy, cuando se lo pregunto, su sonrisa refleja ironía y felicidad por las vueltas que da la vida.
Y aunque don Óscar es malísimo con las fechas –soy testigo de ello– jamás se le olvida el día que pisó por primera vez suelo costarricense: el 31 de diciembre de 1976. Es más, recuerda con exactitud la hora: 9 p. m. “Fui lo más inoportuno”, dice.
“Tengo solo una hermana, que por cierto se acaba de jubilar, pues estuvo aquí durante muchos años, también al frente de esto. En aquellas épocas de Dios, ella se casó con un muchacho, que era fut
bolista del Club Nacional de Fútbol de Uruguay, que para los años 70 lo compró el Club Sport Cartaginés. Entonces, él se vino a Cartago, se llamaba Marco Antonio El Pato García (ya fallecido)”, comienza a contar, con grandes pausas entre idea e idea, las razones que lo motivaron a venir a Costa Rica.
“En Uruguay quedamos mi madre, mi perro y yo”, continúa. Pasaron cuatro años para que él y su mamá, doña Raquel Basso, tomaran la decisión de venderlo todo en Uruguay y venirse a buscar nuevas oportunidades en nuestro país.
El ambiente brumoso no solo fue el ideal para reunirlos a todos nuevamente, sino para que don Óscar comenzará a desarrollar lo que sabía hacer en ese momento: cortar cabello.
“Conseguí empleo en una barbería, luego en un salón de belleza, y ahí fui avanzando. Fueron muchos años trabajando eso en Cartago”, afirma. Sin embargo, cuando lo contrataron en un salón de belleza en Rohrmoser, tomaría una decisión que jamás pensó iba a tener consecuencias hasta el día de hoy.
“Ahí, a principio del 80, la fecha no la tengo muy clara, yo trabajaba en un salón de belleza en Rohrmoser y conocí a doña Soledad Ruiz, que en aquel momento era dueña de La Sixaola, el dry cleaning”, comienza recordar don Oscar con la mirada fija en la pared, como tratando de que no se le escape ningún detalle del recuerdo.
Deja de hablar por unos largos segundos, antes de continuar con su relato. “Doña Sole, bellísima persona, en ese momento estaba casada con un argentino, Carlos Iznardo, que en aquel tiempo era el dueño de Quiero Más! Como yo los atendía, decidió venderlo y me lo ofrecieron. Lo compré un 15 de diciembre de 1980”.
“¿Qué?”, le respondo. “¿Y por qué un estilista, así de la nada, decide comprar una fábrica de pasta?”, le pregunto sorprendido.
De nuevo, en su tono pausado y su ronca voz me responde: “Yo lo compré cuando me pregunté: ‘¿qué carajos iba a hacer mi cuñado cuando dejara de jugar fútbol?’. También lo compré con el fin de que sirviera de respaldo para la familia y, de hecho, pensé que si yo me moría quién iba a mantener a todo el mundo”.
Así fue como su cuñado se convirtió en el gerente del lugar, don Óscar repartió las acciones entre su familia como regalo de Navidad y se quedó tranquilo compartiendo las ganancias de un negocio que jamás imaginó asumir algún día.
DESTINO.
Aunque siempre tuvo una pasión especial por ser estilista, siempre buscó otras oportunidades profesionales.
Comenzó a estudiar Derecho, una decisión acertada pues con el tiempo desarrolló una fuerte alergia cuando se ponía en contacto con algunos de los químicos que se utilizaban para tratar el cabello.
Esa reacción de su sistema inmunitario le impidió continuar como estilista y fue cuando decidió enfocarse en el Derecho, de donde se graduó y luego, con los años y la experiencia, se convirtió en profesor de la UACA y la Escuela Libre de Derecho.
Nada lo salva a uno de salir enharinado, pues en ese pequeño local ese polvo blanco, fino y tan popular se asoma por todos los rincones. Gracias a él existe Quiero más!
Además de haber trabajado en el Ministerio de Hacienda y el Poder Judicial, fue el director regional para centroamérica y el Caribe de la Organización Iberoamericana de Seguridad Social, que según su página web tiene la finalidad promover el bienestar económico y social de los países iberoamericanos.
Durante todos esos años la fábrica de pastas Quiero más! también se fue transformado, pero alejado de las decisiones de don Óscar. Primero, su hermana, doña Raquel Santos Basso se separó de su esposo y se convirtió en la administradora-propietaria del lugar.
Luego, cuando el barrio La California comenzó a transformarse en el epicentro de diversión nocturna josefina que es hoy, tuvieron que abandonar el local original, –donde actualmente está el bar La Teta–, para trasladarse a su ubicación actual: a un costado de Amor de Barrio.
Sin embargo, un acontecimiento familiar marcó a todos en la familia: su madre cayó gravemente enferma, lo que obligó a don Óscar a abandonar todo para dedicarse a cuidarla durante varios años.
“Todo ese tiempo cuidé a mamá: fui enfermero, cocinero, amo de casa. La pasamos bastante mal económicamente. En abril va a hacer tres años que se fue”, recuerda aún con tristeza.
En medio de la tragedia, reconoce que esos momentos difíciles que vivió junto a su familia le sirvieron para acercarse mucho más a su mamá, conocerse mejor y descubrir su nueva faceta de escritor de novelas románticas. Sin embargo, cuando la tormenta pasó se enfrentó a su nueva realidad: “Diay me quedé sin trabajo, y ya no iba a volver a la universidad y no tenía
planes de abrir oficina como abogado”, se dijo para sus adentros don Óscar.
Fue ahí cuando se dio cuenta de que debía tomar una decisión que jamás imaginó venir en todos esos años: retomar las riendas de la fábrica de pastas Quiero más!
DIFÍCIL REENCUENTRO.
“¿Cómo carajos se hacen los fideos?”, fue lo primero que se preguntó don Óscar cuando irremediablemente su destino estaría de nuevo ligado a Quiero más! Su hermana estaba a punto de pensionarse y ahora sería él quien asumiría su futuro.
Ese encuentro no fue para nada romántico, pues asumir esa responsabilidad no fue fácil: no solo tuvo que aprender de golpe el proceso de hacer pasta de manera industrial, sino que durante muchísimos años no se invirtió lo suficiente en infraestructura, nunca se desarrollaron las herramientas necesarias para dar a conocer su fábrica a una nueva generación y la situación económica en general que vive el país no es la mejor.
Por ahora, reconoce don Óscar, lo que están haciendo es sobrevivir mientras tratan de mantener al día todos los pagos para evitar un eventual cierre de la icónica fábrica de pastas.
Aunque sus sobrinos y su familia lo apoyan, también sabe que no hay nadie interesado en heredar a futuro el negocio, por lo que está preparando a Rebeca, la dependiente que conocí al principio de la entrevista, a asumir toda esa responsabilidad en caso de que algún día llegara a faltar.
En medio de todos los difíciles retos que se vienen por delante, no puede evitar preguntarle: ¿Cuántos años se ve aquí? “Los mínimos posibles”, me contesta desafiante. “No porque no me guste, sino porque esto es muy absorbente y tengo un montón de cosas que quiero hacer que no puedo hacer por estar acá. Ocupo tiempo para hacer lo demás. Esa es la razón fundamental”, explica.
En medio de todos esos desafíos y responsabilidades que tiene por delante, admite que la fábrica de pasta tiene una gran ventaja: aún atrae a una gran masa de clientes que vienen semanalmente por sus pastas artesanales.
“Hay mucha gente que viene de Cartago, Escazú, San José centro… de muchos sitios. Tenemos clientes de hace muchos años, algunos hasta por tercera generación. ‘Vengo aquí porque a mi abuelita le encantaban’, me dicen algunos”, cuenta con una gran sonrisa. Ahí es cuando se da cuenta de que el negocio tiene mucho futuro y es por esa razón que seguirá luchando por hacerlo crecer.
Mi primer acercamiento con la fabrica de pastas Quiero más! fue hace más de 20 años, cuando era un joven estudiante de Periodismo en la antigua sede de la Universidad Latina de Costa Rica, en una vieja casa ubicada en barrio La California.
Pasaba casi a diario al frente del local que, en ese momento, estaba ubicado donde hoy está el bar La Teta. Confieso que en todos esos años de estudiante, nunca me atreví a entrar por una simple razón (que ahora me parece bastante ridícula): nunca me sentí digno de comer pasta artesanal. “Eso solo lo come la gente muy tuyú”, pensaba.
Por desconocimiento, por temor a hacer el ridículo, por no saber qué pedir, y porque pensé era muy caro para los bolsillos de un estudiante, me quedé durante años con las pastas procesadas industrialmente en los supermercados. ¡Cuánto tiempo perdí!
Pues ese jueves que fui a entrevistar a don Óscar, decidí ponerle fin a mis temores, y después de la conversación que tuve por más de una hora con su propietario, me atreví a comprar una caja de raviolis rellenos de ricota y nueces.
El local, aunque estaba ubicado en otra esquina de barrio La California, era casi igual a como lo recordaba hace más de 20 años atrás: pastas de varios colores y formas en bolsas plásticas selladas y exhibidas en pequeñas vitrinas.
Me llamó poderosamente la atención que, al igual que hace dos décadas atrás, en los escaparates habían papeles pegados con tape, casi todos con mensajes escritos a mano que anunciaban algunos de sus productos. Ahí fue donde descubrí que quería los raviolis.
¿Y qué me dicen del famoso letrero? El señor bonachón y de bigote que dice: “Quiero más..!” ya es parte indiscutible del paisaje del barrio La California. Sería dificil imaginárselo sin él.
Por cierto, don Óscar me comentó que ese personaje nació en Argentina, de donde fue traída esta franquicia de fábrica de pastas, aunque ya no funciona en ese formato de negocio.
También me confesó que estaba pensando cambiar el letrero, aunque tiene sus dudas por lo que ha representado ese personaje para el barrio, los clientes y muchos de los curiosos que pasan a diario por esas calles.
Si me pongo a analizar el futuro de un negocio como Quiero más!, pienso que tiene todo para ser un verdadero éxito: toda la materia prima para fabricar las pastas son de proveedores nacionales; las pastas son artesanales, por lo que siempre están frescas, no tienen ingredientes artificiales, algunas combinaciones son muy originales y hay una variedad deliciosa de sabores.
Yo que probé los raviolis con un poquito de salsa pesto, que preparé en mi casa, lo puedo afirmar: estaban deliciosos, la textura de la masa es exquisita, el relleno increíble y el precio por un producto tan bueno es insuperable: ¢2.925