La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical
EL PRIMER HÉROE DE LA SEGUNDA REPÚBLICA
Aquel 20 de abril de 1952, San José vivió un acto apoteósico convocado por la memoria de León Cortés Castro, polémico político, abogado y caudillo que gobernó Costa Rica entre 1936 y 1940, fue protagónico en los acontecimientos políticos de la década de los años 40 y falleció a causa de un derrame cerebral el 3 de marzo de 1946, justo en la época cuando mantenía conversaciones con Teodoro Picado y Rafael Ángel Calderón Guardia para tratar de acabar con la creciente espiral de violencia en la política costarricense que desembocó en la guerra civil de 1948.
Luego de recaudar fondos entre los costarricenses para construir la obra que vemos en el parque metropolitano La Sabana, al extremo oeste del paseo Colón, el Comité Pro-Monumento a León Cortés se dedicó durante semanas, por medio de anuncios y publicaciones, a invitar a la gente (“que nadie se quede sin venir”) a la inauguración del conjunto escultórico diseñado por el maestro italiano Arturo Tomagnini, oriundo de Pietrasanta
Sobre una base de granito negro y rojo, en lo alto se ve a León Cortés Castro y, abajo, lo acompañan tres figuras: la sabiduría y la prosperidad, de inspiración clásica y personificadas en dos mujeres, y un león con el escudo de Costa Rica. Las cuatro figuras de bronce fueron fundidas por la empresa Lera de Viareggio, Italia, y la construcción del monumento fue realizada por la compañía Dinelli e Hijos de Pietrasanta (Italia), según consta en los periódicos de la época.
La invitación para rendir homenaje al “defensor de la libertades públicas” –como se insistió en los anuncios de entonces– atrajo a unas 50.000 ticos, liderados por aquellos que se presentaban como cortesistas. Incluso hubo trenes que salieron de madrugada de Puntarenas, Alajuela y Turrialba para traer a San José a sus seguidores.
Desfiló la Guardia Civil y los colegios desde la Plaza de Artillería hasta el aeropuerto de La Sabana, que había inaugurado Cortés durante su administración y en cuya entrada se emplazó la obra. Para esto, desde un año antes, la Municipalidad de San José comenzó a realizar trabajos en el lugar para hacer un parque y arreglar el espacio, en lo cual invirtió ¢53.000, detalla Alejandro Bonilla Castro en el artículo del 2010 “El gesto que se perpetúa en el bronce”. León Cortés, caudillismo e imaginería de la Guerra Civil. 1936-1952.
Al desfile siguió la develación, a cargo de Julia Fernández, viuda de Cortés, y la inauguración por parte de Otilio Ulate, presidente de la República en ese momento, acompañados por clarines y tiros de fusiles. Llegaron los discursos a enaltecer la figura del llamado Caudillo, atrás quedaron las acusaciones de “nazi”, “fascista”, “autoritario” y tantas otras. Aquel día fue de pura celebración.
“Quiso el Comité que la obra fuera de una magnitud que guardara relación con los enormes méritos del grande hombre público. Quiso también que ella ostentara símbolos que hicieran resaltar la vigorosa personalidad de León Cortés y los hechos más sobresalientes de su obra de gobierno”, dijo Eladio Trejos, presidente del Comité Pro-Monumento en su discurso de entrega del memorial, cuyas declaraciones íntegras reprodujo el Diario de Costa Rica el 22 de abril de 1952.
EL SIGNIFICADO
Ese domingo 20 de abril, a León Cortés se le llamó prócer, se le comparó con el Cid Campeador, se le consideró no solo abanderado de un movimiento de inconformidad ciudadana, sino también “forjador espiritual de la Segunda República”...
De esta forma, León Cortés Castro, duro crítico de la alianza entre Calderón Guardia y los comunistas, fue erigido, apenas seis años después de su muerte, como héroe de la Segunda República por el bando triunfador de la guerra civil de 1948. Y la idea de este homenaje material surgió, como confesaron sus protagonistas, desde el propio funeral del caudillo.
“(...) el complejo escultórico significó además el intento de los ganadores de la Guerra Civil de construir el Panteón Nacional de la Segunda República y manifestar los mejores valores de la época liberal representadas en Cortés y las reformas al Estado promovidas por la Junta Fundadora. El monumento fue el lugar de la memoria en que tanto León Cortés, “el santo laico”, como las bases ideológicas de la Segunda República, coexistieron”, asegura Alejandro Bonilla en su análisis.
Es decir, se le exalta como “un campeón de la democracia” por luchar con lo que sus detractores llamaron la “dictadura calderocomunista” y allí fue cuando se borra toda su parte autoritaria, antidemocrática y simpatías y relaciones con el fascismo, explica el historiador David Díaz Arias. Ese de la estatua, agrega, “es más ficticio que real”.
Para el historiador Vladimir de la Cruz, aquel que había contribuido a levantar el espíritu opositor en una época polarizada se vuelve un símbolo para los ganadores de la guerra civil.
“El Monumento, debido a su flexibilidad simbólica, se convirtió en un lugar de la memoria tanto para la figura de León Cortés como para la nueva etapa política inaugurada por los ganadores de la Guerra Civil. Los discursos de la Segunda República fueron legitimados principalmente en las figuras sedentes, en las cuales se dio una reinterpretación de los símbolos liberales del progreso y la razón ajustándolos a los alcances del nuevo Estado costarricense. La figura del león y el listón de bronce, representan el sacrificio de Cortés para la causa liberacionista, mientras que la estatua de Cortés simboliza el liderazgo y su condición de Patriarca. El Monumento también fue la emulación que intentaron los liberacionistas de crear un Panteón de Héroes –aunque fragmentado – para la nueva etapa política”, concluye Alejandro Bonilla Castro en su investigación.
Y en el acto de construir memoria histórica se recurrió al olvido para obviar las contradicciones, debilidades y yerros del político que nos señala desde La Sabana.
des políticas extranjeras de países amigos- principalmente contra figuras de izquierda que se habían pronunciado en contra del fascismo. Fue el caso de Joaquín García Monge, a quien despidieron de su puesto de director de la Biblioteca Nacional por la difusión de artículos antifascistas en la revista Repertorio Americano”. Sin duda, estas acciones le dieron la fama que ostenta hasta hoy.
Y fueron los comunistas de la época quienes más lo acusarían de nazi y de fascista en tiempos electorales. Incluso irían a sus plazas públicas a tirarles piedras y palos a los cortesistas por apoyar al llamado Caudillo.
¿Fue León Cortés nazi o fascista? No hay pruebas directas para sustentarlo, pero lo que no se puede negar es su simpatía por estos tipos de regímenes. Debido a las acusaciones que se leen desde su época hasta la actualidad en este sentido, ha sido un tema que ha intrigado a los estudiosos de la historia patria. “Durante una investigación que realicé sobre el impacto del nacionalsocialismo en el país, recuerdo haber buscado constantemente alguna evidencia que, de forma directa, vinculara a León Cortés con el nacionalsocialismo; ni en la prensa, ni en la documentación de Relaciones Exteriores, ni en diversas publicaciones de la época, pude encontrar una referencia en donde Cortés aludiera de modo directo al régimen de Hitler, a esa figura o a la ideología nacionalsocialista. El vínculo ha sido más indirecto y por momentos más circunstancial: evidencias de admiración por Alemania en la familia de Cortés, lo cual viene desde el padre de Cortés, que había estudiado medicina en ese país; su envío del hijo, Otto Cortés, en una misión diplomática a Alemania en 1936 y la publicación, en 1942, de una tarjeta postal de aquella ocasión, enviada por Otto a León, expresando admiración por el Führer (hecha pública en La Tribuna en 1942, posiblemente para desprestigiar a Cortés, ahora opositor del Partido Republicano Nacional), entre varias otras muestras de simpatía de sus familiares”, cuenta Dennis Arias.
Carlos Fallas, historiador del Centro de Patrimonio, recuerda que los especialistas coinciden en que lo que le atraía a León Cortés de las ideologías dictatoriales o de sus líderes (Francisco Franco, Benito Mussolini, Adolfo Hitler y Anastasio Somoza) eran los resultados. “De nuevo, es importante la ubicación en el contexto histórico de su época: el nazismo y el fascismo no eran vistos en el medio político y social costarricense como ideologías peligrosas o negativas, con excepción por supuesto de los comunistas quienes adversaban tales ideologías. Nunca, antes de la Segunda Guerra Mundial, fueron vistos en Costa Rica los regímenes totalitarios de Alemania e Italia con desconfianza ni preocupación, todo lo contrario, los sectores hegemónicos de nuestra sociedad
“Es más plausible pensar en Cortés como una figura autoritaria; su temprana participación como gobernador y comandante de plaza en Alajuela durante el gobierno de los Tinoco, generalmente evoca recuerdos de sus excesos. Las medidas anticomunistas que su régimen tomó han sido ampliamente documentadas”. Dennis Arias, historiador
simpatizaban con ellos, los admiraban, y además eran sus socios comerciales. Era normal que los niños y jóvenes de la burguesía celebraran los cumpleaños fotografiándose uniformados como militares alemanes y haciendo el saludo nazi”, manifiesta.
León Cortés fue simpatizante de Hitler como muchos en Costa Rica, en América Latina y en el mundo en la segunda parte de la década de los años 30. “El talante de Cortés lo ayudaba a simpatizar con Hitler. En general en todo el mundo tenía simpatizantes. Antes de la invasión a Polonia (1939), Hitler era visto como un gran estadista que sacó a Alemania de la depresión y de la crisis. En San José hacían desfiles nazis corrientemente”, puntualizó Díaz Arias. Esto fue antes de la Segunda Guerra Mundial y de que el mundo conociera todos los detalles del Holocausto.
El presidente de la República entre 1936 y 1940 nombró al ingeniero alemán Max Effinger Graf, líder del partido nazi, como jefe de Migración; de esta forma, el de Cortés se convertiría en uno de los gobiernos que rechazaron la llegada de judíos a Costa Rica. Al respecto, Dennis Arias precisa: “Las campañas contra la inmigración de judíos abarcaron las tres administraciones, tanto la de Ricardo Jiménez (1932-1936), la de León Cortés (1936-1940) y la de Rafael Ángel Calderón Guardia (1940-1944); el énfasis sobre la historia de esos rechazos se ha puesto en la época de Cortés y en la participación de Effinger, sobre todo durante los años previos a la elección de 1944 que se atacó constantemente a Cortés; pero los censos, las comisiones de investigación trascendieron a esa administración. Si bien gran parte de los motivos de esa negación de ingresos eran comerciales, pues se consideraba que los “polacos” acaparaban el pequeño comercio y no constituían una población laboriosa, gran parte de la documentación de Relaciones Exteriores se expresó en términos raciales para justificar esos rechazos. Y no hace falta concentrarse en el caso de Effinger para esto. Las declaraciones del maestro Luis Dobles Segreda, Ministro en Francia, y representante del país en la Conferencia de Evian, en 1938 (organizada por Estados Unidos para discutir las oleadas migratorias judías por el mundo), y la documentación consular de
aquel momento, comúnmente se refirieron a la “raza judía” como “elemento indeseable” o “peligroso”. Tales políticas fueron comunes en varios países de América Latina y de Occidente, no era una posición exclusiva de Costa Rica; y no hay evidencia de que detrás de ello hubiera una gestión nacionalsocialista”.
EL MONUMENTO NO SE MUEVE, LA DISCUSIÓN SE ALIENTA
Luego de su gobierno y arrastrando consigo a miles de electores que se reconocían con orgullo como cortesistas, León Cortés se pelea con Rafael Ángel Calderón Guardia y se vuelve en una voz crítica de sus acciones, en especial por su acercamiento al partido comunista. El político, maestro y abogado se postula en las elecciones de 1944 como candidato por el Partido Demócrata; pierde en unas controvertidas votaciones y asegura que hubo fraude, lo cual caldeó más los ánimos en la política nacional.
Para entonces, ya se había convertido en el líder de la oposición. Muere en marzo de 1946 por causas naturales; sin embargo, muchos aseguraron que fue culpa de los calderonistas e insinúan un asesinato, lo cual no es más que una teoría de la conspiración pero lo convierte en una especie de mártir. Su funeral llenó la capital de luto; miles colmaron las calles para despedirse del caudillo.
Luego, vendría la guerra civil de 1948 que hirió al país y lo dividió. Los ganadores (los liberacionistas) encontraron en León Cortés al héroe para promover los valores en esta nueva etapa: la Junta Fundadora de la Segunda República lo declaró Benemérito de la Patria en enero de 1949 y se le levantaría un Monumento en el aeropuerto de La Sabana, que él construyó en su administración, que fue financiado por el pueblo y grupos privados y tendría apoyo del gobierno y de la Municipalidad de San José.
Para Vladimir de la Cruz, el problema de este tipo de monumentos es que se concentran en seres humanos que no son perfectos y no en recordar hechos o procesos. “No hay dioses ni demonios ni santos en política (...) Yo no lo quitaría; a lo sumo lo movería al cantón que lleva su nombre”, asegura el historiador. Asimismo, recuerda que en el país, hay otras obras u memorias que ensalzan a personajes cuando menos controvertidos. “¿Le vamos a quitar el nombre a Vásquez de Coronado, un conquistador, por ejemplo”, reflexiona.
Díaz Arias está consciente de que las estatuas, monumentos y homenajes son resultado de una época y promueven los valores que se les dieron en ese momento histórico; sin embargo, si se trasciende la glorificación y el culto a las personas, se encuentran a los seres humanos de verdad con todas sus contradicciones. “Si revisamos, quizá no quede ninguna estatua con cabeza”, afirma.
Para el abogado Rodolfo Cortés, sobrino de León Cortés Castro, no hay argumentos fuertes para quitar el Monumento porque el gobernante solo sirvió al país y siempre fue honesto; para Adrián Cortés, de una cuarta generación de la familia de aquel mandatario, la discusión histórica debe guiarse por argumentos fuertes: el revisionismo histórico necesariamente tocará a otras figuras que se ven en la capital y se pregunta cómo se decidirá cuándo remover un memorial y cuándo no e, incluso, cómo no caer en la censura.
Aunque la discusión es fervorosa y llena de aristas interesantes, no hay ninguna fuente oficial que se haya planteado mover el Monumento a León Cortés: ni la Municipalidad de San José ni el Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura. “La posición del Centro respecto a este tema es de mesura. Los hechos históricos no se pueden analizar desde la óptica de nuestro tiempo, sino que tienen que ser analizados utilizando la óptica del momento en que sucedieron, pues el contexto de la época es diametralmente distinto al de nuestros días. Otro punto importante a tomar en cuenta, es que los personajes históricos son multidimensionales, o sea, seres humanos multifacéticos, con grandes virtudes y también grandes errores, como humanos que fueron”, aseveró Diego Meléndez Dobles, director del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural.
Además, aseguró que la emergencia por el covid-19 ha impedido hacer foros acerca del tema, pero que les interesa promover una discusión con las diferentes partes sobre la temática. “El Centro abrirá sus puertas para generar diálogos productivos y discusiones de nivel, en que con respeto y con sustento documental se pueda analizar el contexto de finales de la primera mitad del siglo XX”, dijo.
Como un vestigio de una Costa Rica muy diferente a la actual, León Cortés seguirá viendo a Costa Rica desde lo alto. Muchos ticos no saben quién es ni mucho menos qué hizo, pero saben cómo se llama porque desde allí se dan muchas direcciones o porque se han tomado fotos en el león a sus pies.
“Los personajes históricos son multidimensionales, o sea, seres humanos multifacéticos, con grandes virtudes y también grandes errores, como humanos que fueron” Diego Meléndez Dobles, director del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural.