La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

Kirk Douglas y Anne Buydens: 70 años de amar y aprender

En Hollywood el matrimonio dorado de esta pareja centenaria confirmó que el amor existe, y no es un invento de poetas y soñadores.

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Vivieron enamorados como dos cisnes. Solo la muerte pudo separarlos, tras casi siete décadas de ser la pareja más longeva de Hollywood, lo cual es una marca digna de grabar en el Paseo de las Estrellas.

La galaxia fílmíca reaccionó estupefact­a al saber que Kirk Douglas falleció a los 103 años –el 5 de febrero pasado– pues muchos lo creían muerto y sepultado; pero más al conocer que vivió –67 años– con la misma mujer, Anne Buydens.

El extraño caso, sin paralelo en toda la historia de la fábrica de sueños, despertó la imaginació­n de los psicóticos de los datos inútiles, quienes de inmediato compararon el longevo matrimonio con otro similar, pero al revés.

La búsqueda reveló que Britney Spears y Jason Alexander están en las antípodas de Douglas-Buydens, puesto que estuvieron casados 55 horas. Todo ocurrió en Las Vegas y fue la consecuenc­ia de una noche bien loca.

A medio camino avanzan –sin prisa ni pausa– Dusttin Hoffman y Lisa Gottsegen, con 36 años a cuestas; pero ni aunque el actor viviera cien años podría desbancar a su recién fallecido colega, pues Dustin ya tiene 78 al lomo.

Con esos datos el lector podrá valorar si es cierto aquello que juran en el altar los contrayent­es: ¡Hasta que la muerte nos separe!, pues Kirk y Anne se conocieron en 1953 y vivieron juntos hasta el último suspiro de Douglas.

Por aquel año el mundo vivía en medio de continuas pruebas nucleares, golpes de Estado que quitaban y ponían dictadores; murió el genocida José Stalin; y un desconocid­o –Fidel Castro– asaltó el cuartel Moncada en Cuba, el 26 de julio.

Mientras todo se iba al cuerno, en el set del filme Acto de amor, Anne conoció a Kirk; este quedó impresiona­do por la rubia alemana y quiso deslumbrar­la con su brillo estelar, pero a ella le valió un rábano y rechazó varias veces sus invitacion­es.

UN EXTRAÑO EN MI VIDA

A Kirk le pareció raro que siendo él un garañón, estrella fulgurante, objeto de los deseos femeninos –y masculinos– no pudiera echarse al saco a una traductora, multilingü­e y encargada de manejar sus relaciones con la prensa, en París.

Sus flirteos, escaramuza­s sexuales y malabarism­os de alcoba los describió con pelos y señales en su autobiogra­fía; ahí el actor enlistó sus amantes más sonadas: Rita Hayworth, Marlene Dietrich, Gene Tierney , Joan Crawford y muchas más.

Y está “fräulein” lo veía como a un perro pulguiento. La invitó a cenar y declinó la cita, con la maravillos­a excusa de que era mejor ir a su casa a cocinar unos huevos revueltos, leer un libro y prefería vestir santos, que desvestir borrachos.

Era su alma gemela y lanzó toda la caballería para conquistar­la. Ocurrió lo imposible: ¡Kirk estaba enamorado! Así lo confesó a un amigo, quien le aconsejó acercarse a la joven con educación, suaves maneras y no como un sátiro.

Dicho y hecho. El actor la invitó a pasear en las tardes por Notre Dame, los Campos Elíseos, a visitar los museos, a matar las horas en el café Les Deux Magots, y las puertas del paraíso se abrieron de par en par.

MÚSICA EN EL ALMA

Hasta aquí todo muy romántico. Una nimiedad los detenía; ambos tenían pareja. Él estaba comprometi­do en secreto con la actriz Pier Angeli; Anne se había casado con un amigo belga, para cuestiones de seguridad en la II Guerra Mundial.

“Me di cuenta de que estaría perdido sin ella”, reconoció el protagonis­ta de Espartaco, y admitió que el secreto para conquistar a su mujer fue dejar de hablar de él mismo y empezar a escucharla.

Pero el amor todo lo puede y al cabo de tres años, en 1954, se casaron de la manera más divertida y de la única en que un gringo podría hacerlo: en un casino de Las Vegas.

Anne en realidad se llama Hannelore Marx, hoy tiene 101 años. Emigró a Bélgica, estudió en Suiza y viajó a París, donde la contrataro­n para subtitular películas y traducirla­s, pues ella es políglota.

Con Kirk concibió dos hijos, Peter y Eric, a los que crió con Michael y Joel, los que engendró Douglas con su primera esposa Diana Hill.

Tras su retiro del cine, Buydens se dedicó a obras filantrópi­cas para la recuperaci­ón de pacientes con cáncer de pecho, financió investigac­iones sobre esa enfermedad y contribuyó con mucho dinero en la lucha contra el Alzheimer.

Un matrimonio feliz, aunque con altibajos y penumbras, fue el secreto de la longevidad de ambos; viejos centenario­s que cada noche charlaban una hora.

Contra la opinión de los agoreros, Anne perdonó la infidelida­des de su esposo y este nunca intentó ocultarle nada, porque era su alma gemela.■

 ?? AFP ?? Anne Buydens y su esposo Kirk Douglas se involucrar­on con obras de bien social. Esta imagen fue tomada en 2008, luego de inaugurar un patio de juegos para niños.
AFP Anne Buydens y su esposo Kirk Douglas se involucrar­on con obras de bien social. Esta imagen fue tomada en 2008, luego de inaugurar un patio de juegos para niños.
 ?? AP ?? Douglas y su esposa Anne, en el estreno de la película ‘Hello Dolly’, en 1969.
AP Douglas y su esposa Anne, en el estreno de la película ‘Hello Dolly’, en 1969.

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